Clubes de autos 3.0

Clubes de autos 3.0

La Argentina es un país en el que los autos constituyen, junto con el fútbol, una de las pasiones que se viven con mayor intensidad. Por fanatismo personal o por herencia familiar, estas máquinas de cuatro ruedas son, para muchos, un amigo incondicional que los acompaña siempre. Ese sentimiento es el que, mes a mes, mantiene vivos a las decenas de clubes de autos de Buenos Aires (y del resto del país), que congregan a fanáticos de una marca o un modelo en particular.
Si bien algunas asociaciones datan de varias décadas, el nacimiento de muchas otras tiene que ver con la iniciativa de uno o varios fanáticos que aprovecharon las oportunidades que comenzó a ofrecer Internet para crear un foro o un sitio para compartir información sobre el vehículo y disponer de un espacio para contactarse virtualmente con otras personas.
Así surgió, por caso, el Bora Club de Argentina, creado por el diseñador web Jonatan Palermo: “Fue un emprendimiento que empezó hace seis años y medio. Vi que había clubes de Volkswagen pero de otros modelos y no del Bora, así que decidí unir mis conocimientos como diseñador con mi pasión por el auto. Empezó con un foro y el sitio web, para que la gente pudiera encontrar información puntual que no había en otros lugares”, cuenta el fierrero. Hoy, el club tiene 36.000 usuarios registrados en el foro y una página donde se comparten noticias sobre el auto y la marca.
Una historia similar impulsó el nacimiento del Land Rover Club Argentina, que reúne a usuarios de estas camionetas de la marca y fanáticos de las travesías 4×4. “La idea original empezó a fines de los ’90, cuando Internet recién empezaba. Queríamos hacer un sitio con información en español, porque hasta ese momento todo lo que había sobre Land Rover era en inglés”, explica Juan Prime, uno de los fundadores del club y quien ahora se encarga de moderar los contenidos. “Así armamos el foro que hoy funciona. Se fue sumando cada vez más gente y creció más allá de lo que pensábamos”, añade.
Hay otros casos, no obstante, en los que el proceso de creación y consolidación del club no dependió tanto del esfuerzo individual de un emprendedor, sino del gran número de propietarios y fanáticos de una marca. Casos como los de Ford, Chevrolet o IKA-Renault (con el legendario Torino), que hace décadas representan una arraigada pasión en un importante sector de la población argentina, cuentan con varias asociaciones o clubes de usuarios, que nacieron impulsadas por la fuerza de un grupo. Así ocurrió con el Club de Amigos del Falcon, el primero de este emblemático modelo en el país, nacido en mayo de 1997. “Todo surgió por un trabajo de Eduardo Smok, entonces conductor del programa ‘Auto al Día’. Ford le propuso hacer un documental sobre la historia del Falcon con todos los modelos que habían salido. A partir de su programa, Smok convocó a usuarios que tuvieran el auto en buenas condiciones a presentarse en los bosques de Ezeiza, todos los sábados, para filmar este trabajo. Cuando terminó, éramos tantos los que nos habíamos juntado que decidimos crear un club y mantener las reuniones”, relata Aldo Urbani, uno de los socios fundadores.

La apuesta online
La dinámica diaria de los clubes de autos tiene lugar, actualmente, en el mundo online. Muchas de estas asociaciones nacieron en la web y ese intercambio a través de plataformas virtuales se mantiene hasta hoy. Se trata, mayoritariamente, de foros (otros también utilizan un sitio o blog) en los cuales cada usuario se registra y puede contactarse con otras personas que comparten sus gustos. En efecto, los sitios más visitados lograron picos de más de 300 usuarios conectados simultáneamente. En este sentido, el principal interés de los miembros es el intercambio de información, experiencias y consultas sobre el auto.
“Hay información de todo tipo pero lo que más se mueve es la mecánica. Hay contenidos oficiales que los obtenemos directamente de Volkswagen y también contenido que van subiendo los socios sobre las modificaciones que hacen en el motor, la pintura, el audio o un cambio de aceite. Además, hay datos generales del auto con los gastos de patentamiento o seguro”, señala el fundador del Bora Club.
