Dady Brieva: “Mi trinchera es ejercer con dignidad mi oficio”

Dady Brieva: “Mi trinchera es ejercer con dignidad mi oficio”

Por Pablo Gorlero
Es de esos tipos de barrio con carisma con los que cualquiera podría compartir un asado o unos vinos feliz de la vida. Amable, franco y divertido, Dady Brieva se mueve así, con soltura, por donde ande. Cada vez que puede le agradece cosas al psicoanálisis, menciona a su mujer (La Chipi), se emociona al hablar de sus hijos, agradece a la vida haber conocido a su primera esposa y compañera de militancia. Es así como se muestra en Dadyman , unipersonal que ya va por su tercera temporada y que prácticamente llena el Astral en sus cuatro funciones semanales. “No es el mismo espectáculo del comienzo. Va cambiando muchísimo, del primero que hice hasta ahora. Tenía un monólogo de un santafecino en Toronto, que tiene como un millón de visitas en YouTube y da vueltas por las radios de España, pero lo saqué. Siempre llego a casi dos horas de espectáculo. Escribí muchos monólogos para mi libro y para Agrandadytos . Siempre ando contando historias”, aclara.

-Pero ésta es tu propia historia…
-La idea es hablar sobre mi tía como excusa, así identifico a tu tía. Ése sería el goyete. La gente se engancha, sobre todo por aquello que atraviesa lo de una determinada edad, ¿viste? Lo de la antena en el techo, por ejemplo, en aquella época no había mucho. Pero los chicos jóvenes también se enganchan con esas historias. No había hielo para 60 personas, entonces comprabas las dos barras de hielo y las picabas. Había que buscarlas en el lugar y ponerlas en bolsa de arpilleras. Todo era como el doble de esfuerzo y de energía. A través de haber hecho mucho análisis encontré la posibilidad de poder contar esto tratando de sanar. Es decir, de no quedarme con la violencia que había en esa época con los padres, de los cachetazos, de la varilla en las patas. Prefiero quedarme con el cuento gracioso, con el buen recuerdo.

-¿Todo es autobiográfico o hay elementos de ficción también?
-Es y no es. A veces viene mi vieja y me pregunta: “¿De qué tía estás hablando?”. Y yo le digo: “Mamá, yo trabajo de esto, no es tan así”. Hay un gran porcentaje que es verdad, con algunas exageraciones, como para que la gente se divierta.

-¿Vas a seguir escribiendo cine?
Más que un hombre metió 35.000 personas y salió con 21 copias. Tengo ganas de comenzar a escribir mi segunda película. Quiero contar la historia del peronismo narrada con un tío y un chico. Comienza cuando los dos vuelven de Ezeiza. La película se va a llamar El tío , que tiene reminiscencias lógicas. Quiero jugarme a contar algo que me duela, no me quiero quedar en lo que se ha contado en los libros. Me gustaría abrirme un poco a esas cosas que uno tiene como peronista negador y ponerlas sobre la palestra.

-¿Qué te duele del peronismo?
-Me duele que el peronismo todavía siga siendo una esperanza. Como forma parte de la naturaleza, es medio jodido explicar las pasiones. Es como si te enamorás de una puta: sabés que en cualquier momento te traiciona. Es muy difícil explicar qué es lo que te une, qué es lo que amás. Es medio embromado intelectualizarla. Fijate que todavía no pudimos debatir cuántos muertos hubo en Ezeiza y mirá que había testigos… Tiene que ver con las familias que muestro en Dadyman , hay cosas que no se hablan. Y sí… al peronismo lo sufro… ¡y cómo lo sufro!

-¿Más que a Colón de Santa Fe?
-Es más fuerte que eso. Tiene que ver con la historia personal.

-¿Y si encontraras esa alma peronista que comparte el mismo sentimiento tuyo militarías en política?
-No, me lo ofrecieron cien millones de veces. No me gusta meterme en algo que no manejo.

-No harías lo mismo que Miguel [Del Sel], entonces…
-No. Descubrí que mi trinchera es ejercer con dignidad mi oficio. Cada uno tiene que hacer lo que cree que mejor hace.

-¿Estás enojado con la televisión?
-No… La verdad es que hay muchos como yo que no encuentran un lugar en esta tele. Y uno ya tiene una independencia como para no jugar los juegos que no quiere jugar. De todas maneras soy un gran veedor de televisión. Me encanta. De hecho, utilizo mucho ese medio para promocionar mi espectáculo. Pero me quedan amores como Agrandadytos o El sodero de mi vida , que formaron parte de una televisión que ya no existe.

-¿Midachi podría volver?
-Midachi no tiene posibilidad de volver porque cada uno está en lo suyo y porque nosotros ya cerramos la fábrica. Era una fábrica con 50 empleados a la que dimos de baja como razón social. Veo muy lejana esa posibilidad.

-¿Por qué sólo unipersonales? ¿Te cuesta meterte en otra producción que no sea la tuya?
-Sí, totalmente. No sé por qué. Me ofrecieron hacer Los locos Addams, Priscilla… y muchas cosas más, pero no concibo al teatro de otra manera que no sea haciendo lo que yo hago. No me interesa participar de una superproducción donde no tengo la necesidad de contar lo que no soy. Yo no soy de esos cómicos que ahora quieren hacer llorar para que el establishment los reconozca.
LA NACION

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