Al Gore: “El mercado invadió a la democracia”

Al Gore: “El mercado invadió a la democracia”

Después de haber obtenido la mayoría de los votos populares en las elecciones para la presidencia de Estados Unidos en el año 2000 -pero haber perdido porque George W. Bush obtuvo más delegados en el colegio electoral-, Al Gore no habló demasiado sobre el futuro de su vida en la política: “Estoy en convalecencia de la política, aunque las posibilidades de recaída disminuyeron bastante, a punto de aumentar mi confianza en mi capacidad de resistir a eventuales tentaciones”.
Sin embargo, su entusiasmo parece inversamente proporcional cuando el tema va hacia el futuro de la vida política. En lugar de las 27 palabras utilizadas para comentar sus chances de competir en nuevas elecciones, se extiende confortablemente en la conversación. “Tanto la democracia como el capitalismo fueron hackeados”, advirtió Gore en una entrevista telefónica concedida a Valor.
Como es habitual, su tono es contundente y polémico. Gore toma prestado un término tecnológico para argumentar que el sistema político en el siglo XXI fue violado por el dinero de las grandes corporaciones, un fenómeno que no es una particularidad del Partido Republicano que lo derrotó hace 13 años.
Gore considera que el combo ideológico formado por la alianza del capitalismo con la democracia representativa fue desgarrado por una concentración de la riqueza, que hizo que la esfera del mercado invada la esfera de la democracia. Ese ambiente sería uno de los principales responsables del debilitamiento del interés público y la disfuncionalidad de la administración en muchos países.
“Los resultados son obvios en el sofocante control de las elites sobre las decisiones políticas, en las crecientes desigualdades sociales y concentraciones de riqueza, en la parálisis de cualquier esfuerzo por reformas”.
Esta vez, la verdad inconveniente que el ex vicepresidente pretende decir a sus ex colegas de la política estadounidense es que hoy, aunque aún se los llame “representantes”, la mayoría “representa solamente a las personas y empresas que hacen donaciones de campaña, y no a los electores”.
Gore calcula que en promedio los congresistas americanos dedican cinco horas por día a conversaciones y a concurrir a fiestas para pedir donaciones para campañas políticas a personas ricas -y con intereses específicos. La justificación para tanto empeño es que en torno de 80% de los recursos gastados, tanto por su Partido Demócrata como por el Republicano, son para pagar 30 segundos de comerciales en la TV, dijo.
Otra verdad inconveniente: en la década de 1970, solo 3% de los congresistas que se jubilaban iniciaban una nueva carrera en el mundo del lobby. Hoy, 50% de los senadores y 40% de los diputados que dejan sus mandatos en las casas legislativas de Estados Unidos comienzan una actividad como lobista, defendiendo los intereses de corporaciones o sectores empresariales.
Para salvar el futuro, Gore cree que es necesario corregir distorsiones como esas y apostar a la unión de un capitalismo sustentable con una toma democrática de decisiones.
Presidente de Generation Investment Management y del Climate Reality Project, Albert Gore Junior, de 65 años, dedicó buena parte de su tiempo a pensar el futuro. Durante dos años, los muebles de la sala de estar de su casa en Nashville, en Tennessee, se retiraron y ocuparon el espacio pizarras blancas repletas de datos de todo tipo. Intentaba hilvanar los hiper cambios que transforman asustadoramente la sociedad contemporánea. El resultado está en el épico “El Fututo: Seis Desafíos para Cambiar el Mundo”, un libro de casi 600 páginas recién lanzado en Brasil por HSM Editora.
El universo de su análisis supera la frontera de calentamiento global, tema caro a Gore y que le rindió un Oscar por “Una Verdad Inconveniente”, un Premio Nobel de la Paz y mucha controversia en círculos más conservadores. Nunca antes en la historia del hombre, tantas revoluciones ocurrieron simultáneamente, garantiza el ex vicepresidente. “Pasamos por períodos revolucionarios de transformaciones, pero ninguno tan poderoso y fértil de ‘factores gemelos’ (en el caso, riesgo y oportunidad) como el momento que comenzamos a vivenciar”.
La red digital planetaria aliada a una economía mundial integrada hace que esa generación sea testimonio del nacimiento de la primera civilización verdaderamente global, escribió. “El futuro que comienza a surgir es muy diferente de todo lo que vimos en el pasado”. El tema esencial es que la estructura del cerebro del hombre no es muy diferente a la de sus ancestros que vivieron hace 200.000 años.
