Los Leones rompieron con la historia y son semifinalistas

Los Leones rompieron con la historia y son semifinalistas

Por Gastón Saiz
Hay logros fundacionales a través del tiempo. Hubo un día idílico en que los Pumas, la Generación Dorada y las Leonas pegaron el salto de calidad. Triunfaron. Trascendieron. Reescribieron la historia, como otros seleccionados y deportistas individuales. Y cada vez que el deporte argentino sintió un vacío, enseguida emergió otro relato labrado a fuego lento, que ya traía consigo su mística interior. Sólo faltaba que en algún momento alumbrara. Ahora es el turno de los Leones, un equipo que se perfilaba para explotar recién los Juegos Olímpicos de Río 2016, pero que encontró su punto de maduración el martes con la clasificación para las semifinales del Mundial.
Se formó un grupo, mezcla de talentosos y luchadores, que en la cancha respeta el libreto con disciplina espartana. El corazón de cada jugador bombea fuerte y se acelera, pero juntos controlan la máquina para que el sistema no colapse. No dan un centímetro de ventaja ni esperan que el compañero redoble esfuerzos para el lucimiento personal. La solidaridad es el valor primordial de este seleccionado que archivó definitivamente los sextos puestos en Londres 1986 y Kuala Lumpur 2002 como mejores figuraciones en mundiales. Ya está entre los cuatro mejores. Pero cuidado: ésta es todavía una obra inconclusa, porque al frente del proyecto hay un optimista por naturaleza, un técnico con energías infinitas que motiva a sus jugadores a sobrepasar sus límites. “Voy a descansar cuando me muera”, jura Carlos Retegui, el hombre que rompió con el protocolo y asumió la responsabilidad de dos seleccionados a la vez, ante la incredulidad de sus colegas.
Allí, dentro del vestuario, se desató una fiesta increíble. Afuera esperaban padres, parejas y amigos. “¡Que este viernes, cueste lo que cueste / este viernes tenemos que ganar!” , cantaban abrazados los 18 jugadores. Espiaban el futuro sin conformarse, tras haber ganado “el partido más importante de la historia del hockey masculino”, según definió el Chapa, en referencia al 5-1 ante Sudáfrica. Fue el éxito que les dio a los Leones el pasaporte para ingresar en ese cuarteto de privilegio. Parece irreal, aunque no lo es: la Argentina, 11° del ranking, revolucionó el torneo al infiltrarse entre las principales potencias. Pasado mañana se medirá ante Australia, el N° 1, y la otra semifinal la animarán Holanda (3°) e Inglaterra (4°). A un costado quedó penando Alemania, bicampeón olímpico y 2° del listado, un gigante que sentenció su destino fatal tras perder 1-0 con los Leones en la 2a fecha del Grupo B.
Claro que hubo nervios frente a Sudáfrica, el rival más débil de la zona. Durante un lapso del segundo tiempo, la Argentina llegó a jugar con sólo 8 Leones por tres tarjetas amarillas. Pero estos muchachos encontraron el tesoro de las semis con las conquistas de Gonzalo Peillat (2), Lucas Vila (2) y Joaquín Menini, que consiguió el primer desahogo con el tanto de apertura. Cada una en su época, muchas generaciones del hockey masculino habían fallado en momentos clave de Mundiales o Juegos Olímpicos, cuando acariciaban la hazaña. El propio Retegui y su colaborador Alec Doherty pueden contar las veces en que se les malogró el sueño en su etapa de jugadores, tanto por impericia o porque los sobrepasó el escenario. Sin embargo, estos bravos Leones se plantaron para revertir una larga lista de frustraciones.
Hay que restregarse los ojos, pero sí: el hockey de varones llegó a las semifinales de una Copa del Mundo, lo impensado en tantos años de lucha. Es la rama de esta disciplina que en nuestro país representa apenas el 20% en cuanto a jugadores federados, porque el resto se lo llevan las mujeres. Un ámbito que hasta ayer sólo recibía sponsors porque acompañaba a las Leonas y funcionaba como furgón de cola. La buena noticia es que el plantel no se empachó con el objetivo cumplido, aquí nada terminó: ahora llega la poderosa Australia, esa contragolpeadora letal, y para ellos implica otro fascinante desafío. Embarcados en esta aventura, ya buscan otro punto de quiebre en la historia.
LA NACION

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