27 Mar Vacunas: ya no sólo para chicos, sino para toda la familia
Por Nora Bär
Además de todos los cambios que introducen en la vida familiar, el inminente inicio de las clases y la llegada del otoño resultan (o deberían resultar) un recordatorio de una sana costumbre: revisar y completar los esquemas de vacunación.
El Ministerio de Salud de la Nación acaba de instar a los padres de chicos que ingresan a la primaria a aprovechar estos días para vacunarlos con las tres inmunizaciones que contempla el calendario: la Sabin (que protege contra la polio); la triple viral (que previene el sarampión, la rubéola y las paperas), y la triple bacteriana (que hace lo mismo con la difteria, el tétanos y la tos convulsa o coqueluche). Aunque en el imaginario popular varias de estas patologías tienen fama de inofensivas, lo cierto es que pueden llegar a ser graves o, en ciertas circunstancias, incluso mortales.
Pero algo que no está tan difundido es que no sólo los chicos están sujetos a un compromiso periódico con las vacunas. El calendario nacional incluye todo un capítulo dedicado a los mayores. Comienza anualmente con la antigripal, pero también abarca inmunizaciones contra la hepatitis, el tétanos, la difteria y otras patologías infecciosas. Es más: este año, con motivo del Mundial de fútbol, también se recomienda que quienes no hayan recibido (o no se acuerden si la recibieron), se apliquen la vacuna contra el sarampión, una enfermedad que desde 2000 no registra casos autóctonos en la Argentina, pero que todavía circula en Brasil y en países europeos (ver aparte).
“El comienzo de clases es un buen momento para chequear que todas las vacunas estén al día -aconsejó recientemente en una reunión con la prensa la doctora Carla Vizzotti, médica infectóloga y coordinadora del Programa Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (Pronacei)-. Los chicos son especialmente susceptibles a las enfermedades porque no se lavan las manos con frecuencia, en la escuela entran en contacto con otros chicos y adultos, y pasan muchas horas en ambientes cerrados.”
A más de dos siglos de que, para promover la inmunidad al virus Variola, que había diezmado poblaciones enteras, Edward Jenner realizara la primera vacunación experimental, la prevención de enfermedades por medio de la vacunación es uno de los mayores éxitos de la medicina y una especialidad en sí misma.
En el siglo XVIII, Jenner inoculó en un chico de 8 años muestras de una pústula de la mano de una granjera infectada por el virus de la viruela bovina y así evitó que se contagiara la enfermedad humana, que en esas épocas era mortal. En 1980, la Organización Mundial de la Salud declaró la viruela la primera enfermedad erradicada de la Tierra.
Es precisamente por el éxito de las vacunas infantiles que muchas de las enfermedades que eran un clásico hace algunas décadas prácticamente se borraron de la memoria familiar. Uno de esos casos es precisamente el de la coqueluche o tos convulsa, una de las consideradas “inofensivas”, que sin embargo registró un brote en 2011 y ese año ocasionó la muerte de 76 bebes de menos de seis meses. Con la inmunización de los chicos (que deben recibir un refuerzo al ingreso escolar) y, desde febrero de 2012, de todas las embarazadas (que la reciben en la triple bacteriana acelular a partir de las 20 semanas de gestación), esa situación se revirtió drásticamente.
“La estrategia de vacunar a las embarazadas para que les transfieran los anticuerpos a su bebe permitió reducir, en dos años, el 87% de la mortalidad por coqueluche en lactantes”, detalló Vizzotti.
Otro clásico de la “pretemporada” viral es la vacuna contra la gripe o influenza, que debe aplicarse anualmente porque cada año circula una cepa diferente del virus. El Pronacei ya está recibiendo y distribuyendo en todo el país nueve millones de dosis destinadas a chicos de seis meses a dos años, mayores de 65 y grupos de riesgo de dos años en adelante (es decir, personal del sistema de salud, personas con enfermedades respiratorias crónicas, cardiopatías, diabetes, obesidad mórbida, insuficiencia renal en diálisis o con expectativa de ingreso a diálisis, pacientes inmunocomprometidos, embarazadas en cualquier trimestre, personas en estrecho contacto con pacientes oncohematológicos, o que vivan con bebes prematuros de menos de 1500 gramos).
“La pandemia fue una amenaza que se transformó en oportunidad porque ayudó a difundir la importancia de la vacuna -afirmó Vizzotti-. Cada invierno el 10% de la población se «engripa». Dado que tiene muchos otros reservorios además del ser humano, ni nosotros ni ningún país puede interrumpir la circulación del virus. Lo que buscamos con la vacunación es evitar las complicaciones y disminuir la mortalidad [por complicaciones, como la neumonía] en los grupos de riesgo.”
Éstos deberían vacunarse en las próximas semanas, porque el cuerpo tarda aproximadamente una quincena en adquirir la inmunidad. Luego, la mantiene durante diez meses.
Pero igual que los chicos, adultos de todas las edades deberían consultar con el médico si les corresponde aplicarse alguna vacuna, “no sólo porque están expuestos a adquirir enfermedades infecciosas que pueden prevenirse con una inmunización, sino también porque [en muchos casos] la inmunidad adquirida en la infancia no persiste hasta la adultez”, explicó Vizzotti.
El calendario nacional incluye vacunas para adultos que se encuentran disponibles, son gratuitas y no requieren indicación médica.
Dentro de esta categoría se encuentra la doble bacteriana (para la difteria y el tétanos), que requiere un refuerzo cada 10 años.
La doble viral (para el sarampión y la rubéola) está indicada para las personas de entre 5 y 50 años que no tengan certificadas dos dosis de vacuna y para quienes no recuerden si las recibieron.
Un dato importante es que desde 2012 se indicó la vacunación universal (para todos los habitantes del país) contra la hepatitis B. “Desde enero forma parte del calendario nacional -subrayó Vizzotti-. Deben aplicársela todos los adultos. La Argentina es el primer país de América latina que adopta esta estrategia.”
Para mayores de 65 (y grupos de riesgo que son los mismos que para la gripe), también está disponible la antineumocóccica polisacárida de 23 serotipos, que previene la neumonía y la meningitis.
LA NACION