Cuando el trabajo también es salud

Cuando el trabajo también es salud

Por Sebastián A. Ríos
“Todos los miércoles viene un profesor de educación física. Pasa por los escritorios y nos pregunta si queremos hacer ejercicios de estiramiento. ¡Y es ahí cuando nos damos cuenta de que estábamos recontracturados! Estiramos de a uno o en grupo, en nuestros escritorios, y es un momento en que el aprovechamos para charlar y conocer al de al lado, ya que ésta es una empresa grande”, cuenta Aldana Garategaray, de 30 años, ejecutiva de punto de venta de Kimberly Clarke.
Las clases de estiramiento no son las únicas que toma Aldana durante su horario de trabajo. Los jueves, después de almorzar, suele dedicarle unos 15 minutos a una sesión de reflexología. “El programa Vivir Bien que nos ofrece la empresa incluye descuentos en gimnasios, un running team, entre otras cosas, pero yo prefiero tomar las sesiones de reflexología o masajes, porque son aquí dentro, en una salita armada especialmente”, dice Aldana, que asegura que esas breves sesiones le permiten retomar sus actividades laborales con energías -físicas y mentales- renovadas.
Para Gabriela Wenner, de 62 años, asistente country manager de la División Diagnóstica de Roche, las clases de yoga a las que asiste los martes y jueves en el trabajo, durante el horario del almuerzo, no sólo son una forma de desestresar la jornada: “Algunos vienen sólo para relajarse, pero para mí es algo más profundo. Es una terapia completa, vivificante, para mente, cuerpo y alma; yo la practico desde hace muchos años, y desde hace 3 en la empresa”, cuenta.
Ya sea para mejorar la productividad de sus empleados, para fomentar su fidelidad y su compromiso hacia la compañía, para hacer coincidir los valores que ésta propugna con lo que se vive puertas adentro o, simplemente, como acción de marketing (interno y externo), cada vez son más las empresas argentinas que llevan adelante distintas acciones para cuidar la salud de su fuerza de trabajo. Los gimnasios in company o las islas de alimentación saludable han desplazado a propuestas más livianas -salitas de juegos con ping-pong o mullidos pufs donde recostarse- en la carta de presentación de espacios laborales que buscan destacarse en un contexto complejo, pero no por eso menos competitivo.
Así, los gimnasios y las clases de yoga, de stretching y hasta de acquagym conviven con sesiones de masajes o de reflexología en horario laboral (o fuera de él), así como con running teams exclusivos y una creciente participación corporativa en carreras de calle, clases de tenis o partidos de fútbol.
La buena alimentación y el cuidado nutricional son otras áreas en las que muchas compañías buscan destacarse. No sólo ofreciendo menús cuidados y sanos en sus comedores, sino también poniendo al alcance de los empleados frutas y snacks saludables, abriendo consultorios de nutrición dentro de las oficinas y ofreciendo clases de cocina orientadas a favorecer una alimentación equilibrada.
Nadina Sarnari, analista en farmacovigilancia del Departamento Médico de Roche, bajó 15 kilos gracias al programa Vivamos Mejor, que ofrece esa compañía. “Durante mis primeros dos embarazos, que fueron muy seguidos, subí bastante de peso. Luego, en el tercero no aumenté pero seguía sin poder bajar -cuenta Nadina, de 32 años-. Por eso cuando recibí un mail en el que nos informaban que íbamos a contar con la visita periódica de una nutricionista, me anoté. Ella me propuso un plan de alimentación y un plan de ejercicio físico.”
Desde entonces, todas las jornadas laborales de Nadina comienzan en el gym. “Cuando llego a la empresa, dejo a los chicos en la guardería y voy al gimnasio. Entro a las 7.20 y hago 45 minutos de ejercicio todos los días, que es algo que no podría hacer si no tuviera el gimnasio dentro de la empresa -asegura-. De hecho, tengo un minigimnasio en casa, pero la verdad es que con tres chicos me es imposible organizarme para poder hacer ejercicio.”
Para María Jesús San Pelegrini, de 27 años, asistente de marketing de la marca Ser en Danone, contar con gimnasio en la empresa es la única forma de garantizar una continuidad en la práctica de actividad física: “Si tuviese que ir a un gimnasio por mi casa creo que terminaría cancelando siempre porque entre los líos de transporte y el tránsito me sería imposible llegar”, dice, y cuenta que va por las mañanas, antes de empezar su jornada de trabajo “para asegurarme de que no lo voy a cancelar después por el cansancio del día”.
“Tener el gimnasio tres pisos arriba de mi oficina es un golazo: me evita tener que volver a arrancar cuando llego a casa, después de trabajar”, dice por su parte Nicolás Dobler, de 34 años, nature manager de Aguas Danone Argentina. Nicolás sube al gimnasio los lunes y miércoles, entre las 17.30 y las 18, para una hora y media de entrenamiento bajo supervisión de un profesor de educación física. “Hay compañeros que prefieren ir a la mañana o al mediodía, para cortar la jornada laboral: van un rato al gimnasio y después almuerzan liviano, pero yo prefiero ir después -dice-. Cuando termino me pego una ducha y me voy para casa, con el beneficio adicional de que como salgo un poco más tarde, el tránsito está aligerado.”