La situación se replica en otros círculos, como en el caso de autos antiguos o clásicos, o de marcas exclusivas como BMW o Land Rover, cuyos repuestos importados suelen ser difíciles de conseguir. Foros como estos se convierten en una ayuda indispensable para el mantenimiento del auto. “El Land Rover no es un auto popular y a veces no se sabe dónde comprar repuestos o cómo arreglarlo, y en el foro hay mucha información. Hay otros que se dan maña y se juntan a arreglarlo entre ellos. El foro es como un gran manual”, explica Prime.
En los foros, además, surge una de las fuentes de financiación de estos clubes. Más allá de que algunos requieren el pago de una contribución (mensual o anual) para ser miembros, suelen tener acuerdos con talleres y casas de repuestos o pintura, que se convierten en sponsors al pagar un monto fijo, reciben promoción en los foros y ofrecen descuentos y promociones a los socios.
Desde hace algunos años, a su vez, el escenario web para los clubes de autos se diversificó con el crecimiento de las redes sociales. En plena era 3.0, estas asociaciones fueron incursionando poco a poco en plataformas como Facebook y Twitter, donde llegaron incluso a superar su número de usuarios. Tal es el caso del Club Amigos del Falcon, por ejemplo, que en su foro cuenta con 8000 usuarios registrados pero supera los 28.000 fans en su grupo de Facebook, que sirve como plataforma ideal para compartir fotos y videos de sus actividades y reuniones. El crecimiento de estos espacios se da, principalmente, por iniciativa de los propios usuarios, quienes adoptaron nuevos hábitos e incorporaron a las redes sociales dentro de sus actividades cotidianas.
En efecto, en Facebook existen numerosas páginas y grupos surgidos de los clubes que concentran la actividad en una ciudad o región, relatan una travesía de un grupo de miembros o permiten a cualquier interesado comprar y vender autos o repuestos de un modelo puntual. Hoy, las redes sociales, con su interacción instantánea y constante, y los foros, que permiten catalogar y ordenar todos los contenidos y mensajes, componen en conjunto la actividad online de los clubes.
Los encuentros
Sin embargo, ni el mundo online ni las redes sociales reemplazan el encuentro cara a cara de los socios. Es que mostrar el propio auto es el core de la cuestión.
Cualquier automovilista que haya transitado por la Avenida General Paz durante un fin de semana probablemente haya notado que, al costado del camino, suele haber grupos de autos del mismo modelo o marca, estacionados bajo los árboles, con las puertas abiertas, y mucha gente alrededor. Esas reuniones, que se replican periódicamente en tantos puntos de la ciudad (y del país), representan el lugar de encuentro.
Cada club define internamente el sitio, la periodicidad y la hora de sus reuniones, mensuales en su mayoría, a las que concurren decenas de personas con sus autos para compartir historias, momentos, experiencias o el mero hecho de ser apasionados por un mismo coche. “Nos juntamos a conversar sobre los autos, a planear alguna salida. Es una forma de encontrarse familiarmente”, comenta Artemio Taboada, presidente del Club Renault 18, que reúne 40 autos en sus encuentros del segundo domingo de cada mes en General Paz y Constituyentes. “Es algo un poco romántico, que recrea lo que se vive en los clubes de barrio, donde uno espera el momento para encontrarse con los amigos y compartir una pasión”, añade por su parte Federico Brisanoff, fundador del BMW Auto Club Argentina, que organiza sus cenas sociales el segundo jueves de cada mes.
Si bien la iniciativa de pertenecer a un club parte del dueño del auto, en su mayoría hombres, estas reuniones resultan un espacio de encuentro familiar, donde padres e hijos comparten un momento juntos. “El club es como una comunidad y el auto generó las amistades. Yo conocí a mi mujer en el club y ahora voy con mi hijo. Es un grupo que tiene muchísimo respeto por la gente mayor y un absoluto cuidado por el menor”, describe Urbani, dueño de un Falcon Futura XP 1971 con el que asiste a las reuniones en el estacionamiento de un supermercado en Av. Constituyentes al 6200.
Por su parte, los miembros del Bora Club se encuentran en el playón de estacionamiento de Ciudad Universitaria, aunque no siempre fue así. Nació como una plataforma virtual en Internet y fue el pedido de los socios lo que motivó la realización de los encuentros. “La primera se hizo a fines de 2007 frente a Aeroparque, casi un año después de empezar, y tuvimos 19 Bora. Hoy, vienen entre 50 y 100, dependiendo de la época del año. Es un orgullo”, comenta Palermo.
