15 Apr Memorias y lecciones de fútbol
Por Juan Pablo Varsky
“Hoy Barcelona nos ha dado una lección de cómo se juega al fútbol”, dijo Neymar. Su Santos se había comido una sandunga de novela por la final del Mundial de Clubes. En diciembre de 2011, el Barça de Guardiola dio su última gran función. El 4-0 vino con una novedad táctica: el 3-7-0. Puyol, Piqué y Abidal fueron los defensores. Delante de ellos, Dani Alves, Xavi, Busquets, Iniesta, Thiago, Cesc y Messi en oleadas, entrando y saliendo. El monumento a la desorganización organizada. Festival del pase. Según lo que pidiera la jugada, tocaban para atrás, para los costados y para adelante. El juego de posición en su máxima expresión.
En el necesario sitio web del periodista Martí Perarnau (Martiperarnau.com) hay un cuadernillo de quince páginas que explica esta idea. El hombre libre es el grado máximo de superioridad posicional que existe en el fútbol. Encontrarlo es el objetivo fundamental del juego de posición. Eso sí, lograrlo en posiciones ventajosas, principalmente por delante de la línea de balón, a la espalda de la línea contraria que presiona. Un jugador es hombre libre cuando recibe balón sin oposición de marca, y además dispone de mucho tiempo y espacio para generar nuevas cosas. Para ejecutar este modelo de juego, hay que moverse. Correr para el desmarque, la distracción, la presión o el repliegue, depende del momento. Vuelvan a ver aquel partido de Yokohama. Es la perfección. Desde allí, Barcelona ganó muchos partidos, hizo muchísimas jugadas muy lindas, festejó la Liga 12-13, todavía pelea la actual y mañana puede ser campeón de la Copa del Rey. Pero nunca más volvió a funcionar como en aquella noche japonesa.
Los recientes resultados no alcanzan para retratar este momento. Una eliminación en cuartos de Champions no es ignominiosa. Podría haber ocurrido el año pasado pero Paris Saint Germain se asustó de un Messi rengo y regaló su chance en el Camp Nou. No es el fin de un ciclo. Es el abandono de un modelo de trabajo. Como dice el propio Perarnau, la orquesta ha devenido banda de solistas. Cada uno toca su partitura sin considerar a sus compañeros. No sólo el equipo retrocedió. También el club. El ex presidente Rosell renunció por la escandalosa operación Neymar en la que Barcelona pagó mucho más dinero que el declarado. La FIFA detectó irregularidades en la contratación de juveniles menores de 18 años y lo inhibió de inscribir jugadores en los próximos dos mercados de pases.
Gerardo Martino debió asumir sin pretemporada ni planificación. Se prendió en la esgrima mediática bien temprano, cuando su equipo ganaba. Ahora pierde y le caen las granadas. Defendió a Puyol y no quiso refuerzos en el mercado de invierno. Hoy no tiene zagueros disponibles. Bartra, Pique y el mismo Puyol lastimados. La dirigencia había dejado ir a Abidal en mayo del año pasado. Dani Alves lo reivindica con ese número 22, tributo y protesta en simultáneo. Ante Granada jugaron Busquets y Mascherano de centrales. En Anoeta, Tata había armado un mediocampo imposible con Busquets en la derecha y el camerunés Song en el centro. Ante Atlético por Champions, sacó a Iniesta faltando 13 minutos a pesar de la necesidad de una jugada mágica en los últimos metros.Gerardo Martino debió asumir sin pretemporada ni planificación. Se prendió en la esgrima mediática bien temprano, cuando su equipo ganaba. Ahora pierde y le caen las granadas.
Se inmoló diciendo que la idea era que Messi no tuviera tanta participación ante los guerreros de Simeone. Como plan es difícil de aceptar. Como frase de rescate a su estrella se entiende mejor. Su plan de emergencia es el 4-2-1-3 con Messi detrás de Pedro, Neymar y Alexis. Doble pivote, un sacrilegio en Barcelona. También lo había usado para conservar el 2-1 ante el Madrid como local con el ingreso de Song para los últimos minutos. Nunca apeló al 3-4-3 modelo Cruyff que sublimó y replicó Guardiola en varios encuentros, como la vuelta de semifinales por la Champions 2012 ante Chelsea. Dos días después de aquel 2-2 con eliminación, anunció su salida del club. En su momento, la elección de Vilanova no sólo abrió la grieta entre Pep y su ayudante. También les transfirió el poder a los futbolistas, que agradecieron la menor intensidad en el trabajo diario.
