24 Jul Viajar con la familia pegada en el auto
Por Angeles Castro
Siluetas blancas de papá, mamá, nena y nene. Figuras en color plata de papá, mamá, hijo, hija y perro. Diseños coloreados de una pareja y sus tres hijos. La ornamentación se repite en los parabrisas y los baúles de los autos de los porteños. No hay duda al respecto: la moda de los family stickers llegó a Buenos Aires a principios de 2011 y, desde fines de año, está cada vez más presente en las calles de la ciudad.
Soledad Diez, de 30 años, que vive en la Capital, donde trabaja como secretaria en un estudio contable, es una de las personas que adhirió a la posibilidad de adornar su vehículo con calcomanías que representan a su familia. “Me regalaron el auto para el Día de la Madre del año pasado y, a la semana, ya fui a colocarlas. Mi marido no quería pegarlas en el suyo, pero a mí me parecen lindas y simpáticas”, relató a LA NACION.
En la parte de atrás de su Suzuki Fun rojo, muestra orgullosa las pegatinas blancas que simbolizan a un hombre, una mujer cargada de bolsas, una nena y un niño con gorrita y una pelota. “Somos mi marido, mi hija Mia (de 3 años), mi hijo Thiago (de un año y medio) y yo, que soy compradora compulsiva”, describió.
Como ella, miles de padres y madres de familia decidieron personalizar sus rodados con estos stickers, que son también una forma de expresar el orgullo por los seres más queridos. La práctica -recuerdan los fabricantes locales de las calcomanías- comenzó en Australia ( www.thestickerfamily.com.au ), de la mano de Mónica Liebenow y su esposo Phil Barham. Sus modelos tienen protección por derecho de autor, pero se exportan a varios países incluida la Argentina.
La moda se expandió por los Estados Unidos y luego aparecieron las figuras creadas en Brasil, que son de libre reproducción. Aquí, además, diseñadores locales confeccionaron otras opciones. “Los principales compradores son de Buenos Aires, tanto de la Ciudad como de la provincia; en menor medida, residentes en las ciudades de Santa Fe y Córdoba. Y también de Entre Ríos y Corrientes”, explicó Eduardo, de Armá tu Familia, una de las firmas fabricantes, que ofrecen un catálogo on line ( www.armatufamilia.com.ar ) con más de 150 siluetas disponibles. Además, tienen un showroom en Palermo para la compra al por menor. Cada calco cuesta entre 5 y 12 pesos la unidad de acuerdo al modelo que se elija.
Dentro de la Capital, los vecinos que más adhieren a la moda son los de “Palermo, Belgrano y el microcentro”, sostuvo Paula, de Vivilos-Decoración con Estilo ( www.vivilos.com.ar ), empresa que también confecciona más de 60 tipos de stickers en vinilo de corte blanco y negro o también impresos a colores.
Ambos fabricantes coincidieron: cuando se lanzaron las calcomanías, al comienzo del año pasado, los principales interesados fueron familias de clase media-alta y de conformación tipo (matrimonios con dos hijos y la mascota), pero luego el mercado se amplió, incorporó a familias de todos los segmentos y variada integración, así como a parejas sin hijos y hasta personas solas.
Hoy, efectivamente, las calcomanías familiares saltan a la vista de cualquier porteño que preste medianamente atención a su entorno. Quienes las usan, “quieren decirle al mundo entero: ésta es mi familia, la amo”, según la interpretación de su creadora, Liebenow.
CONTRACARA DE LA MODA
Mucha gente, no obstante, es detractora de la moda. Como Liliana Sánchez, que es contadora y maneja su auto. “Yo odio arruinar el auto con calcos y otras hierbas. Los stickers familiares son antiestéticos y por demás inútiles. Además, ¿a quién le interesa saber cómo está constituido el grupo familiar del auto que va adelante?”, protestó. En tanto, desde la Organización RB Seguridad, dedicada a brindar servicios en ese rubro, advirtieron que se trata de una “moda insegura”, porque “facilita el acceso del delincuente a información sumamente sensible como la cantidad y edad de los hijos, o hasta si la familia está compuesta por padre o madre soltera. El miembro de la familia que conduce el auto se expone a una situación de riesgo adicional”.
En rigor, algunos incorporan debajo de los dibujos los nombres de las personas simbolizadas. Otros tantos prefieren identificar cada una con un adminículo relacionado con su actividad o temperamento: notebooks, tablas de surf y electrodomésticos, entre otros.
Soledad Diez desestimó este temor. “No soy paranoica; si no, uno no puede hacer nada. Si alguien quiere información de mi familia, la saca de cualquier lado: Internet, Facebook, vigilando la casa… Estoy muy contenta con mis stickers, por eso los coloqué tan rápido”, detalló.
LA NACION