08 Apr El mundo tecnológico quiere saber qué será de Apple sin Steve Jobs
Por ALEJANDRA BERESOVSKY
Es cierto, Apple ya se había independizado de Steve Jobs, allá a mediados de los ochenta, y no logró retomar la buena senda hasta re-contratarlo (justamente a él, su fundador, que aceptó nada rencoroso). Pero en aquel momento el desprendimiento se había producido en medio de una situación de fracaso, cuando la computadora de nicho y de lenguaje para un club cerrado no le permitió salir de la meseta y -por el contrario- la condujo a la caída.
Pero hoy Apple está en una situación totalmente distinta, precisamente fue Jobs el que la hizo independizable: le dio una estrategia y una ventaja competitiva sustentable.
Cuando regresó al seno de Apple a fines de los noventa le sumó líneas de negocio y dejó de concentrarse en la Mac, ese producto Premium que sin embargo, es hoy líder en su segmento.
Su paso por el mundo del espectáculo (había comprado parte de la productora Pixar tras dejar Apple) fue en gran parte responsable de que hoy el mundo de la tecnología esté más cerca del entretenimiento que de la ciencia. Hay gran interés por los contenidos, pero Apple hace que también sus chiches causen fascinación, incluso sin activarlos. Quizá por su diseño minimalista, como el del primer iPod blanco que hacía lucir cool a quien lo llevara colgado, cada nuevo producto que lanza es atractivo por sí mismo, justamente cuando se pensaba que estábamos en el paradigma del software, donde lo que importaba no era la máquina, como fierro, sino su inteligencia de procesamiento.
Una marca con credibilidad, coherencia en el diseño simple y elegante, sorpresa y funcionalidad con cada producto, permiten que aunque las imitaciones sean rápidas (su última innovación el iPad fue copiado burdamente por reconocidas marcas) las réplicas se parezcan más a una copia pirata que a una verdadera competencia.
Esa es la estrategia de Apple, tan distinta a la de los ochenta y tan exitosa: el hardware como entretenimiento y la creación constante de nuevos modelos como plataformas de contenidos, además de la diversificación del portafolio y, por lo tanto, del riesgo.
Apple no es tan diferente de lo que fue la Disney cuando el cine lo era todo y aunque la Disney se copió un poco a sí misma por un tiempo para sobrevivir cuando desapareció su fundador, consiguió a tiempo refrescarse con personajes e historias nuevas y mantuvo esa esencia de la que hoy se nutre también la marca de la manzanita: la fantasía.
Y los números lo demuestran, es la empresa de tecnología con mayor valor de mercado (u$s 310.000 millones) y ratios de crecimiento superiores al 50% en los últimos balances trimestrales. Algo más que una empresa común: esas que viven un pico de crecimiento en el primer periodo de aventura y se amesetan en la etapa de profesionalización.
EL CRONISTA