El fraude de Wall Street y el documental que se llevó el Oscar

El fraude de Wall Street y el documental que se llevó el Oscar

Por Laura García
¿Cómo se siente venderle a la gente inversiones que ustedes mismos consideran basura?
–¿Es una pregunta hipotética?
–No, es real.

El CEO de Goldman Sachs arquea las cejas. Apenas disimula su desprecio, sentado junto a los demás popes de Wall Street frente a un panel de senadores hambrientos de sangre (y una dosis de humillación pública para ofrecerle a sus votantes). Pero estos hombres no están acostumbrados a dar explicaciones. Y su condescendencia burlona es casi tan irritante hoy como lo era en el peor momento de la crisis.
La escena pertenece a Inside Job, el documental sobre la crisis financiera que se llevó el Oscar este año y que aportó la única nota política de la noche: “Antes que nada quiero pedir disculpas pero debo comenzar diciendo que tres años después de la horrible crisis financiera causada por un fraude masivo no hay un solo ejecutivo que esté en la cárcel y eso está mal”, recordó el director Charles Ferguson.
Hubo aplausos inmediatos en un momento que reeditó la mejor tradición de Hollywood: glamour con guarnición de conciencia política.
Ferguson, un profesor de matemática doctorado en el MIT en Ciencias Políticas y antiguo asesor en la Casa Blanca, da en la tecla. No sólo no hay ejecutivos presos. Poco y nada ha cambiado desde que la crisis prometió una revisión honda de la lógica que rige a Wall Street o al menos, de los límites que buscan civilizarla.
Para los dueños de la industria, la recesión quedó atrás hace rato. Jamie Dimon, la cabeza de JPMorgan, recibió en 2010 un bonus en acciones por u$s 17 millones (el mayor de la industria), lo que supone un regreso a los niveles previos a la crisis.
De poco parece haber servido toda la tinta que corrió sobre incentivos perversos y distorsionados. Y tanta diatriba contra la desmesurada cultura de los bonus.
Sin ir más lejos, hoy los legisladores republicanos están impulsando un drástico recorte de los gastos de varias agencias regulatorias, como la SEC y la Commodity Futures Trading Commission, que podrían achicar su presupuesto hasta en un tercio.
Las mismas agencias que están en el centro de la reforma financiera aprobada por Obama –en lenta y dolorosa implementación– y que deberán evitar o al menos avisar a tiempo sobre la próxima crisis.
Inside Job da pie a embarcarse precisamente en este ejercicio casi insalubre del balance, con testimonios certeros de personajes que van desde George Soros hasta Nouriel Roubini.
Pero pocos tan jugosos como el de Kristin Davis, la voluptuosa rubia conocida como “la madama de Wall Street”, que no calla nada ni parece preocupada por la posibilidad de perder clientes. Será que acaba de cumplir una condena de cuatro meses. Algo que no comparte con ninguno de sus “admiradores”.
EL CRONISTA