10 Apr La importancia de “la edad de la mujer” en la Salud Reproductiva
Por Julia Mariana Barnes
La sociedad actual permite y/o exige que la mujer adquiera un rol muy importante y muchas veces esto conlleva a la postergación de la maternidad.
Cada día son más las mujeres que desean realizarse como profesionales, motivo por el cual invierten varios años de su vida (la juventud) en realizar estudios de pre-grado y posgrado.
También sucede que estas mujeres, una vez que han alcanzado su meta de completar una carrera universitaria, comienzan a desarrollar trabajos que exigen perfeccionamiento, posicionamiento y algunas veces, hasta viajes laborales que harían muy dificultosa la crianza de un niño.
En otros casos la inestabilidad laboral es la causa de tener que dejar para más adelante la búsqueda de un hijo.
Ambas circunstancias irán prolongando los tiempos para estar preparada y asentada para poder concebir.
Otros de los motivos es que la mujer logra una pareja estable más tardíamente, a diferencia de otras generaciones.
En general esto va de la mano de que la pareja desea adquirir una estabilidad económica como para ofrecerle a su hijo las mejores condiciones para su llegada (casa propia, acceso a una prepaga, etc)
Independientemente de cuál fuese el motivo del que se trate, la postergación de la maternidad provocará, probablemente, que estas mujeres deban enfrentar dificultades a la hora de querer ser madre.
La mujer tiene un reloj biológico determinado por la naturaleza. Las mujeres tienen un tiempo limitado para poder procrear, es decir, el potencial reproductivo se agota (reserva ovárica) debido a que los folículos y óvulos de la mujer disminuyen a medida que avanza la edad.
La declinación de la fertilidad femenina comienza a partir de los 35 años y hacia los 37 esta disminución es significativa. Luego de los 40 años existe mayor probabilidad de problemas para tener un bebé, llegando a ser de un 50% menos que en mujeres más jóvenes; mientras que la incidencia de abortos espontáneos y/o niños con problemas congénitos se duplica y hasta se triplica.
La edad afecta negativamente a los óvulos debido a que provoca una ineficacia para que éste complete de manera normal la primera división meiótica y tal vez comenzar en forma adecuada la segunda meiosis.
Por consiguiente, es defectuoso el número de cromosomas que quedan en el pronúcleo femenino.
Esto da lugar a embriones con un desequilibrio cromosómico suficientemente serio como para impedir la evolución del embarazo.
Además de la calidad del óvulo, la edad también afecta la cantidad de folículos disponibles para la ovulación.
La depleción folicular del pool establecido en el ovario fetal comienza en el séptimo mes de vida uterina; por lo tanto, el número de folículos disponibles en la semana 20 de la gestación es ~6-7×106 mientras que en el nacimiento es ~1-2×106.
Al llegar a la pubertad esta cifra disminuye a 300.000.
La cantidad de ovocitos de que dispone una mujer a una edad en particular depende del equilibrio entre los ovocitos en el quinto mes de la vida intrauterina y la proporción de ovocitos perdidos a lo largo de la vida debido a apoptosis (muerte celular programada), o como consecuencia de causas externas que pueden disminuir la reserva ovárica.
Esto significa que, además de la edad, otros factores afectan también la disponibilidad folicular, como agentes genéticos, anomalías cromosómicas, enfermedades autoinmunes, tabaquismo, cirugías de ovario, endometriomas, quimioterapia, radioterapia, adherencias pélvicas, entre otros.
Es probable que la mujer actual deba enfrentarse inevitablemente a la postergación de la maternidad, pero los tiempos de la biología no esperan y muchas veces cuando se toma la decisión de buscar un hijo es demasiado tarde.
Es clave realizar una consulta a tiempo con un médico especialista, quien le indicará a la paciente los estudios específicos para evaluar su reserva ovárica (estudios de sangre y ecografía transvaginal).
Con estos análisis tan sencillos como importantes el Médico Especialista en Reproducción Humana podrá asesorar a la paciente sobre su potencial reproductivo; y entonces ella tomará la decisión de seguir postergando el deseo de ser mamá o no.