18 Jan La ciudad que ya no quiere ser sólo del vino
Por Manuel Parera
Célebre por su mote de “Capital internacional del Vino”, Mendoza se enorgullece de ese calificativo pero, de a poco, comienza a abrir su potencial. Ése es el camino que tomó en los últimos años, donde la puesta en valor del enoturismo precipitó el surgimiento de otras ramas paralelas. Las rutas gastronómicas se complementan con las del vino y es allí donde la oferta se renueva año tras año. De los 600 restaurantes de la provincia, 104 ya están bajo el sello de calidad de “Experiencias distinguidas”, un rótulo que se generó para incentivar su desarrollo. Cerca de 40 polos gastronómicos, con chefs que maridan y utilizan varietales y frutos locales para una oferta a la altura de las circunstancias, se suman a la atrapante travesía por las bodegas, que desde mayo de 2013 ofrece a los turistas un nuevo y cómodo servicio: se trata del Bus Vitivinícola (ver Imperdibles), que permite un recorrido exhaustivo o relajado, según la elección de cada visitante, por Luján de Cuyo, la “tierra del Malbec”.
Pero hoy la joya que cautiva a los mendocinos y a sus visitantes es el Valle de Uco, un paseo que puede comenzar en la ya tradicional zona de Agrelo: combina los más profundos recorridos por las distintas etapas de la producción del vino, con degustaciones constantes y las comodidades que las bodegas fueron sumando, todo al pie de la montaña. La evolución del enoturismo mendocino está ahí: no está sólo en que el visitante siente internarse en un proceso de producción vitivinícola de alta calidad, sino en que cada una de las bodegas suma amenities para disfrutar: recepciones, espacios de relax con vista a la cordillera, restaurantes con menú de tres pasos, terrazas al aire libre, además de las tradicionales degustaciones.
Así como el vino mendocino, joven y frutal, se nutre del Malbec, la gastronomía comienza a explotar distintas especialidades: el chivo, la trucha y las frutas son algunas de las puntas.
Para Javier Espina, ministro de Turismo de Mendoza, la ciudad pasó de tener dos polos turísticos específicos, como la montaña con los centros de esquí, y la Vendimia, a un circuito más variado. “En los últimos 10 años se dio un proceso de profesionalización y de estímulo. Hoy tenemos cerca de 32.000 plazas hoteleras, con un target principalmente de clase media-alta”, afirma el funcionario. La última innovación pasa por el desarrollo de los hoteles boutique cercanos a las bodegas, que se complementan con las cerca de 2.000 habitaciones cinco estrellas que ya tiene la provincia.
A las rutas gastronómicas, se suma también el impulso a los eventos deportivos y culturales (rugby, fútbol o recitales como el del Indio Solari que generó 70.000 arribos), que se complementa con el segmento de Eventos y Convenciones. Sin embargo, el círculo virtuoso que propone Mendoza se cierra con las rutas de la Aventura (Vino, Gastronomía y Aventura). Ya existen unos 150 operadores habilitados para distintas experiencias para disfrutar en tierra, agua y aire (con más de 40 actividades). Todavía queda mucha cordillera por descubrir.
EL CRONISTA