Cómo piensan los criminales

Cómo piensan los criminales

Por Pedro Días Leite
De sus 72 años, el profesor Stanton Samenow pasó los últimos 43 frente a frente con criminales de los más diversos. Después de que ellos cometían delitos, Samenow pasaba decenas de horas en conversaciones con ellos, tratando de comprender qué razones y formas de pensar ha­bía detrás de las actitudes de esas personas, cómo era que cada uno de ellos llevaba a cabo sus actos y se manejaba con sus consecuencias. En la década de los ’70, el psicólogo escribió dos libros que se convirtie­ron en marco teórico sobre un tema todavía crucial para la criminología: cómo piensan los asaltantes, asesi­nos y psicópatas. Su trabajo causó controversia por ir contra el sentido común de la época y demostrar que la pobreza y las condiciones preca­rias de vida influían poco en la elec­ción de alguien de inclinarse hacia el mundo del crimen. Samenow, que inclusive fue consultor del FBI, con­tinúa asesorando a tribunales estadounidenses.

Periodista: Usted dice que el com­portamiento criminal es una elección. ¿Por qué?
Stanton Samenow: No es solo una elección, es una serie de elecciones. Para quien opta por el crimen co­mo camino de vida, esas decisiones comienzan a tomarse pronto, casi siempre. Por ejemplo: las personas mienten, los adultos y los chicos. Pero los futuros criminales no mien­ten solo para escapar de situaciones embarazosas o exagerar sus actos. Mienten porque obtienen una sen­sación de poder con eso. Mentir se termina volviendo una elección, y es parte de su comportamiento. Otro ejemplo: los niños pequeños se gas­tan bromas los unos a los otros, se pelean, se provocan, pero aprenden (normalmente hasta los cinco años de edad) que lastimar a otros es algo malo. Primero, porque no quieren ser lastimados ellos mismos. Segun­do, porque serán castigados si fue­ran sorprendidos haciendo algo que ellos ya saben que no debe hacerse. Y tercero, y lo más importante, por­que desarrollan una sensibilidad en relación con el sufrimiento de otras personas. En este caso, el futuro cri­minal siente placer en lastimar a los otros, y no solo físicamente. Cosas que cualquiera puede hacer, aun cuando sea nuevo y no sepa distinguir si es bueno o errado, los criminales continúan haciéndolo durante toda la vida. Ellos simplemente no incor­poran lo que se trata de enseñarles. Para ellos, “ser alguien” es ser el cen­tro de las atenciones. Es la vida como una calle de mano única, y el único sentido posible es el que llevan ellos. A todos nos gusta que las cosas sean como queremos, pero aprendemos que no tenemos el control absoluto de nuestras propias acciones. Es un modo muy especial de pensar, que se desarrolla a lo largo del tiempo.

Periodista: La descripción que us­ted hace de un criminal se parece mucho a la de un psicópata. ¿Cuál es la diferencia entre ambos?
Samenow: No es exactamente una diferencia. Existe una escala, como en el caso de la ansiedad y de la de­presión. Los que son denominados como “psicópatas” serían los ocu­pantes de máximo grado en esa es­cala. Pero no creo que el rótulo sea importante en todos los criminales. Lo que es relevante es la presencia de un patrón de pensamiento que es el que lleva hacia un comportamiento de tipo criminal.

Periodista: Persiste la creencia de que el crimen es consecuencia de la ausencia de oportunidades, como producto del medio ambiente. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Samenow: Muchos criminologistas y sociólogos están en desacuerdo, pero a lo largo de estas cuatro déca­das que pasé haciendo entrevistas a criminales de todo tipo, llegué a la conclusión de que el ambiente tiene una influencia relativamente peque­ña sobre el crimen. En lugares muy pobres, con presencias de pandillas y un alto índice de crimininalidad, hay más tentaciones y presiones, de eso no hay duda. Si armas y drogas están al alcance de la mano, cometer delitos es más sencillo. En los lugares en los que la presencia del Estado y de la policía es casi inexistente, es claro que la sensación de que se
puede cometer un crimen sin ser castigado es más fuerte. Pero no podemos decir que la mayoría de los pobres se vuelve criminal, eso no es verdad. O lo que podemos decir es que todo criminal -no importa si es rico o pobre, educado o analfabeto- tiene una forma parecida de pensar. La cuestión es cómo las personas se las arreglan con lo que la vida les ofrece. En la mayoría de los casos, una persona que viene de un vecindario pobre, tiene una familia desestructurada y pocas oportunidades no va por el camino del crimen. Ella tiene hermanos, hermanas, vecinos, que viven esa misma condición y no siguen ese rumbo. Hay un caso que siempre cito. El padre y los dos her­manos de un chiquito estaban en prisión. La tentación para el crimen se encontraba en la puerta de casa para ese nene. Yo pregunté ¿por qué usted no siguió ese mismo camino? El chico me respondió que no estaba interesado, que miró a su alrededor y vio cómo habían acabado sus pa­rientes, cómo estaban esas personas a quienes ellos habían hecho daño, y decidió que él quería ser diferente.

