19 Apr Mundo subacuático: un sueño de ciencia ficción hecho realidad
Por Edwin Heathcote
El mar, escribió Julio Verne, “es todo. Cubre las siete décimas partes del globo terrestre. Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre no está nunca solo, pues siente estremecerse la vida en torno suyo. El mar es el vehículo de una sobrenatural y prodigiosa existencia; es movimiento y amor; es el infinito viviente.”
Una de las imágenes más perdurables de mi infancia fue una ilustración del libro Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne (1870), en la que se observa la biblioteca del capitán Nemo en su submarino, el Nautilus. El grabado minucioso de este excéntrico interior victoriano contrastaba con otras imágenes, más de ciencia ficción.
Fue una infancia empapada de fantasía submarina. Estaba el surrealismo de Submarino amarillo; la curiosa serie Meteoro submarino; la serie televisiva de 1971 llamada La ciudad bajo el agua y mi preferida, Viaje al fondo del mar. Después estaba El mundo submarino de Jacques Cousteau. Todos estos programas coincidieron en un breve lapso desde alrededor de 1967 hasta 1976 cuando se estrenó Tiburón y terminó con el deseo de vivir bajo las olas.
Parecía una confluencia interesante de temores y deseos, este ideal de vivir debajo del mar, un momento que tuvo lugar durante un período de ecologismo incipiente, la guerra fría, los primeros aterrizajes en la Luna y las ideas hippies sobre la nueva Atlántida. El período dejó su propio legado de ruinas submarinas, “hábitats” experimentales tales como los denominados Conshelf (estación de plataforma continental) de Cousteau, que todavía yacen en el fondo del mar.
Ahora, 50 años después de la construcción de la primera Conshelf de Cousteau mar adentro de la costa de Marsella, la idea, aunque no la práctica de la vida bajo el agua, se está poniendo de moda.
Existe un impresionante restaurante submarino en el hotel Conrad de la isla de Rangali en las Maldivas y los diseños futuristas realizados por el grupo polaco Deep Ocean Technology para el hotel Water Discus, que será construido en Dubai. Pero el proyecto que ha generado mayor publicidad es el ambicioso y exótico Poseidon Undersea Resort en la isla Katafanga de Fiji. Las imágenes que circulan en internet de habitaciones rodeadas de bancos de peces exóticos y coloridos corales sugieren que uno ya puede hospedarse allí, pero las importantes demoras del proyecto dan cuenta de los problemas específicos que presenta la construcción submarina.
Ha sido difícil. Pero no es tanto por la tecnología, dijo L Bruce Jones, presidente de US Submarines Inc., la firma que estuvo a cargo del diseño del Poseidon Resort. También tuvimos un golpe de estado en Fiji y una crisis financiera. La construcción de una estructura fijada al fondo del mar no es tan difícil – la construcción de submarinos, que tienen que ser capaces de desplazarse, presenta muchos más problemas, agregó Jones.
Hasta el momento, el principal obstáculo de vivir bajo el agua es la diferencia de presión. Se construyeron 70 hábitats submarinos en los últimos 50 años, señaló Jones, pero todos ellos tienen presión ambiente. Bajo el agua la presión es mucho mayor, lo que hace que los gases presentes en el torrente sanguíneo se disuelvan. Esto puede causar la tan temida enfermedad de los buzos, que puede provocar dolores intensos e incluso la muerte, si éstos regresan a la superficie sin descompresión. Cuanto más tiempo se pasa bajo el agua, mayor debe ser el período de descompresión, por lo que un par de semanas en el entorno submarino puede requerir varios días de recuperación. Así que la H2Ome, con su presión de una atmósfera, constituye un verdadero avance.
Al igual que el espacio, el entorno submarino es un medio extraño y potencialmente mortal para los seres humanos, y al igual que con las estaciones espaciales (algunos hábitats submarinos fueron utilizados originalmente para preparar a los astronautas para el espacio), las estructuras submarinas pueden ser difíciles de construir. Fabricamos en un dique seco, dijo Jones, y después las estructuras se lanzan al agua y se sumergen usando un semi-sumergible. Luego construimos patas para que la estructura se ubique por encima del lecho marino, por razones ecológicas. Lleva aproximadamente 48 horas fijar la estructura a una columna central [a través de la cual se suministran los servicios, electricidad, oxígeno, etc.]. ¿Y cuánto cuestan estas casas? Bueno, depende de dónde estén ubicadas. Una mar adentro de la costa de Florida, por ejemplo, podría llegar a cerca de u$s 10 millones transportar los materiales y otros u$s 500.000 a u$s 1 millón instalar la estructura. Con el extraordinario precio de los yates, sin embargo, lo extraordinario parece ser que nadie haya construido una casa bajo el agua todavía.
Michael Schütte, arquitecto naval y diseñador industrial, es fundador de Brilliant Boats pero anteriormente trabajó en el proyecto H2Ome con US Submarines. Claro que es costoso, señaló Schütte, “pero en comparación con los bienes raíces ubicados en la costa o en una isla tropical, u$s 10 millones es bastante barato. Es decir, la H2Ome tiene 300 metros cuadrados, tres dormitorios, tres baños – es absolutamente impresionante. No es tanto dinero por una casa con vista a un arrecife”, agregó el arquitecto.
Las estructuras tienen que ser extraordinariamente robustas y construidas de forma tal que puedan soportar no sólo la presión del agua, sino también las tormentas y huracanes. ¿Hay algún problema en particular con el mantenimiento submarino? Trabajamos en una vida útil de 25 años, pero las estructuras subacuáticas no se deterioran tan rápidamente como las de la superficie porque hay menos oxígeno, explicó Schütte.
Por supuesto que hay obstáculos y grandes desafíos técnicos pero, aparte de las vistas de arrecifes y exóticas criaturas marinas, existe otra característica muy atractiva. Si se dejan atrás las aguas territoriales, el lecho marino no pertenece a nadie. El “infinito viviente” de Verne no tiene dueño.
EL CRONISTA