22 Oct Líderes argentinos: un perfil de la clase dirigente del país
Por José Crettaz y Aigul Safiullina
Los que terminaron la universidad son abogados, economistas o ingenieros. Los médicos y sociólogos constituyen minorías relevantes. El 10% no alcanzó el nivel educativo superior (el 3% ni siquiera pasó el secundario), pero el 44% hizo algún tipo de posgrado. El 55% fue a universidades estatales(el 28%, a la UBA), y el resto, a universidades privadas (juntas, UCA, UB y Ucema llegan al 16%). La abrumadora mayoría son hombres (las mujeres representan sólo el 13%).
A grandes rasgos, así es la clase dirigente argentina, según un relevamiento realizado por LA NACION entre 549 altos funcionarios de gobierno, ejecutivos de las empresas más importantes en facturación y cantidad de empleados, y referentes de las principales organizaciones no gubernamentales. Pero cuando el análisis se enfoca en el interior de cada uno de los tres sectores(público, privado y de la sociedad civil), saltan a la vista profundas diferencias
En el sector gubernamental se registra el mayor número de líderes que sólo completaron el nivel secundario (entre ellos, algunos gobernadores provinciales, como Alberto Weretilneck, de Río Negro, y Daniel Peralta, de Santa Cruz): 16 casos. Entre los egresados universitarios, el 33% son abogados; el 14%, contadores, y el 7%, ingenieros. Casi todos fueron a universidades públicas. Las universidades nacionales de Buenos Aires (UBA), La Plata (UNLP) y Córdoba (UNC) formaron a la mayoría de los principales cargos públicos políticos de la actualidad. Pero este sector es el de menor cantidad de posgraduados: 25%.
En cambio, en el sector privado, el 54% de los fundadores, presidentes o gerentes generales de empresas realizó algún tipo de posgrado, y casi el 100% (con algunas excepciones legendarias, como Alfredo Coto, o casos más recientes, como Cristóbal López ) terminó la universidad. Los principales ejecutivos de firmas bancarias y financieras, agroalimentarias, mineras, energéticas, automotrices, tecnológicas, de construcción, comunicación o consumo masivo son egresados de la UBA, la Universidad Católica Argentina (UCA), la Universidad de Belgrano (UB), la Universidad del Cema (Ucema) y la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), principalmente. La mayoría terminó algún posgrado en IAE Business School -escuela de negocios de la Universidad Austral- o en la Universidad del Salvador (Usal).
En las organizaciones no gubernamentales (nacionales o internacionales con sede en el país, universidades privadas, sindicatos y cámaras sectoriales), el 62% de los presidentes o directores ejecutivos realizó algún posgrado. En este sector, también son mayoría los abogados, seguidos por sociólogos y economistas. Más de la mitad de ellos se formó en universidades públicas. Independientemente del sector al que pertenezca el líder, el 47% de los que hicieron posgrados los cursaron en el exterior. En esos casos, Estados Unidos, España, Brasil y Suiza fueron los destinos elegidos principalmente.
A pesar de tener una primera mandataria, la presencia de la mujer en posiciones de liderazgo es todavía muy escasa en la Argentina. Y esa infrarrepresentación es especialmente llamativa en el ámbito privado: sólo el 3% de los altos ejecutivos de empresas son mujeres. En el sector gubernamental (en cuyo Poder Legislativo rige la ley de cupo femenino), el número de mujeres representa el 22% del total de los cargos más relevantes. En cambio, en el sector no gubernamental son mujeres el 44% de los líderes. A pesar de la poca presencia femenina, el nivel educativo entre ellas es el más alto: 68 de 70 líderes relevadas en los tres sectores terminaron sus estudios universitarios y 26 hicieron algún tipo de posgrado.
“Según esta investigación, en el total de la muestra, de cada 100 tenemos a 55 que son graduados de universidades públicas y más de 35 que lo son de universidades privadas, mientras que el resto no completó la universidad. Así, los graduados en universidades públicas superan en un 57% a los graduados de universidades privadas. Pero si tenemos en cuenta que en el total de universidades argentinas los graduados estatales duplican a los graduados privados (67 contra 33), tenemos en esta muestra una sobrerrepresentación de graduados universitarios de instituciones privadas. Además, hay que tener en cuenta que actualmente más de la mitad de los estudiantes de universidades estatales proviene de escuelas secundarias privadas. Por eso, esta investigación confirma la hipótesis de que la Argentina ha consolidado un sistema educativo dual, en el cual su alta clase dirigente se nutre básicamente de las escuelas secundarias privadas”, analizó Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la UB.
