Depresión: una amenaza cada vez más inquietante

Depresión: una amenaza cada vez más inquietante

Por Fabiola Czubaj
Por lo menos, una de cada cuatro personas que llegan al consultorio de un especialista en salud mental lo hace con síntomas emocionales como la tristeza, la angustia, la apatía o el desgano, o cuadros depresivos más afianzados. Desde la Asociación de Psiquiatras Argentinos afirman que el aumento de ese tipo de consultas que se fue dando especialmente en los últimos 10 años es “significativo” en la práctica, aunque no se dispone de estudios poblacionales.
La muerte del popular actor norteamericano Robin Williams, que sufría de un cuadro depresivo grave, sacó a la superficie esta problemática que es considerada un verdadero flagelo moderno.
Factores externos e internos como la violencia, la inestabilidad laboral percibida o real, las frustraciones, la insatisfacción constante o los reproches por no poder cumplir siempre una demanda cultural de éxito instalada en la sociedad influyen quizá como nunca antes en un mundo convulsionado, que no da tregua a la psiquis. “La Organización Mundial de la Salud (OMS) planteó en reiteradas oportunidades que estamos ante una verdadera catástrofe epidemiológica, en la que los desórdenes mentales representan el 12% de las causas de enfermedad en el mundo. Del total de las patologías, los informes epidemiológicos evidencian que hay cerca de un 46% de cuadros depresivos. La OMS ya los considera «el flagelo de este siglo»”, indicó el doctor Horacio Vommaro, presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y presidente honorario del Capítulo de Violencia y Salud Mental de la entidad.
Entonces, frente a este diagnóstico, que se aplica sobre todo a las ciudades, si los Estados no reaccionan rápidamente y las autoridades de salud pública no comienzan a trabajar para revertirlo, se cumplirá la proyección internacional de que hacia 2030, la depresión será la primera causa de discapacidad.
“La predicción de la OMS se fundamenta en que las condiciones de vida actuales favorecen el desarrollo de estos estados, que se manifiestan junto con otras alteraciones psicosomáticas y diversas situaciones sociales y familiares”, indicó Vommaro.
En mayo pasado, la OMS publicó su último informe sobre salud adolescente en el mundo. Allí, alertó sobre que la depresión ya se había instalado como la primera causa de enfermedades y discapacidad en los adolescentes. No sólo eso: también es la tercera causa de muerte entre los 10 y 19 años.
En la práctica, la depresión, las adicciones, la angustia, las conductas maníacas, las fobias y los problemas de memoria, de atención y concentración son las principales afecciones psíquicas por problemas económicos y sociales.
Para el doctor Andrés Rascovsky, ex presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina, “la vida cotidiana de la modernidad está acosada por un proceso de duelo o síntomas depresivos que, no bien elaborado o tratado, se vuelve difícil superarlo de forma espontánea. Es por eso que los consultorios que lo ofrecen se han extendido mucho en estos años”, dijo.
Pero cuando el reproche, la tristeza y la apatía comienzan a poner en riesgo la vida, hay indicadores que ayudan a darse cuenta de cuándo una persona pasa de un duelo normal a uno patológico. Rascovsky mencionó el aislamiento excesivo, la falta de interacción con otros, la retracción, el desinterés por las cosas y la pérdida de la esperanza.
Por eso, se recomienda que los familiares o los amigos que perciban esas conductas realicen una consulta precoz para guiar un proceso de curación “que no es una medicación ni una palmada en la espalda”.
LA NACION