El regreso de la barba tupida, una forma de reafirmar la masculinidad

El regreso de la barba tupida, una forma de reafirmar la masculinidad

Por Franco Varise
El hombre con barba va y viene. Pero convengamos que siempre se las arregla para reaparecer. A lo largo de la historia se le atribuyó cierto aire de sabiduría, potencia sexual o un estatus social de clase alta. También pasó por la etapa de asociarse a la falta de higiene y al descuido personal, una observación un tanto prejuiciosa y bastante extendida entre el género femenino.
Esta vez, el regreso de la barba está más emparentado con las primeras acepciones: son barbas prolijas, completas y que se combinan con trajes y anteojos de marco. Es una barba un poco melancólica, algo misteriosa entre lo intelectual y lo ejecutivo, sin dejar de lado el toque de bohemia sutil al combinarla con tatuajes. Podría definirse como algo entre la montaña, el skate y la biblioteca. Lo que sorprende, sin meterse mucho en el tema de la moda, es que la barba logró reinventarse cuando nadie lo esperaba. ¿O sí?
Cuando aparecieron las primeras campañas publicitarias internacionales con hombres de barba, como Cristian Göran, Ryan Burns y Johnny Harrington, o cuando actores tipo George Clooney, Brad Pitt y Daniel Day-Lewis lucieron vello en su cara muchos dejaron de afeitarse. Pero en realidad, la barba ya estaba en las calles, entre nosotros, los ciudadanos normales:
“Hay una tendencia a usar barba desde el año último y para el invierno próximo se va a notar mucho más”, dice Oscar Fernández, creador de la peluquería Roho, una de las primeras en estilizar tanto hombres y mujeres según un momento de época. “De hecho, para la próxima campaña de Roho tenemos pensado incluir a un modelo con barba. Se dan dos situaciones, el que usa barba y tiene que verse presentable en la oficina o el más joven que también va a empezar a dejarse crecer el pelo…; vuelve el pelo largo”, opina Fernández. Para el estilista, los hombres llegaron hasta el punto de compartir demasiados gustos con las mujeres y la barba reapareció para distinguirse. También, Fernández nota un influjo retrómano de cierto aire de la costa oeste americana de los 60 y 70. “Pero la moda ya no se ordena por géneros o escenas, sino que hay como combinaciones”, agrega.
La primera señal de que algo estaba ocurriendo llegó cuando la multinacional Procter & Gamble, propietaria de la marca Gillete, anunció el año último que sus ventas de productos para afeitarse habían caído en los mercados desarrollados (algo poco usual). La segunda indicación fue cuando Schick, la afeitadora de Energizer, también registró una caída del 10% de sus ventas en 2012. Y la confirmación llegó a nivel mundial cuando la firma de investigación de mercados Euromonitor Internacional predijo que los productos para afeitarse perderían a partir de este año su posición dominante entre los artículos de cuidado personal entre los hombres.
A esta altura de la investigación sobre barbas, la opinión de Ygnacio Cervio puede echar un poco de luz sobre el asunto. Es argentino, de Adrogué, tiene 35 años, vive en Auckland, Nueva Zelanda, desde hace 10, y en tres semanas participará en la ciudad de Leinfelden-Echterdingen, Alemania, del campeonato mundial de barbas en la categoría barba natural con bigote estilizado. Es el acontecimiento más importante para los cultores de este tipo de estética.
“Soy cineasta independiente y cultivador profesional de barba- se define en conversación con la nacion-. Cuando terminé el colegio a los 17 años me dejé la barba y sólo la afeité contadas veces. No me afeito al ras desde agosto de 2004; increíblemente mi santo padre no se afeita desde el 30 de diciembre de 1971, aunque la lleva en estado normal, nada de excentricidades”, comenta Ygnacio. Y agrega: “Durante siglos fue un signo de masculinidad y virilidad. Hoy, donde los géneros se encuentran muy mezclados -y eso no es ninguna declaración homofóbica de mi parte-, el uso de barba nos recuerda que somos hombres. Desde siempre ha sido uno de los signos que nos diferencian con el género femenino y no hay dudas de que está retomando esa connotación”.
