La actriz que supo reinventar su historia

La actriz que supo reinventar su historia

Por Mercedes Méndez
“Llantos no. A la muerte hay que mirarla de frente.” Eso escribió Federico García Lorca en el final de La casa de Bernarda Alba. Eso también decía Norma Pons, cuando estaba abajo del escenario. Le podía dar solemnidad a esa frase, aunque estuviera en un café bullicioso y cargado de banalidades. La repetía cada vez que hablaba del momento de prestigio y fama mediática a la vez que le llegó recién a los 70 años. Ella, que en el comienzo de su carrera sólo fue admirada por su belleza y esas piernas larguísimas, siempre pensó en profundidad y quiso ser una actriz de carácter. Ayer, murió cerca de las 13, en su departamento, de un paro cardíaco. Sus restos eran velados en la sala la Legislatura porteña y hoy serán llevados al Panteón de los Actores del Cementerio de la Chacarita.
Norma Pons se despidió con el amor del público y el reconocimiento de la crítica. Se fue haciendo Lorca y a punto de bailar para Showmatch. Esa combinación fue el eje de su carrera: lo popular y el compromiso sensible con la actuación, como un sello imborrable.
Norma Pons estaba en plena actividad y la noticia de su muerte generó un shock entre sus colegas y amigos. Según informaron fuentes cercanas, alrededor del mediodía la actriz se sintió mal y le pidió ayuda a una vecina. En ese momento, llamó a su teléfono un productor de Showmatch para saber por qué no estaba en el ensayo y ahí la vecina le informó que estaba descompuesta y que habían llamado a una ambulancia. Al poco tiempo, llegó su hermana Mimí, que vive en el piso de arriba del mismo departamento, en el barrio de Villa Crespo. Al poco tiempo, Norma murió. Pons padecía de un enfisema pulmonar producido por el tabaquismo. El verano pasado había estado internada de urgencia en Mar del Plata por un broncoespasmo.
Actualmente, Norma Pons se presentaba de jueves a domingos en el teatro Regina con La casa de Bernarda Alba y ensayaba dos horas por día su participación en Bailando por un sueño. Por su actuación en el rol de Bernarda en el clásico de Lorca, Pons obtuvo el premio Estrella de Mar de Oro. En una entrevista con Tiempo Argentino, en septiembre del año pasado la actriz dijo que recién ahora le llegaba el reconocimiento. “Lo siento y es una locura. A pesar del esfuerzo y todo lo que he luchado, tampoco he logrado estar donde debería estar. Y no me importa. Es mi vocación la que está conmigo y nada más hermoso le puede pasar a un ser humano que vivir de su vocación. Y ahora me pasa que siento que llegó mi momento artístico. Creo que se me tendría que haber reconocido antes, 20 años antes. Pero no me abrieron las puertas de los teatros. Fue por mi carrera de vedette. No me perdonaron mis raíces. Y lo que no saben es que la mujer que hizo revista puede hacer todo en el cine, en el teatro y en la televisión. La que sale de la revista tiene abiertas las puertas de todas las artes. Me hubiese gustado que el teatro oficial me abriera las puertas. Haber viajado por el mundo con obras de texto. Ahora, me encuentro que estoy trabajando con el autor que toda la vida amé y que lo sé de memoria. Toda su obra la sé de memoria. Siento que Dios me iluminó. Se hizo justicia y ahora estoy tranquila”, dijo en ese momento.
Nació en Rosario, el 18 de agosto de 1943. Llegó a Buenos Aires a principios de la década de 1960 junto con su hermana Mimí y revolucionaron la revista porteña con su gran belleza. En el teatro Maipo debutaron junto con el cómico José Marrone y el cine no perdió oportunidad de mostrarlas en películas como Mannequin… alta tensión (1968), El bulín (1969), con Norman Briski, y más adelante con La guerra de los sostenes y La noche viene movida, ambas de Gerardo Sofovich.
