Job-sharing: el que comparte, gana

Job-sharing: el que comparte, gana

Podría decirse que Laura De La Vega y Constanza Brizzi tienen suerte: ejercen cargos de liderazgo en una multinacional de 173.000 empleados, pero tienen suficiente tiempo para ir a buscar a sus hijos al colegio, almorzar con amigas o salir a caminar por el parque justo antes de sentarse a leer un libro. Son una pareja muy peculiar, ya que cada una debe a la otra el tiempo libre que tiene. Y eso es posible porque forman parte de un programa de beneficios laborales que, aunque muy lentamente, comienza a llegar a la Argentina: el job-sharing.
El llamado también work-share transforma a los colaboradores que lo utilizan casi en gemelos en el trabajo: comparten el mismo puesto, dividen el sueldo y el tiempo y tienen que llevarse bien para cumplir con los objetivos y no marear a los subordinados. De La Vega y Brizzi fueron dos de las primeras en ejercer el beneficio, pensado, en especial, para mujeres que han sido madres recientemente o que no quieren dejar de trabajar pero tampoco de descuidar su vida personal.
Que la empresa, en la que trabajan De La Vega y Brizzi sea Unilever, de origen británico-holandés, puede que no sea coincidencia, ya que la idea de compartir el trabajo surgió a fines de los ’70 y se desarrolló en Holanda en los años ’80. En 1982, empresas, sindicatos y el Gobierno dieron inicio al llamado ‘milagro holandés’, cuando, a través del Acuerdo de Wassenaar, se logró reducir como nunca el desempleo a través de medidas de flexibilización. Más de 30 años después, este tipo de beneficios son voluntarios, aunque un relevamiento de Managment por más de una decena de empresas líderes comprobó que, todavía pocos la aplican.

Cómo funciona
“El ‘job share’ se define como dos personas contratadas bajo un esquema donde se comparte la responsabilidad de una sola posición de tiempo completo. Los horarios de trabajo pueden ser definidos en horas o días a la semana. La posición es asumida por dos personas al mismo tiempo y está condicionada a que la oferta sea aceptada por ambos empleados implicados”, explica Romina Zamparolo, gerente de Recursos Humanos de Unilever Argentina.
En la Argentina, la empresa ofrece el beneficio desde 2013 y ya existen cuatro puestos con ocho personas impactadas. El modelo, continúa Zamparolo, está orientado a “aquellas mujeres que se encuentran de regreso de un período de maternidad, tienen hijos pequeños, o necesitan mayor tiempo para aspectos personales”.
Para llevarlo a cabo, el área de Recursos Humanos coordina sesiones de seguimiento durante el año para garantizar que el modelo funciona para todas las partes involucradas, no sólo para los que participan. Pese al atractivo de la propuesta, el modelo, continúa la ejecutiva, “no es siempre un modelo válido para todas las personas, ya sea debido a situaciones personales, económicas o propias de su estilo personal”.
Zamparolo dice el modelo de “trabajo por objetivos” hace que la productividad no sea afectada negativamente por este o cualquier otra política de flex-time, como ‘viernes flexible durante todo el año’, ‘horarios flexibles de ingreso’ y egreso y ‘empleo part-time’. “En la medida en la que los objetivos estén cumplidos, no importa el modelo de trabajo que tenga cada persona”, termina.

Las protagonistas
Laura De La Vega (L.V.) y Constanza Brizzi (C.B) cuentan su experiencia en primera persona.

z ¿Por qué eligieron trabajar de esta manera?
L.V.: En ambas tuvo una motivación muy similar, que fue y sigue siendo la de tener un mejor balance con la vida personal. ‘La vida personal’ puede sonar abstracto; concretamente buscaba tener más idas a la salida de la escuela de mis hijas, más almuerzos con ellas, más tardes de no tener ninguna preocupación más que la de pasear o ir a la plaza. Y, también, más tiempo personal: ir al cine o almorzar con una amiga.
C.B.: Estoy de acuerdo en que la principal motivación es poder lograr un balance más sano entre la vida familiar y laboral. Poder estar más presente en la vida de mis hijos sin dejar de hacer un trabajo que me gusta mucho. ¡Dejar de correr y hacer todo el tiempo planes imposibles!
z ¿Qué impacto tuvo en su vida laboral y familiar?
L.V.: ¡Siento mucha menos culpa que antes! Se habla mucho del tiempo de calidad, pero para las madres que trabajan todo el día y vuelven a la casa cansadísimas, el tiempo ‘de calidad’, a veces se vuelve un ideal imposible de alcanzar. Estar más descansada, con menos presión, impacta en la calidad del tiempo que tenés para ofrecer, más allá de la cantidad. En lo laboral, requirió empezar a decidir dónde invertís tu tiempo y dónde no, te acercás más a las cosas que creés de verdad.
C.B.: El impacto fue muy positivo. Ahora vivo más relajada, de mejor humor y más descansada. Esto se refleja en mi calidad de vida y en los vínculos con los demás.

z ¿Cómo dividen tareas y tiempo?
L.V.: Decidimos dividirnos por días: Constanza va unos y yo otros. Es que una vez que entrás a la oficina, cortar se vuelve difícil. El día que vamos es a full, y el que no, bueno, intentamos ni pensar en el trabajo. Y, después, tenemos nuestros días compartidos, donde nos ponemos al día, nos contamos cosas de la oficina y también de la vida. Nos hicimos bastante amigas.

z ¿Creen que job-sharing puede extenderse o masificarse?
L.V.: Sí, pero requiere de mucho trabajo y cuidado del vínculo. Es parecido a tener una pareja, y eso a veces tiene sus complejidades.
C.B.: Sí, más allá de las complejidades operativas. Trabajás con la energía más fresca y nutrís tu trabajo con otras experiencias que también suman
EL CRONISTA