Otras actividades comunes entre los clubes de autos son la visita a las plantas oficiales de las automotrices con sus autos y la entrega de una distinción, por ejemplo, al “auto del mes”. Aquí, los miembros de cada asociación emiten su voto y de forma colectiva se entrega el premio como una forma de reconocer entre todos el esfuerzo por mantener el auto. En la mayoría de los clubes cada ganador es homenajeado, aunque en casos como el del Bora Club, también reciben un trofeo conmemorativo.
A su vez, muchos de estos clubes organizan travesías, caravanas y viajes grupales al interior del país, donde suelen contar con filiales que también replican los encuentros mensuales. Allí, cada club aprovecha sus propios intereses: los miembros del Land Rover Club o el Club del Jeep viajan con sus familias a lugares de la costa o la sierra para exprimir sus camionetas en caminos difíciles, mientras que los hombres del Club Amigos del Falcon mantienen contacto fluido con la Asociación Corredores Turismo Carretera (ACTC) y suelen viajar a las presentaciones del TC, donde reciben estacionamiento especial y son invitados a circular por la pista algunas horas antes de la largada. “Es un espectáculo. Cuando salimos a la ruta con estos coches, la gente no puede creer cómo los mantenemos. Y para el propietario de un Falcon, estar en un autódromo donde corre el TC es inigualable”, comenta Urbani.

RSE sobre ruedas
Un rasgo común entre la mayoría de los clubes de autos es que tienen a la solidaridad como uno de sus motores principales. De esta manera, dentro de la agenda de eventos o tareas a realizar siempre se encuentran iniciativas que buscan dar una mano a personas o entidades necesitadas. El Land Rover Club, por ejemplo, comenzó hace una década con travesías solidarias en Entre Ríos y apadrina escuelas rurales en la provincia. “Empezamos con una cerca de Gualeguaychú y ahora ya son cinco. Construimos baños, hicimos la instalación eléctrica, llevamos freezers, la pintura o el techo”, explica Prime. “Todo se empieza a gestionar a través del foro y la gente aporta elementos de necesidad o junta plata. En un principio, las directoras nos pedían para comer y después terminamos armándoles una red de computadoras con Internet. Siempre estas cosas superan lo que uno imagina”, concluye.
Por su parte, el Club Renault 18 colabora periódicamente con comedores del Conurbano bonaerense, mientras que los integrantes del Jeep Club visitan anualmente dos escuelas rurales y los miembros del Bora Club realizan caravanas solidarias junto a otras fundaciones benéficas para realizar colectas y aportar donaciones. “Se hace una vez por año desde 2008. El club realiza una compra en base a sus posibilidades y vamos hasta el lugar, porque queremos que lo que se dona llegue y no sea un pasamanos que no vemos a dónde termina”, explica el fundador del club.
En tanto, el Club Amigos del Falcon también se rige por el principio de la solidaridad, que cruza diferentes actividades. “Cuando se plantea alguna acción solidaria, van todos. Hicimos cientos de caravanas y exposiciones para el Hospital Garrahan a beneficio para chicos que esperan un trasplante o visitas con los autos a las municipalidades. La solidaridad es el motor que mueve al club”, sintetiza Urbani.
Además, la pertenencia a esta clase de clubes genera un compromiso implícito con el otro, incluso sin conocerlo. Las reuniones o colectas para ayudar a un socio ante alguna dificultad personal son habituales, aunque en el Land Rover Club, por ejemplo, tuvieron lugar historias increíbles. Una vez un socio comentó que le habían robado su camioneta, que tenía un ploteado raro. Otro miembro se enteró por el foro, la vio cerca de su casa, avisó a la policía y la recuperaron. En otra oportunidad, un grupo de europeos llegó con su camioneta para recorrer el país y, cerca de Bahía Blanca, tuvieron un accidente y volcaron. Se contactaron con el foro y un socio de la ciudad, que no los conocía, los alojó en su casa 15 días y les arregló el auto para que pudieran seguir su viaje.
Solidaridad, amistad, esfuerzo y pasión son los factores que alimentan la historia de estos clubes, que viven exclusivamente por el amor a sus autos.
EL CRONISTA