En 1964, a raíz del estreno de la película Goldfinger, de la serie 007, Norma y Mimí sorprendieron a la platea del Maipo al aparecer absolutamente desnudas y pintadas de dorado, lo que suscitó un escándalo que se trasladó poco después a las tapas de las revistas de actualidad. Contaba Norma: “Yo siempre apunté a ser una actriz de carácter. Pero llegué a Buenos Aires de Rosario, con mi hermana Mimí, éramos altas, flacas, rubias, nos vio José Marrone y nos llevó de las narices al Maipo. No sabíamos lo que era y cuando vimos ese antro de perdición nos quisimos morir. Pero se ve que nos adaptamos: la segunda revista, los primeros culos que salieron al escenario fueron los nuestros. Pero mi objetivo era este: iba a las clases de teatro y les pagaba a los profesores para que, después de la clase, fuéramos a tomar un café y me contaran cómo se hace un Shakespeare, cómo son los tiempos, cómo se aborda un clásico. Eso hice durante cuatro años: tomé café con maestros del teatro.”
Estudió actuación con Agustín Alezzo y Rodolfo Graziano y pudieron verse sus avances en Fin de semana, de Noel Coward, y La mujer invisible, ambas dirigidas por China Zorrilla. Tuvo un primer acercamiento a la TV en la telenovela Ella contra mí, con Gustavo Garzón y Carolina Papaleo (1988) y de inmediato se transformó en la gran compañera cómica de Antonio Gasalla, en los que participó en varios sketches, aunque logró su mayor éxito como compañera de la empleada pública.
Hay un espectáculo que Norma recordaba con especial amor: la obra Cocinando con Elisa, que presentó en 1997 en el Teatro del Pueblo, dirigida por Villanueva Cosse. “Esa puesta fue la que me catapultó a que me respetaran, nada más que a eso, a que me creyeran que podía hacer cosas más comprometidas”, decía.
Su última aparición fue el lunes en la apertura de Showmatch y hace pocas semanas en la pantalla chica en un episodio de la miniserie La celebración, junto a Mercedes Morán y Jorge Suárez, y en el cine la cumplió en El pozo (2012), con Patricia Palmer y Eduardo Blanco.
una mujer de carácter. Norma Pons sentía que los personajes de Lorca le calzaban, que había en ella algo de las tantas mujeres pasionales y fuertes que describió el autor español. “Siento que Lorca escribió para mí, que él es parte de mi ser. Mis maestros me dicen que soy una actriz lorquiana, que esa es la cuerda que manejo, que yo he trabajado la línea de Lorca sin darme cuenta. Hay autores que nacieron para uno. A Lorca toda la vida lo admiré y de todos los clásicos fue el que más leí”, expresaba.
Pero a Lorca lo entendió también como una forma de pensar su vida: “Siempre me he tenido que manejar sola. Soy una mujer soltera. No formé una familia. Nunca le pedí nada a nadie. Sólo he pedido trabajo. Golpeé muchas puertas. Algunas se abrieron, otras no. Pero nunca dejé de luchar por mi vocación y por mi trabajo, por lo que yo creo. Hay algo de masculinidad en mi carácter, porque tengo un carácter muy fuerte, que no pongo en práctica. No me gusta la pelea. Sí discuto las cosas que se pueden solucionar, pero cuando ya no hay solución, no discuto: me voy. El día de mañana yo llego a tener cáncer y no voy a luchar contra el cáncer. Trataré de tener una dignidad de vida, pero no me cambies, ya estoy marcada. Esa es la valentía que tengo hacia la vida.”
Norma Pons se fue en el mejor momento de su carrera, luchó contra quienes la tildaron de una mujer bella y nada más. Combatió los prejuicios del teatro de revista. Entregó toda su gestualidad para darle un giro histórico a los personajes cómicos femeninos. Trabajó desde los 17 años y nunca tuvo plata. Vivía en un departamento alquilado de dos ambientes. Todas las noches se tomaba la línea 39 de colectivos para ir al teatro. Cuando se tuvo que volver una actriz dramática, dejó su vida en esa misión.
TIEMPO ARGENTINO