17 Oct Una consulta con el Dr. Algoritmo: la economía de la salud se prepara para cambios nunca vistos
Por Sebastián Campanario
En su libro El emperador de todos los males: una biografía del cáncer, ganador del Pulitzer en 2011, el oncólogo y escritor Siddhartha Mukherjee cuenta cómo un mojón decisivo en la lucha contra esta enfermedad a mediados del siglo XX no tuvo que ver con el trabajo de médicos, sino con el de expertos en estadística ingleses que idearon testeos para establecer los mejores tratamientos de quimioterapia para los distintos tipos de tumores. Setenta años más tarde, una nueva revolución en estadística, esta vez de la mano del fenómeno big data -la multiplicación de información disponible en Internet-, apunta a producir cambios drásticos en el negocio de la medicina. Según los expertos de Singularity University, es en la salud y en la educación donde impactará la disrupción tecnológica de manera más potente en el corto plazo.
“Hay muchos indicadores macroeconómicos que anticipan una transformación disruptiva del sector de cuidados médicos”, dice Roberto Wagnmaister, CEO del Grupo Assa, una consultora de más de 1000 empleados que tiene una pata fuerte de servicios para la industria de la salud. “Dentro de cinco años los ricos, a nivel global, van a poder vivir un promedio de 90 años, y ya entramos en una etapa de rendimientos decrecientes y costos crecientes en la relación entre cuidados médicos y la esperanza de vida”, apunta Federico Tobar, especialista en salud e investigador principal del Cippec. En la medida en que la expectativa de vida crece y la tasa de natalidad disminuye, en pirámides poblacionales envejecidas sube la carga demandada sobre la población que trabaja para sostener a la clase pasiva, lo cual estimula la necesidad de mejorar la eficiencia del sistema de salud.
Una de las principales razones que vuelven al sector de la salud una presa ideal para los cambios disruptivos en modelos de negocios es que mueve cantidades siderales de dinero con mucha ineficiencia, con lo cual el potencial de ganancia para mejoras provenientes de alternativas innovadoras es enorme. “En los últimos 50 años, el gasto público en salud en los Estados Unidos creció cinco veces más que el PBI, en tanto que la eficiencia de las empresas del sector y la percepción de calidad en los pacientes es muy baja”, agrega Wagnmaister. El “Obama-care” va a sumar a 40 millones de estadounidenses al sistema de salud. “Como en todo proceso disruptivo, y al igual que ya vimos en industrias como la aeronáutica o la de las telecomunicaciones, se va a reordenar el mapa competitivo. Hay un cambio fuerte donde se generan nuevas empresas boutique, ágiles, dinámicas e innovadoras, que procesan mucho más rápido los cambios y se adaptan más fácilmente que las empresas líderes en la actualidad, que se esfuerzan por mantener el statu quo”, explica el CEO de Assa.
“Un buen ejemplo de esta tendencia es la firma Quanttus, que propone relevar en forma remota, con sensores, 10.000 indicadores vitales por hora de cada persona”, dice el inversor y emprendedor Vinod Khosla, quien está convencido de que ya entramos en una era en la que la tecnología reinventará el negocio de los cuidados médicos. Y da un dato contundente para graficar la ineficiencia del segmento: “Hoy el error de diagnóstico es equivalente a que el auto de Google que se maneja solo tenga un accidente por semana. Este estándar, que nos resultaría escandaloso para los vehículos sin conductor, de alguna forma está permitido en la medicina”.
Uno de los ejemplos más mencionados de innovación tomando por asalto nichos del negocio tradicional es el de los tests “Pap”, que en los últimos años redujeron en un 90% la prevalencia del cáncer cervicouterino. El Papanicolaou no fue sólo muy bueno para los pacientes, sino también para los médicos y centros de diagnóstico, que desarrollaron una industria de US$ 500 millones al año en los Estados Unidos. Esta actividad ya fue “infiltrada” por máquinas más eficaces que los médicos.
Las herramientas de analítica invertirán 180 grados la relación entre médico y paciente, “en lugar de que el paciente vaya al médico, es el médico quien va a buscar al paciente”, a partir de monitoreos regulares online, afirman en Grupo Assa. Un ejemplo de esto podría ser el de las bombas de insulina. Hoy la diabetes es una epidemia, y representa uno de los gastos principales para gobiernos y aseguradoras. Requiere muchos insumos y control, y tiene efectos colaterales importantes. Hoy hay dispositivos personales que permiten medir online los niveles de glucemia y en función de eso dosificar la insulina.
Las nuevas herramientas para analizar océanos de información ya están produciendo avances fundamentales en el conocimiento médico, dice ahora Federico Carpi, un joven que integra un equipo de 20 investigadores que en la Argentina componen Silvergate, la unidad de research de IBM. Carpi tiene 34 años, estudió Informática en la Universidad de La Plata y trabaja desde Salto con colegas en distintas ciudades del país, vía un laboratorio virtual. “El aumento de la capacidad computacional nos sirve para procesar, por ejemplo, millones de artículos y papers médicos. Algo que está fuera del alcance de la inteligencia humana, y derivar mejores conclusiones”, marca Carpi.
“Recientemente, desarrollamos un algoritmo que permite relevar complejidades y conexiones en cantidades masivas de datos en cuestión de horas, y que resulta de gran utilidad para nuevos tratamientos y medicinas, como, por ejemplo, el cáncer, entre otras enfermedades”, sostiene Carpi. Los investigadores aprovechan el sistema Watson, que saltó a la fama hace cuatro años al ganar por primera vez una competencia de Jeopardy! Watson es un sistema de inteligencia artificial capaz de responder preguntas en lenguaje natural.
La “economía de la salud” está repleta de fallas de mercado y asimetrías de información que explican la acumulación de ineficiencias. En primer lugar, los incentivos están peleados con lo deseable a nivel social: la industria gana más dinero cuanto más se enferma la población (en esquemas de seguro con monto fijo, esta relación se invierte para obras sociales y prepagas, pero no para médicos y proveedores). “Cuando una prepaga trabaja bien, aumenta la edad de sus afiliados, y suben los costos”, agrega un médico que trabaja para una de las prestadoras de las grandes.
En lo que hace al modelo de negocios, Wagnmaister cree que en el corto plazo se dará una tendencia a “retailizar” los cuidados médicos menos sofisticados, como tests de rutina, en unidades menos costosas. En la actualidad se calcula que 80% de las personas que circulan por centros de alta complejidad no están enfermas.
Con las nuevas alternativas surgidas de avances tecnológicos, los pacientes van a poder contar con más información sobre los distintos tratamientos posibles, para tomar una decisión más conveniente. “Estoy seguro de que en la próxima década las tecnologías digitales harán más por los cuidados en salud que todas las investigaciones en medicina sumadas”, apuesta Khosla. La semana pasada, Obama recurrió a Internet para transparentar los pagos que les hacen los laboratorios a los médicos particulares, en forma de viajes, congresos y asesorías: cada paciente ahora puede saber si el remedio que le recomienda su doctor pertenece a un laboratorio con el que el especialista tiene una relación monetaria fluida. El Dr. Algoritmo deberá ser más cuidadoso con sus congresos en el Caribe.
LA NACION