Todos los números presentados hasta ahora surgen de una base de datos elaborada por LA NACION durante cinco meses.
Los funcionarios del Estado incluidos son la Presidenta, sus ministros y los secretarios respectivos; los gobernadores provinciales; los presidentes de las comisiones legislativas de las cámaras de Diputados y de Senadores; los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, y los del Consejo de la Magistratura. En total, este subsegmento sumó 190 casos.
En el sector privado se tuvieron en cuenta las 274 mayores empresas nacionales y las filiales locales de grandes corporaciones globales. Y las organizaciones no gubernamentales fueron elegidas sobre la base de las listas de la Red Argentina para la Cooperación Internacional (RACI) y el directorio Idealistas y sumaron unos 85 casos.
Los perfiles académicos fueron encontrados en declaraciones juradas oficiales mediante un centenar de consultas directas a los involucrados, afirmaciones en entrevistas anteriores, publicaciones en otros medios (sobre todo, en CEO Profile 2014 de la revista Apertura y Quién es Quién del diario El Cronista), otras organizaciones (como la misma RACI y Directorio Legislativo), perfiles públicos en la red profesional Linkedin y las páginas web personales. En los casos de las consultas directas, LA NACION debió comprometerse a no difundir los nombres de las personas y de las empresas particulares a pedido expreso de esas fuentes. En otros casos, el acceso a la información solicitada fue rechazado explícitamente. Y no siempre en buenos términos.
Aunque los datos de un currículum vitae pueden ser obtenidos relativamente fácilmente de fuentes públicas, en todos los sectores y rubros consultados hubo casos en los que se negó la información. Las respuestas más insólitas fueron: “Lo que están haciendo es ilegal”, “son datos sensibles” y “son datos privados y confidenciales”. Por esta situación, en esta investigación 150 casos fueron descartados por encontrarse de manera irremediablemente incompleta la información.
En su relevamiento, LA NACION encontró casos de dirigentes que se presentan como másteres y doctores pero no aclaran su situación respecto de sus estudios de grado (que son condición previa a cualquier formación de posgrado). El canciller Héctor Timerman, por ejemplo, afirma en su currículum que realizó dos posgrados en la Universidad de Columbia, Estados Unidos, pero nunca menciona su título de grado. LA NACION contactó a la Cancillería varias veces, pero no obtuvo respuesta.
La contracara de quienes prefieren no informar sus antecedentes académicos está constituida por quienes orgullosamente ponen en su CV que tienen carreras incompletas. En esa situación, este trabajo encontró a 18 líderes de los tres sectores, que lograron cursar distintos porcentajes de las carreras de Derecho, Economía y diversas ingenierías. Otros mostraron cierto desconocimiento respecto de qué es un título de posgrado: algunos de ellos incluyeron cursos cortos en su lista de posgrados.
Para Melina Masnatta, investigadora y especialista en temas de educación y tecnología de la UBA, lo importante es saber para qué le sirve la formación a un líder: “En ciertos ambientes las credenciales académicas son determinantes, y en otros, no tanto. Porque lo que tiene de trasfondo es esta idea de ¿qué entendemos por líderes? ¿Líderes para qué? y principalmente ¿Dónde se van a desempeñar?”.
La idea de completar sus estudios de carrera con un posgrado o una maestría sigue siendo indispensable para la mayoría de los ejecutivos en las empresas y en las organizaciones no gubernamentales. De hecho, los líderes del tercer sector tienen un mayor porcentaje de integrantes con algún posgrado: el 58% contra el 53% en el sector privado y el 25% en el sector gubernamental. Masnatta advierte: “Por lo general en los sectores privados, aunque en menor medida en el público también, ofrecen como un valor de cambio para los empleados la posibilidad de costear su formación de posgrados o cursos que suelen tener un precio bastante elevado”.
En cambio, algunos fundadores de las empresas exitosas abandonaron la universidad, optaron por “aprender haciendo” y convirtieron sus proyectos en grandes negocios. “En muchos casos no existe una carrera especializada para los cargos a desempeñar, por lo que también cobra valor el know how. Un ejemplo es la nueva mirada en relación con los emprendedores que muchas veces suelen estar en congresos contando su experiencia porque resulta relevante para los tiempos que corren”, analiza Masnatta.
LA NACION