La conformación actual del mundo exigirá, por eso, que se hagan adaptaciones en el proyecto de civilización con más urgencia de lo que parece razonable. Por eso, Gore establece los principales seis desafíos para cambiar el mundo y evitar que la humanidad genere su destrucción.
n La comunicación digital globalizada, que reúne los pensamientos y las emociones de millones de personas y conecta equipamientos, robots, sensores omnipresentes y bases de datos:
n La creciente globalización económica, que generó una entidad integrada y holística que se relaciona de forma totalmente nueva con el capital, el mercado de trabajo, los mercados consumidores y los gobiernos;
n La alteración de equilibrio del poder político, económico y militar del mundo – transferido de Estados Unidos para un conjunto de centros del poder emergentes;
n Un sistema de evaluación económica impreciso, que nos conduce al crecimiento insustentable del consumo;
n La revolución en los estudios de los genomas y en las ciencias de la vida, que está transfiriendo el control de la evolución a las manos humanas;
n La ruptura radical en las relaciones entre los seres humanos y los ecosistemas de la Tierra.
Todas esas revoluciones se interconectan, de alguna manera, unas con otras en esta era digital. Además de activista ambiental, Gore también se destacó por ser un defensor del potencial político de internet. Proyecta que hasta 2015 habrá un aparato móvil por cada habitante del planeta. El número de personas que acceden a la red mundial de computadoras a partir de aparatos móviles aumentará 56 veces en los próximos cinco años. Para Gore, internet y la revolución en la forma como nos comunicamos pueden ofrecer los medios para volver a encender la democracia -que se encontraría en recesión-y purgar la gran influencia de las corporaciones.
Por variados motivos, Gore evalúa que la democracia no floreció en el período en que la sociedad vivió en la era de la televisión, un vehículo de “mano única”. El escenario puede cambiar ahora con internet, cuando se consolida lo que califica de una mente global. Todo es una cuestión de riesgo y oportunidad.
La red sería un campo fértil para revertir “ese debilitamiento de la democracia y restablecer la base para una administración saludable”. Gore ve grandes oportunidades, por ejemplo, para que los individuos readquieran el poder para formar parte de un mundo de intercambios, lo que mejoraría la capacidad de las personas de analizar la lógica de los hechos y facilitaría la apertura de espacio para nuevos centros emergentes de influencia y construcción de “plazas públicas” -en internet-para discutir las mejores estrategias de aprovechamiento de las oportunidades.
Algunas manifestaciones políticas recientes se viabilizaron predominantemente por internet. De Brasil a Turquía, de Estados Unidos a España, de Rusia a Egipto, fueron varios los países en los que las protestas invadieron las calles. La Primavera Árabe es el caso más emblemático de esa fuerza. “Los movimientos reformistas y revolucionarios que nacieron por internet exhibieron en general el mismo itinerario: entusiasmo y movilización seguidos de decepción y resultados tímidos”, observó.
Sin embargo, algunas nubes negras sobrevolaron las abundantes posibilidades de la era digital: la falta de seguridad y la de privacidad son las más evidentes. Hace algunas semanas, una campaña encabezada por gigantes de la tecnología como Apple, que tiene a Gore en su consejo de administración, pidió que se termine la vigilancia en internet.
La idea de las compañías es presionar al gobierno estadounidense para disminuir el poder dado a entidades como la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en la sigla en inglés), que espió a Petrobras y la presidenta Dilma Rousseff, los dos casos brasileños más expresivos. “Eso muestra que mi libro, concluido hace casi un año, está más actual que nunca”, dijo Gore. La edición estadounidense de “El Futuro” se lanzó a comienzos de año y ya llamaba la atención acerca de los problemas que dominarían las tapas de los diarios del mundo a lo largo de 2013.
Para el ex vicepresidente, se necesita abordar con urgencia la falta de privacidad y seguridad de datos en internet. “La reciente ‘economía del perseguidor’, basada en la compilación de grandes archivos digitales sobre las personas que utilizan el e-commerce, es absurda e inaceptable”, escribió.
El uso potencial que los gobiernos pueden hacer de los archivos digitales sobre la vida de los ciudadanos, incluyendo la escucha de conversaciones, “representa una grave amenaza a la libertad y tiene que ser contenida”. Recientemente se dio un paso en esa dirección. Un tribunal federal de Estados Unidos consideró inconstitucional el programa del gobierno americano de relevamiento de datos de los registros telefónicos, que hizo la NASA y denunció Edward Snowden.
Menos caluroso, pero también importante, el debate del control de internet también está lejos de un consenso. En el libro, Gore lamenta el hecho de que Brasil, India y Sudáfrica apoyaran a China, Rusia e Irán en el proceso de creación de un organismo de administración mundial para la red, navegando a contramano del estatus quo.
Hoy Estados Unidos gobierna “sin perder de vista reglas y valores que reflejan nuestra tradición de libertad de expresión de libre comercio”. Sin embargo, el ex vicepresidente comentó que no conversó con la presidenta brasileña sobre el tema.
EL CRONISTA