En los dos años que lleva trabajando en el edificio ubicado en Moreno 877, Nicolás bajó 10 kilos. Parte del logro se debe a la posibilidad de llevar adelante su rutina de actividad física en la oficina, pero otra parte es resultado de haber mejorado su alimentación… en la oficina. “Acá tengo a total disposición frutas y productos como lácteos y aguas”, explica Nicolás.
“La idea es que la empresa sea un buen lugar para trabajar”, afirma José Manuel Aggio, director de Recursos Humanos de Danone Argentina. “El origen de nuestro programa Health Inside tiene que ver con la misión de brindar salud a través de la alimentación, y volcarla hacia adentro de la organización: trabajar en la salud y en el bienestar de quienes trabajan en la empresa -explica-. Por eso en la sede tenemos en uno de los pisos un gimnasio, pero también un acuerdo con el gimnasio del Hotel Intercontinental [el edificio de al lado] para que nuestra gente pueda hacer acquagym y yoga, y un running team que se reúne los miércoles. También tiene que ver con que nuestros espacios son libres de humo, con que hay siempre a disposición productos lácteos, agua y fruta en estaciones saludables, para sacarlos del junk food, y con que tenemos una nutricionista en la sede para que puedan consultar.”
José Manuel reconoce que cuando algún candidato visita la empresa para una entrevista de trabajo le llama la atención el gimnasio. “No sé si alguien elegiría hoy venir a trabajar sólo por este tipo de beneficios, pero seguramente piensa que si la compañía ofrece esto a sus empleados, es un buen lugar para trabajar”, opina. Muchos de los empleados consultados coincidieron en que en una futura búsqueda u oportunidad de cambio laboral tomarían en cuenta los beneficios en materia de salud con los que hoy cuentan.
“Dentro de la cultura de nuestra empresa está la idea de que para que los empleados puedan ser productivos y puedan desarrollarse en la organización tienen que poder llevar una vida balanceada en muchos aspectos, y uno de ellos es la salud”, dice por su parte Damián Chernavsky, director de Recursos Humanos de Roche, que asegura que es notable el retorno que tienen las acciones que lleva a cabo la compañía en términos de productividad y buen clima de trabajo.
“La repercusión de nuestro programa Vivamos Mejor es muy buena, en parte porque tratamos de que haya actividades que puedan abarcar los distintos intereses de nuestra gente”, agrega María Dundas, jefa de Compensaciones, Performance & Beneficios de Roche.
“Es fundamental que las acciones que se toman dentro de la empresa para el cuidado de la salud y el bienestar de sus empleados sean pensadas en función del perfil de cada uno de ellos -advierte Fabiana Gadow, socia directora de Recursos Humanos de Deloitte-. No es lo mismo una empresa donde mayoritariamente los empleados son jóvenes que otra donde son personas con hijos, o si mayoritariamente el personal es masculino o femenino.”
Gadow advierte que los principales errores o riesgos a la hora de implementar acciones saludables dentro de la empresa son varios: hacer acciones aisladas por moda; no medir su impacto -“abrir un gimnasio, pero no evaluar si la gente lo usa”-; no comunicarlas; no acompañarlas por otras acciones que también hacen al vínculo contractual entre empresa y empleado -“brindar capacitación, por ejemplo”-, o que tienen un impacto clave en la salud -“una buena cobertura médica”-, y, fundamentalmente, que no estén alineadas con la estrategia de negocio y la cultura de la empresa, y con el tipo de área en la que desarrolla su actividad.
Con lo que no está de acuerdo Gadow es con el argumento bastante difundido de que brindar beneficios relacionados a la salud nace de la búsqueda de retener a la llamada generación Y en su lugar de trabajo (nacidos entre 1980 y 1995, los miembros de esta generación son tildados de tener un menor compromiso con la empresa). “No creo que los jóvenes tengan menos compromiso con el trabajo”, enfatiza Fabiana. José Manuel coincide: “En todo caso, las generaciones jóvenes son más conscientes acerca del cuidado de la salud. Hace 20 años, si hacías que una oficina fuera libre de humo, la gente se quejaba, mientras que hoy no se quejan ni los que fuman”.
Es que el énfasis en la promoción de la salud de los empleados surge en el contexto de una tendencia de la sociedad hacia su cuidado, pero también hacia la actividad física y el balance entre distintas dimensiones de la vida. “Las empresas nos estamos moviendo en esa dirección -concluye José Manuel-. Algunas se podrán demorar, pero a la larga es el mercado mismo el que lo pide.”
LA NACION