El día en que Goldman Sachs se vengó de un tuitero que lo puso en ridículo

El día en que Goldman Sachs se vengó de un tuitero que lo puso en ridículo

Por Matías Barbería
Había una vez una cuenta de Twitter que era manejada en forma anónima por un ex empleado de Goldman Sachs, uno de los más poderosos bancos de inversión de los Estados Unidos. La cuenta llamada “”Chismes del Ascensor de Goldman Sachs”” se ganó más de 600 mil seguidores y el odio de los directivos del banco al exponer los comentarios y conversaciones que mejor retrataban la mentalidad competitiva, infantil, machista y reñida con la ética que se respira en los pasillos de la empresa. El autor de la cuenta, cuya existencia misma aun genera dudas, perdió el anonimato días atrás, cuando consiguió un contrato para publicar un libro sobre el sector financiero. Ayer, perdió algo más: el propio contrato editorial, que fue cancelado tras oscuras negociaciones que terminaron con un irónico tuit de la cuenta oficial del banco burlado… “”Al parecer los ascensores suben, pero también bajan””.
El retrato que Martin Scorsese hizo de la cultura del mundo financiero en “”El Lobo de Wall Street”” podría ser menos exagerado de lo que parece.
John Lefevre, de 34 años, es el hombre detrás de @GSElevator, la cuenta que con sus tuits consiguió poner a rabiar a Lloyd Blankfein, CEO de Goldman Sachs cuya cara es el “avatar” (la imagen que hace a la identidad de una cuenta en Twitter) de la parodia. Lefevre hizo la mayor parte de su carrera en Citigroup, en Asia, y pasó un tiempo muy breve en la oficina de Hong-Kong de Goldman Sachs.
El tuitero es un personaje digno de sus tuits. Una anécdota lo retrata comprando un Maserati “”tan intoxicado”” que el vendedor tuvo que manejar hasta su casa. Pocos días después, ese auto deportivo había sido destruido en un accidente.
Otra anécdota lo muestra como representante del Citi de una conferencia telefónica con clientes en la que también tomaban parte sus competidores de UBS. “”Fiebre””, tal es su apodo, se sumó a la llamada con dos teléfonos distintos: en uno se identificó con su nombre y en el otro lo hizo bajo el nombre de “”UBS””. Mientras el cliente más importante hablaba, el banquero cortó este segundo teléfono para que todos los participantes oyeran el alerta automático “”UBS ha abandonado la conversación””, desatando la ira del conferenciante.
Mito dos punto cero o realidad, Lefevre lleva menos de una semana bajo escrutinio público. Tras firmar un contrato con la editorial Simon & Schuster para la publicación de “”Derecho al Infierno””, un libro sobre los excesos e irresponsabilidades en el mundo de la banca de inversión, su identidad fue revelada.
Ayer, las firmas que forman parte de ese mundo –empresas, como Goldman Sachs, cuyos ingresos están bajo fuego de los reguladores desde la crisis de 2008 precisamente por esas irresponsabilidades y a las que las burlas no le hacen ninguna gracia– terminaron el día con la satisfacción de que el contrato editorial había sido cancelado y la publicación detenida (al menos por ahora).
Tal fue la satisfacción que hasta la seria y corporativa cuenta oficial de Twitter de la firma que conduce Lloyd Blankfein, @GoldmanSachs, no pudo evitar burlarse exactamente en el tono infantil que Lefevre se ha propuesto hacer público.
EL CRONISTA