08 Oct Un manual para entender la psicopatía
Por Sergio Di Nucci
Yo estudié a principios de los años ’90 que existía un tipo de vínculo en las parejas que no podían ser descriptos ni explicados desde la neurosis, ni de la psicosis, ni desde ningún otro enfoque en aquel entonces. Se trataba de algo nuevo: la relación que establecía un psicópata con su pareja, lo que di en llamar el circuito psicópata complementario. Esto no estaba descripto en la literatura internacional hasta que comencé a publicar mis trabajos en las revistas de psiquiatría y a anunciarlos en los congresos de la especialidad y en mi página de Internet. Y ha significado un aporte original de la psiquiatría argentina.” Así se presenta Hugo Marietan (Buenos Aires, 1951), doctor en Psiquiatría cuyo rostro se ha visto por televisión todos estos últimos años, opinando sobre los casos más escabrosos que sacudieron a quienes ven tele en la Argentina.
–¿Y cómo es que llegó a convertirse en una de las personas más ineludibles en la región a la hora de entender casos tan incomprensibles para las mayorías?
–Publiqué libros de mi autoría El complementario y su psicópata, Curso sobre psicopatía, Mujeres ancladas en psicópatas, entre otros. Esto, más el trabajo exclusivo sobre psicopatía despertó el interés de los medios por tratar de entender algunos crímenes aberrantes que sacudieron nuestra sociedad: el caso Candela, el caso Ángeles, la violencia de género. Muchas veces fui convocado para dar una opinión sobre el perfil del psicópata.
–¿Qué es la “psicopatía”?
–Una manera de ser, es una personalidad, una variante de los tipos humanos. No es una enfermedad, sino una manera de ser atípica, infrecuente y estridente, por su patrón conductual que desentona, en ocasiones, con el patrón general de conducta de la comunidad. El psicópata es una persona que tiene un comportamiento distinto porque tiene necesidades distintas que satisfacer. Por eso hace un uso particular de la libertad, crea códigos propios, repite patrones conductuales y tiene necesidades de estímulos intensos. Todo esto analizado desde una persona común que ve al psicópata como a alguien que está, en algunos aspectos de su conducta, desadaptado. El psicópata no tiene un tipo de conducta psicopática en el cien por ciento de su accionar, se muestra psicopáticamente en determinado tipo de relaciones. Otra característica básica es la cosificación, que implica quitarle al otro los atributos que lo valoran como persona, es decir, desjerarquizarlo para considerarlo un objeto y, desde esta maniobra psicológica, poder manipularlo. Finalmente, en el acto psicopático grave, el psicópata comete una acción de tal magnitud que ese solo hecho lo describe.
–¿La palabra es nueva?
–Se usaba a mediados del siglo XIX, en el sentido de lo que hoy podemos considerar el psicópata estudiado por los forenses, el delincuente, el amoral según los términos de esa época. Al psicópata se lo conoce desde siempre, con distintas nominaciones, pero siempre referidas a sus hechos antisociales marcados, criminales, violadores, pedófilos.
–¿Cómo se detecta una psicopatía?
–Existen desde luego rasgos. Algunos de ellos son que los psicópatas trabajan siempre para sí mismos, a veces parece que son altruistas, generosos, desprendidos. Pero a no confundirse: están invirtiendo, en algún momento sacarán el jugo a esas inversiones y a esas dádivas.
Son muchos más los rasgos que menciona Marietan de estos seres humanos, y muchos rasgos, además, de quienes padecen una vida más o menos cotidiana con ellos. A aquellos los denomina “complementarios”. Y explica: “Puede ser la persona que vive con él o ella, con otro psicópata (cuando se asocian para lograr un objetivo, como en bandas de delincuentes), o cuando actúa sobre personas comunes (asaltándolas, violándolas, estafándolas, o asesinándolas)”.
–¿Por qué cree que existe en la Argentina una notable atención de parte de los medios de comunicación en casos de asesinatos, abusos?
–Los actos macabros y estrafalarios de los psicópatas en la ejecución de los delitos y crímenes sorprenden a la persona común y les crea cierto grado de fascinación ya que ellos jamás podrían ejecutar un acto con tanta libertad para el mal como lo hace un psicópata. Ese desconcierto mantiene la tensión en el espectador hasta límites no previstos como pasó con el caso Ángeles que superó los 40 días de información casi constante sobre el caso.
TIEMPO ARGENTINO