La dinámica del calendario ha sido impiadosa durante esta temporada. En su último año de contrato, el arquerazo Víctor Valdés se rompió la rodilla. Ataja Pinto, de 38 años. Con los pies es una moneda al aire y afecta la salida limpia desde abajo. Los rivales lo aprietan apenas recibe la pelota. Sienten que algo les puede regalar. El equipo no se ha renovado en la mitad de la cancha. Tras el título de la Champions 2011 en Wembley, llegaron Cesc y Song desde Arsenal. Suena a poco para un equipo que juega cerca de 60 partidos por año y se basa en los medios para imponer ritmo y condiciones. Proyectos de La Masía como Jonathan Dos Santos, Rafinha o Sergi Roberto han tenido muy poco espacio. El mejor de todos ellos, el elegido para la sucesión de Xavi, ya no está. Thiago Alcántara juega para Pep Guardiola en el Bayern.
Desde su reconversión a zaguero, Mascherano jamás fue considerado para su puesto natural. Siguen juntos Xavi, Busquets e Iniesta desde hace casi seis años, ciclo 08-09. The Old School aún puede competir y brillar como en el clásico ante el Madrid en el Bernabeu. Le cuesta sostenerse en la excelencia durante toda una temporada por el desgaste acumulado que incluye sus partidos con la Selección. Sobre todo Xavi, de 34 años. Desde julio de 2008, sólo han tenido un verano sin competencias con España, el de 2011. Dos Eurocopas ganadas, el festejado Mundial de Sudáfrica y dos Copas Confederaciones les acortaron el descanso.
La escasez en la mitad de la cancha, donde Barcelona fundamenta su juego, contrasta con la cantidad de atacantes. La titularidad de Messi deja a cuatro intérpretes para dos lugares. Neymar, Alexis, Pedro y Tello. Durante la lesión de Leo hubo espacio para todos. Se repartieron partidos y goles con buenos resultados para el equipo. Con el 10 disponible e Iniesta partiendo de falso puntero izquierdo más Xavi, Busquets y Cesc en el medio, sólo hay lugar para uno de esos cuatro. La elección de Neymar contra Manchester City y Atlético de Madrid, con los tres extremos en el banco, expuso el problema de la abundancia. Arquero suplente poco confiable en el juego de pies, poco personal en la última línea y en el centro del campo, demasiados delanteros. La vigente 13-14 mostró el desbalance del plantel.
¿Y Messi? Sacó la cara por este equipo desde agosto de 2012 hasta marzo de 2013. Su descomunal protagonismo le costó el bíceps femoral derecho. Su mala gestión de la lesión, compartida con el club, le llevaron nueve meses más. Sus números de 2014 son muy buenos. Sin participación ni influencia en los últimos juegos, da la sensación de que demanda más de sus compañeros. “No puedo hacer todo todo el tiempo, ayúdenme un poco”, parece ser su mensaje. ¿Mundialitis? Puede ser. El equipo sigue pasándose la pelota entre compañeros. Ahora juegan al pie, en su mayoría para atrás y para los costados. Les cuesta mucho encontrar al hombre libre a la espalda del rival. No hay dinámica al servicio del juego de posición. No se ven engaños, arrastres de marcas, maniobras de distracción. El pase entre líneas no aparece. Posesión inocua. El déficit no empezó con Martino, quien no ha logrado frenarlo.
Quizás era imposible con semejante contexto. El contexto es todo en el fútbol. El diario Sport asegura que Tata se irá tras esta temporada y que el club buscará a Jurgen Klopp, el entrenador de Borussia Dortmund. Más allá de sus ideas, Klopp sacaría al plantel de su zona de confort con su exigente estilo de trabajo. Mientras tanto, Neymar quiere saber si alguna vez este equipo, con él adentro, volverá a dar lecciones como la que recibiera en aquella noche japonesa.
LA NACION