27 Jan Los celosos y las nuevas tecnologías: ¿cuál es el límite entre lo romántico y lo patológico?
Por Carolina Amoroso
“Lo que más me molesta es que vea mis mensajes y pasen horas sin que me conteste”, dice Andrea, de 27, al hablar de la ansiedad que desata en ella la falta de respuestas de su novio, cuando envía un mensaje de WhatsApp. “O empiezo a hacerme la cabeza o, directamente, empiezo a pensar que no le importa”, agrega.
Desde la vereda de enfrente, Sergio, de 41, decidió directamente cerrar su cuenta de Facebook para evitar las preguntas inquisidoras de su esposa: “Me di cuenta de que trae quilombos para la gente casada. Decidí cerrarla para que mi mujer no me preguntara: «¿Quién es?» cada vez que agregaba a alguna chica nueva a mis contactos, aunque fueran compañeras de trabajo. Eso desgasta, se genera una desconfianza que prefiero evitar”.
Comienza, a veces, casi por accidente: una cuenta de mail que alguien se olvida de cerrar, un celular apoyado sobre la mesa de luz, un mensaje que se lee pero no se contesta (cortesía del doble tilde azul de WhatsApp) o un nuevo contacto de Facebook que despierta sospechas. Así, y de otras mil maneras, las nuevas tecnologías acrecientan los fantasmas de los más celosos y pueden alimentar una espiral de persecuciones y sospechas que, en muchas ocasiones, pone en jaque (o aniquila) las relaciones de pareja. Tanta es la necesidad de control que manifiestan algunos usuarios que se desarrollaron aplicaciones pensadas especialmente para los celosos, que permiten monitorear la mensajería privada de la pareja, tener un registro de sus movimientos y hasta tener una suerte de live streaming de su vida.
Como sucede con todo lo que atraviesa nuestras vidas, no iba a pasar mucho tiempo para que algún desarrollador creara una aplicación pensada especialmente para celosos. Hoy, hay toda una batería de estas apps disponibles y entre las más populares están: mCouple y Couple Tracker, que ofrecen la posibilidad de monitorear actividades en redes, mensajes y mails, y un servicio de geolocalización y Mobile Spy, que además permite “vigilar” al extremo a través de un panel de control que maneja la cámara del celular. También hay quienes utilizan Tinder o cuentas apócrifas de Facebook y mail para poner a prueba a sus parejas.
Pero ¿qué cuota de celos resulta tolerable y qué conductas marcan el umbral de lo patológico? ¿Los celos son un problema individual o un resultado de la dinámica vincular? ¿Cómo podemos resguardar nuestro espacio personal?
“La tecnología alimenta ilusiones que no son nuevas y que tienen que ver con la fantasía de que se puede controlar al otro. El tema es que, aun pudiendo controlar dónde está el otro o con quién habla, no podemos controlar su alma y su deseo”, explica Carlos Antar, médico, psiquiatra y psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).”Es bueno no poder controlar totalmente al otro, porque una de las cosas que alimentan el deseo son los enigmas”, agrega.
En algunas situaciones, la desconfianza puede incluso hacer que el “perseguido”, agobiado por la dinámica de la relación, se transforme en “perseguidor”. Así lo demuestra el caso de Martina, una diseñadora de 30 años: “Mi ex novio, Nico, tenía celos de mi carrera, mi familia, mis amigos. Pero no era envidia, eran celos, porque sentía que competía con ellos por mi atención. Como él creía que su vida era más chata que la mía, pensaba que todo el tiempo yo podía estar siendo seducida por alguien más inteligente o interesante que él. Esas pequeñas inseguridades me generaban inseguridades a mí también y terminé entrando en una dinámica que no me gustaba. Una vez, le revisé yo los mails a él, porque estaban abiertos en la computadora de la casa. No sabía que Yahoo te dejaba abiertos en otra pestañita dentro de la plataforma de mails los que vos abrías, y cuando vino él, los vio y se dio cuenta: justo estaban abiertos dos mails de amigas suyas. Yo no negué haberlo hecho, pero estaba muerta de vergüenza. Me tuve que ver a mí misma en esa situación para decidir que ya no iba más”.
Para Antar, es importante comprender que los celos se dan como parte de la dinámica de un vínculo. “Muchas veces, la supuesta víctima de esta investigación también hace uso de saber que lo van a investigar. Pone un tope o se queja, pero deja las cosas que quiere dejar”, dice el psicólogo y agrega: “Cuando aparece el padecimiento o incluso cierta violencia, ése es el límite de lo patológico en la relación”.
Por su parte, Felisa Senderovsky, psicóloga e integrante del equipo asistencial de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA), dice: “Cuando no se puede disfrutar del vínculo y hay una persecución constante y la ansiedad aparece de manera permanente es importante salir de ese vínculo, entender que hay que soltarlo… Tiene que haber otra base de conflicto en la pareja para que se potencie la desconfianza a través de la tecnología. Si es una pareja bien consolidada, donde se respeta la individualidad del otro, no se pasaría por instancias de invasión”.
APPS Y POLÉMICA
¿Cuánto realmente podemos avanzar sobre la intimidad del otro sin traspasar los límites de la legalidad? El experto en seguridad informática y presidente de la Fundación Vía Libre, Enrique Chaparro, explica: “Si alguien te instala algo indebido en el teléfono, la ley te protege. Es ilegal en la Argentina a menos que vos hayas consentido. Pero hay otro problema que está en aquello que firmamos o aceptamos sin mirar: hay aplicaciones que hacen la traza de posición; es decir, vos estás firmando un contrato que dice que pueden disponer de datos de tu localización o privacidad y entregarlos a quien ellos consideren cuando ellos lo consideren. La moneda de pago de la mayoría de los servicios hoy en día es tu privacidad… Lo que yo recomendaría, para resguardarla, es revisar lo que aceptás cuando firmás las condiciones de uso de todas las aplicaciones”..
LA NACION