Cómo superar la tecnofobia en el trabajo

Cómo superar la tecnofobia en el trabajo

Por Rhymer Rigby
Cuando se trata de la tecnología, el mundo de los negocios es adicto a las novedades. Alabamos a quienes se apremian en adoptar los últimos adelantos y desdeñamos a aquellos con un enfoque más prudente, tildándolos de dinosaurios, enemigos del modernismo, o tecnófobos.
Sin embargo, esto puede ser una simplificación excesiva. En realidad existen grados de participación tecnológica – y al igual que muchas distribuciones, la mayoría de la gente se encuentra en la mitad.
“La tecnofobia es raramente un caso de todo o nada”, dice Tomas Chamorro-Premuzic , profesor de psicología empresarial de la University College London.
Un ejemplo de ello es Malcolm Preston, director global de sostenibilidad de PwC, la firma de servicios profesionales. Él se describe como un “tecno-utilitario” – lo que significa que adopta algo si le ayuda con su trabajo. A pesar de que PwC alienta a su personal a utilizar iPads en el trabajo, el Sr. Preston continúa utilizando su ordenador portátil, porque no considera que las tabletas ofrecen beneficios superiores para alguien en una posición como la suya.
Algunos tipos de tecnofobia pueden ser pasajeros. Stephen Brooks, un especialista en personal y cambios en PA Consulting, dice que trabajó en la City of London cuando los sistemas de corretaje requerían que los corredores introdujeran las transacciones por su cuenta: “Muchos de los corredores eran tipos con dedos torpes que juraban que jamás usarían el sistema. Pero a fin de cuentas todos tuvieron que ajustarse”.
Gran parte del problema de la tecnofobia se debe a quienes diseñan software y no a quienes lo utilizan, dice David Gelernter, profesor de ciencias informáticas en la Universidad de Yale. “Hay ingenieros idiotas que no pueden imaginar a usuarios finales que no sean como exactamente ellos”, dice.
El Profesor Gelernter – tal vez sorprendentemente – está en contacto con el tecnófobo que vive dentro de él y hace declaraciones tales como “Odio los ordenadores”. De hecho, opina que “un poco de tecnofobia puede ser algo muy bueno”.
Del mismo modo, el Profesor Chamorro-Premuzic cree que depender tan fuertemente de la tecnología puede provocar efectos que van desde fomentar una mentalidad superficial hasta socavar las relaciones de trabajo: “Ves a personas más jóvenes que se sienten demasiado emocionadas por nuevas aplicaciones. En comparación, algo de escepticismo puede ser deseable”.
Sin embargo, en términos prácticos, hay que tratar con el mundo tal como es. En la mayoría de las organizaciones, esto significa más tecnología con cada año que pasa, y por consiguiente, aquellos que se resisten a usarla son considerados como problemáticos.
Entonces, ¿cómo puede uno manejar a los tecnófobos? ¿Podemos trabajar con un jefe tecnofóbico? Y ¿qué podemos hacer si somos el tecnófobo de la oficina?

Tecnófobos en el equipo
Comience por preguntarse si, siendo razonable, usted puede complacer a esa persona. “Las personas son individuos y los gerentes deben tener la flexibilidad de no tener que obligar a todos a adoptar las mismas técnicas”, dice Tomas Chamorro-Premuzic.
Si los individuos requieren entrenamiento, uno debe ser comprensivo, autodisciplinado y paciente, dice el Profesor Gelernter de Yale. Hay que explicar no sólo cómo deben utilizar la tecnología en cuestión, sino también por qué. Por encima de todo, dice, uno nunca debe hacer la tarea por ellos: “Es probable que tengas que tomar más tiempo para explicarlo, pero si lo haces por ellos, se sentirán estúpidos e incompetentes”.
Si hay grupos de personas resistentes a la tecnología, la lucha contra el pensamiento de grupo puede ser eficaz. Céntrese en una o dos personas que son más propensas a entender su manera de pensar y que, una vez convertidos, puedan hacer la campaña por usted.
Los verdaderos tecnófobos incondicionales que no usan o entienden la tecnología son pocos – y cada vez menos a medida que las nuevas generaciones se integran a la fuerza laboral. Lo que se puede encontrar, dice Martin Raymond de la consultora Future Laboratory, son tecnófobos reaccionarios que se niegan a colaborar con la tecnología por cuestión de principios. Algunas personas consideran que la tecnofobia es algo divertido, dice. “Es necesario que se den cuenta que eso no es aceptable”.

El jefe tecnofóbico
Los jefes que realmente no están seguros de la tecnología en sus centros de trabajo pueden sentirse inseguros de sí mismos, y pensar que son demasiado dependientes de sus subordinados. Esto puede hacerlos infelices e incluso enfadarlos. “Hay que tratar de entrenar hacia arriba”, dice Blaire Palmer, directora ejecutiva de la empresa consultora That People Thing.
Recuerde que con la mejor de las intenciones, es fácil caer en una posición en la que uno hace todo lo relacionado con la tecnología para su jefe y termina con un segundo conjunto de responsabilidades que minan su productividad. Pero si uno gestiona los linderos con el jefe de manera efectiva, puede cosechar los beneficios de dispensar consejos de vez en cuando.
Una variación del jefe tecnofóbico es el cliente con aversión a la tecnología. En este caso, dice el Sr. Brooks, ellos son los que están pagando por lo que usted puede animarlos pero no forzarlos: “Si un cliente quiere algo escrito a mano, lo escribiremos a mano”.

¿Soy un tecnófobo?
Comience por hacer un análisis: es posible que usted no sea el antimodernista que cree ser. Es probable que, al menos, utilice un teléfono inteligente y el correo electrónico, fundamentos sobre los cuales puede edificar otras habilidades. Por otra parte, usted no tiene que adoptar la moda de descargar cada nueva aplicación que salga y unirse a todas las redes sociales. “Cuando uno se enfrenta a un montón de cosas que no tiene el tiempo de dominar, uno no es tecnófobo”, dice Martin Raymond de Future Laboratory.
Si se pelea con la tecnología, no debe sufrir en silencio. Si tiene colegas que saben más de tecnología, recuerde que la gente considera que es un cumplido que se les pida ayuda, y para muchos amantes de la tecnología no hay nada mejor que ayudar a esparcir el amor por la tecnología.
EL CRONISTA