Un viaje al corazón humano

Un viaje al corazón humano

Por Fernando López
Integrante de una generación de egresados de escuelas de cine que inundaron Hollywood en los años 70, Robert Zemeckis -como su mentor, Steven Spielberg, traía consigo una rara mezcla de depurado oficio y natural olfato comercial. Los mostró desde sus primeras películas, Locos por ellos (1978) y Autos usados (1980), y los confirmó a lo largo de casi una veintena de títulos, algunos tan famosos como Tras la esmeralda perdida, Volver al futuro , Forrest Gump (Oscar 1995) o Náufrago .
Paralelamente, Denzel Washington, tres años menor (nació en 1954), iba desarrollando una sólida carrera actoral, primero en el teatro y la televisión, y más tarde también en el cine, sobre todo a partir de Gloria , el film de Edward Zwick que le dio su primer Oscar (como actor de reparto) en 1990. Sin embargo, hasta El vuelo ( Flight ), que UIP dará a conocer pasado mañana, nunca habían trabajado juntos.
No fue sólo por una cuestión de azar. Es que después de Náufrago (2000), Zemeckis, desde siempre apasionado por los efectos especiales y por la exploración de la tecnología digital (recuérdense ¿Quién engañó a Roger Rabbitt? o La muerte le sienta bien ), se consagró con más intensidad que nunca a la animación motion capture, a pesar de que los resultados en la taquilla no le fueron demasiado auspiciosos con creaciones como Beowulf , El expreso polar o Cuento de Navidad. Puede que a él le disguste que se establezcan diferencias (“Animación o no, películas son películas”, ha dicho reiteradamente), pero El vuelo constituye una especie de regreso a la acción en vivo después de una larga década de ausencia. Y no fue porque el guión de esta novedad de John Gatins llegara a sus manos de alguna manera especial. “Rutina”, explicó escuetamente el realizador de Contact o . “Llegó como llegan decenas de guiones a mi despacho”, añadió, si bien se sabía que esta historia sobre un piloto de una aerolínea cuyos secretos desarreglos lo colocan a mitad de camino entre el héroe que salva vidas y el imprudente que las pone en riesgo circulaba por los escritorios de los ejecutivos de Hollywood.
Pero cuando la tuvo entre manos se produjo el fenómeno que, según dice, le da la primera señal de que está frente a un posible nuevo film: “Cuando llego a la página 10 de un guión y no puedo imaginarme cómo será el final, ya es una pista. Y si después no puedo dejar de leerlo es otra, decisiva: sucede muy raramente”. Además de esos primeros efectos, en el caso de El vuelo, lo que le resultó más fascinante -según ha puntualizado? fue no sólo descubrir un personaje extremadamente complejo, sino que presentara la ambigüedad moral del capitán Whip Whitaker, el papel por el cual Denzel Washington es nuevamente candidato al Oscar al mejor actor (ya lo ganó como protagonista de Día de entrenamiento en 2001). En esa ambigüedad reside, subraya Zemeckis, la sustancia dramática del personaje, que es aclamado como héroe cuando milagrosamente logra concretar un aterrizaje imposible y salvar a la mayoría de los pasajeros de su vuelo y objeto de investigación cuando al despertar en el hospital al que ha ido a parar tras desvanecerse en la cabina se entera de que los informes de toxicomanía han descubierto restos que denuncian sus excesos con el alcohol y la cocaína. Tratándose de un piloto en funciones, constituye un delito federal.
Hay, por supuesto, un momento fundamental en la película: la secuencia del accidente, que a diferencia de lo que suele suceder en el cine, está casi en el comienzo mismo de la acción. El equipo conducido por Zemeckis invirtió entre seis y ocho meses para planificar el rodaje de la escena, de la que se ha escrito que es “monstruosamente real”: una de esas pesadillas que el cine propone y que invitan a muchos futuros viajeros a considerar la posibilidad de elegir el tren o el ómnibus para sus próximas travesías. Claro que El vuelo está muy lejos del cine catástrofe.
LA NACION