Menos Ego, más conciencia

Menos Ego, más conciencia

"Hasta tomar té, todo nos puede acercar a Dios", explica Sidelski

Podemos transformar cualquier hacer, por humilde que sea, en una forma de meditación. La condición es amar lo que hacemos y trascender el ego. Así alcanzamos lo más profundo de nosotros”, explica Daniel Sidelski, psiquiatra y creador del coaching profundo, mientras prepara un té de frutos azules que trajo de un viaje al Sur. “Escribir poesía; jugar con los sonidos que arranco con mi flauta de caña; recoger las hojas secas del jardín; hasta tomar té, todo nos puede acercar a Dios”, sonríe.
Clave. Cuando un paciente me pregunta cuál es la mejor técnica para meditar, le respondo: la que no abandonamos. Cuando descubrimos una técnica nueva y nos enamoramos de ella, los primeros tiempos son apasionantes. Pero luego sobreviene el aburrimiento, muchas veces abandonamos y así nunca llegamos a ninguna parte. La persistencia es la clave para que meditar nos ayude a realizarnos”, advierte.
Sabiduría interior. “El coaching profundo es un encuentro para facilitar, con preguntas, el alumbramiento de la sabiduría presente en toda persona, generando una expansión de conciencia. Combina elementos de la psicoterapia y del coaching a partir de ideas del filósofo y terapeuta estadounidense Ken Wilber.
El centauro. “Desde que es bebe y hasta que cumple con todas las etapas del ciclo vital, el ser humano evoluciona –explica el terapeuta–. En realidad, lo que evoluciona es la identidad de lo que el ser humano cree que es. Por eso hablamos de camino de evolución consciente. Y el coaching profundo ayuda a armar un ego saludable, es una herramienta para que el ego se pueda disolver y dar paso a otros niveles de conciencia, a la espiritualidad. Ken Wilber denomina centauro al hombre integrado, su parte animal y su parte intelectual formando un todo.”
Sol y luna. “En la evolución de un ser humano, Wilber distingue un primer nivel que denomina preegoico, previo a la formación del ego. Se subdivide en arcaico, mítico y racional. Después vienen las etapas del desarrollo espiritual, en primer lugar el misticismo natural, donde uno se siente parte de la naturaleza. Recuerdo una escena de la película Hermano sol, hermana luna, la de la misa de San Francisco, con la gente del pueblo que llega trayendo frutos, animales, con cantos, y todos se reúnen hermanados con alegría y se reparten el pan. Luego, el misticismo teísta, narrado por San Juan de la Cruz en su libro La subida al monte Carmelo, donde describe la comunión con Dios y la cantidad de peligros que el alma sufre para llegar a él. Después el misticismo sin forma, que sería disolverse como un testigo absoluto, donde ser y no ser son lo mismo.”
Paradigmas. La aplicación de la tecnología del coaching comienza por proponer a la persona que describa el lugar en el que se ve ahora, y luego, que describa dónde le gustaría estar. Ahí se produce una brecha y el coach le hace preguntas para que la persona cuestione sus paradigmas y pueda liberar energías. Por ejemplo: “Me enoja que mi mujer no me escuche cuando yo necesito que me escuche”, dice el consultante. A lo que el coach responde: “¿Por qué es un problema que tu mujer no te escuche?”, y el consultante contesta: “Porque no me tiene en cuenta”. Sigue preguntando el coach: “¿Y por qué es un problema que tu mujer no te tenga en cuenta?” Y la respuesta: “Porque eso significa que es una mujer muy egoísta”. Y vuelve a inquirir el profesional: “¿Y por qué es un problema que su mujer sea egoísta?” Pero en ese momento la respuesta del consultante cambia completamente el clima. Dice: “Es que yo no sé cómo estar al lado de ella”. Es un cambio fundamental: dejó de ser víctima, de enfocarse en el afuera para pasar a enfocarse en el adentro y ser protagonista. Porque es él el que no sabe cómo manejar la situación. Hasta ese momento creía que la causa de su problema era la actitud de su mujer, pero ahora comprende que es él el responsable. Cuando no hay neurosis que complique el proceso, con ese nivel alcanza. En la medida en que esa energía se libera, el consultante siente un entusiasmo como para querer abrazar a su mujer. La brecha se cierra y el ser puede abrirse a otros niveles de conciencia.
LA NACION