Luego de la histórica clasificación, Lanús ahora piensa en Bolívar

Luego de la histórica clasificación, Lanús ahora piensa en Bolívar

El espía el pasado, Lanús en tiempos recientes logró episodios que superan su largo y apasionado recorrido. La Copa Conmebol de 1996 se ofrece como un noble recuerdo. En los últimos años, el popular equipo del Sur agiganta sus vitrinas: del Apertura 2007 local pasó a la Copa Sudamericana 2013. No se queda en el limbo: suele pelear campeonatos, aquí y allá, mientras sigue con la construcción de un estadio que promete ser modelo y crecen otras actividades a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, el fútbol es… el fútbol.
En ese ámbito, desde el arribo de Guillermo Barros Schelotto, a mediados de 2012 (estará, al menos, hasta diciembre de 2015), el club granate acrecentó su fortaleza. Pierde poco, verdaderamente. Y más allá del lauro internacional del año que pasó, tiene una nueva y loca obsesión: la Copa Libertadores. Es cierto: entró al límite en los octavos de final, luego de una primera rueda con suspenso. Y ahora, luego del fantástico triunfo por 2 a 0 frente a Santos Laguna, en México, haber cruzado la barrera de los octavos de final es un episodio que marca un antes y un después en la vida de la pequeña gran entidad.
“Me parece que el domingo a las 5 de la tarde la gente tiene que reventar el estadio para agradecerles a los jugadores el esfuerzo que hacen. Juegan cada tres o cuatro días y siempre se mantienen con la actitud de ganar; merecen que los felicitemos”, contó el Mellizo, un gesto público para provocar una suerte de pequeña revolución en el choque contra el débil All Boys.
“Salimos a jugar contra un buen rival, pero nosotros siempre estuvimos bien parados; jugamos a la altura y generamos situaciones de gol”, recordó el entrenador. Así fue: en casi todo el desarrollo, Lanús tuvo la capacidad de no sufrir sobresaltos. Lo definió rápido, con un tanto de Ismael Blanco. Y lo resolvió en la parte final, con otro festejo del recuperado Paolo Goltz.
A diferencia de otros partidos, como la angustiosa clasificación frente a O’Higgins, salvada por la seguridad suprema del arquero Marchesín, anteanoche Lanús exhibió una versión ofensiva, con tres atacantes: Oscar Benítez, Ismael Blanco y Lautaro Acosta. Y el plan salió a la perfección. “El club nunca había podido llegar a los cuartos de final. Entrar en la historia nos da mucha alegría”, expresó Leandro Somoza, que creció al ritmo del equipo.
Ahora, Lanús ya piensa en Bolívar. Primero, el 7 del mes próximo, en casa; el desquite, en la altura de La Paz, el 14. Somoza tiene una teoría que comparten sus compañeros: la ventaja que ahora ofrece definir como visitante. “Quedó demostrado en esta llave que pudimos resolver la serie como local. Eso obliga al rival a salir a buscar el partido en su cancha; nosotros podemos aprovecharlo porque de mitad de cancha para adelante siempre generamos situaciones de gol”, sentenció el volante, un símbolo de este nuevo escenario.
LA NACION