Periodista: ¿Pero qué es lo que lleva a alguien a hacer esas elecciones?
Samenow: Esa es una pregunta cuya respuesta no tengo. Y no conozco a nadie que la tenga. ¿Por qué en una misma familia alguien hace una elección errada y otro no? No lo sé. La neurocriminología comienza a inves­tigar si hay diferencias genéticas en la estructura y en el funcionamiento del cerebro para poder definir esas op­ciones. Pero por ahora, los resultados tienen un alcance limitado. La cues­tión de por qué alguien se convierte en un criminal puede ser comparada a algunas formas de cáncer. No sabe­mos cuáles son los motivos que llevan a los tumores a desarrollarse. Pero sabemos cómo hacer para detectarlos y tratarlos, de manera de evitar que maten al paciente. No es un destino. De la misma forma, tampoco sabe­mos lo que lleva a algunos individuos a pensar como un criminal (cuál es el origen, o la causa, de esa distorsión). Pero nosotros precisamos entender cómo funciona ese patrón de pensa­miento. Cómo los criminales toman sus decisiones y cómo funciona ese patrón de pensamiento. Así, estamos mejor posicionados para decidir qué hacer con ellos. Hay personas que re­presentan un peligro tan grande que precisan estar confinadas, y otras que pueden ser rehabilitadas para vivir en sociedad.

Periodista: Gary Becker, premio Nobel de Economía en 1992, dice que los criminales pesan las venta­jas y desventajas de cometer un cri­men, como las probabilidades de ser apresados, en contraposición con las ganancias que obtendrían con su cri­men. ¿Concuerda usted con eso?
Samenow: Sí. Vamos a hablar de dos tipos de crimen. Primero, el pre­meditado. Ocurre que cuando los cri­minales saben diferenciar lo correcto de lo incorrecto y también saben que pueden caer presos o terminar muer­tos. Pero logran aislar esos miedos, con la certeza de que van a escapar, y llevan el acto delictivo adelante. Ahora pensemos en otro tipo, el cri­men que es cometido en,”el fragor del momento”. Parece un iínpulso, pero en realidad hay una racionalidad de­trás de él. Pensemos en el caso de un hombre que tuvo una separación muy complicada, fue a ver a su ex esposa para firmar unos documeijtos y acaba-matándola., ¿Parece una casualidad, cierto? Pero, después de doce horas de con­versación, descubrí que ya había pensado muchas veces en ma­tarla, inclusive cuan­do estaba casado. Vio la oportunidad, tomó un cuchillo y la mató. Entonces, es verdad que él no premeditó la situación, pero ya la había imaginado men­talmente. No existe eso de un crimen “venido de la nada”.

Periodista: Usted di­ce que una de las ca­racterísticas de la men­te criminal es la incapa­cidad de colocarse en el lugar del otro. ¿Cómo acaba en un crimen?
Samenow: Esa in­capacidad es una de las características de la mente criminal, pe­ro lo que termina en el acto de cometer un de­lito es un conjunto de ellas. En primer lugar, el criminal se coloca a sí mismo en el lugar de alguien que tiene poder total sobre los otros. Por eso, es hipersensible a cual­quier cosa que dañe esa imagen. Si alguien nos habla en un tono de cierta arrogancia, por ejemplo, lo más probable es que no le demos mucha importancia. Pero, para el criminal, eso significa que la persona lo está confrontando. Y le quiere probar a esa persona que eso no se hace. Es así siempre. Es por eso que los criminales están siempre nerviosos, espe­ran que los otros se ajusten a ellos, que se sometan. Lo que el otro habla o siente no es importante, porque lo importante es él. Y, si le infringe algún mal a otro, la culpa no es de él, sino de quien no se comportó como ese criminal piensa que debería haberlo hecho. “Si ese sujeto no me hubie­se mirado de aquella manera…”. Es un guión que se repite: un asaltante entra en una tienda con un arma. El vendedor hace un movimiento brusco y el asaltante dispara. Luego, dice que la culpa fue del muerto: “Él se movió, pensé que iba a sacar un arma”.

Periodista: De acuerdo con usted, las elecciones erradas durante mucho tiempo llevan a la formación de la identidad criminal. ¿Hay rasgos de esas identidad que puedan ser iden­tificados en la infancia?
Samenow: Hay ciertos patrones. Y tal vez profesores cuyos alum­nos repliquen ese patrón podrían identificarlos. Pero no quere­mos rotular a niños pequeños como criminales. Tal vez en la adolescencia, cuando esos pa­trones se intensifican, sea posi­ble trabajar con los individuos más problemáticos. Pero eso es muy difícil. Las personas así no están abiertas a los cambios, a no ser que se metan en un pro­blema muy grande. Entonces, lamentablemente, la mayoría de los criminales que yo entrevisté ya estaban en la cadena. Y solo pude entrar en verdadero contacto porque en la prisión es posible tener la atención de los criminales. Antes de eso, ellos siempre piensan que van a zafar.

Periodista: En relación con los criminales que están presos, us­ted habla de habilitación, no de rehabilitación. ¿Por qué?
Samenow: Rehabilitación sig­nifica restaurar a alguien o a algo para que vuelva a un estadio ante­rior constructivo, como una casa vieja que pasa por una reforma o una vícti­ma de infarto que se recupera. Pero, en el caso de los criminales, no había nada antes. Tenemos que construir de cero: habilitar.
REVISTA NOTICIAS