06 Aug Taxis, aviones y bicicletas: cómo se esparce el temible Ébola
Por Kate Kelland
Para los científicos que rastrean el mortal virus del Ébola en África Occidental, el tema no es la complejidad virológica y genotípica del mal, sino el modo en que los organismos contagiosos -como los humanos- usan aviones, bicicletas y taxis para trasladarse.
Por el momento, las autoridades no tomaron medidas para limitar los vuelos internacionales a esa región. Las aerolíneas asociadas a IATA comunicaron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomendó ninguna restricción de ese tipo ni el cierre de fronteras.
El peligro de que el virus llegue a otros continentes es bajo, según los epidemiólogos. Lo que sí es vital es el seguimiento de toda persona que haya tenido contacto con un infectado, para así ganarle la delantera al brote de África Occidental. Y hacerlo muchas veces implica conseguir información aparentemente rutinaria sobre la vida de las víctimas.
En Nigeria, que tuvo un caso importado del virus en un paciente liberio-norteamericano que voló a la ciudad de Lagos esta semana, las autoridades tendrán que rastrear a todos los pasajeros y a todos los que se hayan cruzado en el camino del infectado para impedir un brote como el que han sufrido otros países de la región.
El brote en África Occidental, que comenzó en Guinea en febrero, ya se extendió a Liberia y Sierra Leona. Con más de 1300 casos y 728 muertos, es el brote más grande desde que el virus del Ébola fue descubierto, hace casi 40 años.
Sierra Leona declaró el estado de emergencia sanitaria para frenar el avance de la enfermedad, mientras que Liberia cerró escuelas y puso en cuarentena a algunas localidades.
“Lo más importante es vigilar de cerca a todo aquel que haya tenido contacto o se haya expuesto a la enfermedad”, dijo David Haymann, profesor de epidemiología de enfermedades infectocontagiosas y jefe de seguridad sanitaria mundial del Real Instituto Británico de Asuntos Internacionales.
La diseminación de brote desde Guinea hasta Liberia, en marzo, muestra hasta qué punto es fundamental hacer un seguimiento de los aspectos más rutinarios de la vida de las personas para contener el brote.
En el caso de Liberia, los epidemiólogos y virólogos creen que el paciente cero fue una mujer que había ido a un mercado en Guinea, antes de regresar, ya sintiéndose mal, a su hogar en el vecino norte de Liberia.
La hermana de la mujer la cuidó, y al hacerlo contrajo el virus ella misma, antes de que su hermana muriera a causa de la fiebre hemorrágica que produce la enfermedad.
Con los mismos síntomas, y temiendo correr igual suerte, la hermana quiso encontrarse con su marido, un migrante interno contratado en el otro extremo de Libia en las plantaciones de caucho de la empresa Firestone.
La mujer se tomó un taxi comunitario hasta la capital, Monrovia, y así expuso al virus a otras cinco personas que contrajeron el virus y más tarde murieron. En Monrovia, la mujer se pasó a la moto de un joven que se ofreció a llevarla hasta la plantación. Desde entonces, las autoridades sanitarias de Liberia han buscado desesperadamente al joven para conocer su estado de salud.
“Es una situación semejante a la del hombre que llegó en avión a Lagos y murió”, dice Derek Gatherer, de la Universidad de Lancaster, Gran Bretaña, un virólogo que sigue de cerca el brote de la enfermedad en África Occidental.
Los casos de Ébola en Liberia ya suman 249, incluidas 129 muertes, según los últimos datos de la OMS, aunque no todos esos casos están conectados con el caso de la mujer que fue al mercado en Guinea.
Gathered señaló que si bien el Ébola no se contagia por el aire y no es considerado una enfermedad “supercontagiosa”, los viajes transfronterizos pueden facilitar mucho su diseminación. “Son una de las razones por las que se extienden de esta manera las infecciones”, dijo.
Según los infectólogos, el riesgo de que el virus del Ébola se abra camino fuera de África, hasta Europa, Asia o el continente americano, es muy remoto, en parte debido al proceso agudo de la enfermedad y a sus letales características.
El momento en que un paciente es más peligroso es cuando la fiebre hemorrágica del Ébola ya está en su etapa terminal, generando sangrado tanto interno como externo, con profusión de vómitos y diarreas, todos fluidos con altas concentraciones de virus contagiosos.
Quien esté en esa etapa de la enfermedad ya está cerca de la muerte, y probablemente demasiado enfermo como para viajar, dice Bruce Hirsch, experto en infectocontagiosas del Hospital de la Universidad North Shore, en Estados Unidos.
“Por supuesto que es posible que una persona piense que sólo tiene una gripe, que se suba a un avión y que luego se desencadenen los síntomas más críticos. Ésa es una de las cosas que más nos preocupan”, dijo Hirsch, que agregó, sin embargo, que “el riesgo de que el Ébola llegue a Estados Unidos o Europa no es nulo, pero es muy remoto”.
Heymann señala que el único caso conocido de Ébola que haya salido de África y llegado a Europa por avión fue en 1994, cuando una zoóloga suiza se contagió el virus cuando diseccionaba un chimpancé en Costa de Marfil. La mujer fue aislada y dada de alta dos semanas después, sin haber contagiado a nadie.
“Los brotes pueden frenarse con buen control epidemiológico y generando conciencia y responsabilidad en quienes han tenido contacto con personas infectadas”, dijo Heymann.
LA NACION