Consultado acerca de qué opina sobre la moda de la barba expresa: “Ese tema me genera una gran contradicción, ya que si bien soy partidario del uso del vello facial, no puedo aceptar que se tome como una moda. El uso de barba no corresponde a un período determinado ni a cuestiones económicas, sociales ni religiosas. El uso de la barba es una decisión mucho mayor que todos esos temas y se transforma en un estilo de vida”.
-¿Qué le dirías a alguien que piensa que la barba es un signo de descuido o poca higiene?
-Es un error que se comete comúnmente. El uso de barba no significa descuido o falta de higiene, aunque es verdad que una barba mal llevada y desprolija puede generar resultados adversos en la sociedad. Llevar una barba implica una gran responsabilidad, uno necesita cuidarla periódicamente, lavarla, cortarla, acomodarla. Por culpa de una persona que no cuida su barba, todos podemos ser mal juzgados.
En Buenos Aires, los jóvenes barbudos ya abundan. Tomás Mc Dowell, de 28 años, es profesor universitario y utiliza la barba completa desde hace algunos meses. Dice que usó diferentes estilos, pero que la decisión de dejársela crecer tiene que ver con un hito particular. “Mi mujer quedó embarazada y entonces quise mostrar el desarrollo de mi hijo a través de la barba: me saco todos los meses una foto para mostrar cómo crece. Va a ser un álbum de nueve fotos de mi barba”, comenta Tomás a la nacion. Como puede notarse, las razones para dejarse la barba no sólo son estéticas, sino que los hombres apelan a ella para mostrar algo más. “Creo que hoy la barba convive con todas las situaciones normales de la vida y de relaciones sociales; es un símbolo de virilidad y me parece que está bueno que conviva bien con otras estéticas y con el género femenino”, dice. Al preguntarle qué opina su mujer sobre su barba tupida, Tomás le consulta: “Dice mi mujer que le encanta y que me queda muy sexy”.
Para algunos hombres, hacer crecer una barba no se trata sólo de dejar de lado la afeitada, sino que se transforma en un procedimiento con mucha cosmética, y con productos y cuidados para mantener una estética. Incluso el diario británico Daily Mail consultó a varios especialistas por el número creciente de jóvenes que optaron en el último año por los trasplantes de barba.
En esa nota, el doctor Bessam Farjo, fundador de la Farjo Hair Institute, que realizó el primer trasplante de vello facial en el mundo en 1996, comenta que el trasplante de pelo facial aumentó seis veces en los últimos cinco años. En 2012 su empresa realizó 4500 procedimientos para colocar vello en el rostro de los hombres.
Dirk Kurbs, de 24 años que vive en San Isidro, no tiene ese problema. Por sus genes germanos, la barba viene incluida. “Uso barba desde hace tres o cuatro años. Surgió porque me la empecé a dejar crecer y me gustó. Igual tengo que cuidarla mucho para estar presentable en las entrevistas de trabajo”, cuenta. Respecto de la moda de la barba, Dirk sostiene que es muy positivo. “Veo cada vez más gente con barba y está bueno. La verdad es que me molestaba esto de tener que afeitarme para ir a una entrevista para demostrar que puedo hacer bien el trabajo. Me parece que es una declaración de principios”, expresa.
Bueno, las mujeres a quienes no les gustan los hombres con barba van a tener que acostumbrarse. Las apariciones como George Clooney, Brad Pitt y Daniel Day-Lewis, Johnny Depp y Joaquin Phoenix, entre otros, marcó una tendencia que llega lejos. La influencia de la barba fílmica que ubica a quien la usa automáticamente en un set de filmación, aunque se encuentre acomodando prendas en una vidriera de Palermo, resulta impactante. “Es increíble cómo pegó el pelo con un jopo peinado al costado, los tatuajes y la barba acompañada por camisas”, grafica Lucrecia, una vendedora de ropa del Soho palermitano. Y no está nada mal: podría interpretarse como un triunfo de la variedad, lo peculiar y la masculinidad, un poco golpeada en los últimos años..
LA NACION