23 Mar Una familia rusa acusada de asesinar a 30 personas por placer
Asesinar se convirtió en algo cotidiano. Lo hacíamos como otros van a trabajar a la oficina.” Esa frase, de una frialdad aterradora, fue dicha por Inessa Tarverdiyeva, una maestra jardinera rusa de 46 años, que tenía un placer secreto: matar. Junto a su segundo marido, Roman Podkopayev, un dentista de 35 años, sus hijas Viktoria, de 25, y Anastasia, de 13, están implicados en unos 30 homicidios registrados desde julio de 2007 en la región de Rostov del Don, al sur de Rusia.
Este clan de asesinos se ocultaba a simple vista tras la máscara de una familia burguesa común y corriente. Antes de salir a matar, les decían a sus vecinos que se iban de campamento.
“Ellos se veían como una agradable familia. Una madre, un padre, dos hijas, incluso una de ellas menor de edad. Estoy seguro que cuando se los veía juntos uno difícilmente podía imaginar que estaban planeando un crimen”, explicó a los medios locales el jefe del Comité de Investigaciones ruso Vladimir Markin.
Además de los cuatro integrantes de ese núcleo familiar, también fueron detenidos la hermana de Podkopayev, también llamada Anastasia, y su marido, el agente de policía Sergei Sinelnik, quienes están acusados de haber encubierto a la banda, ayudarlos a elegir sus objetivos e incluso acompañarlos como conductores de fuga.
Su motivación para los asesinatos, en principio, parecía económica, pero la violencia y el ensañamiento con que mataban a sus víctimas –entre las cuales hubo varios menores de edad– dio cuenta de un goce enfermizo al momento de cometer los crímenes.
Otro dato destacado de la actividad delictiva de esta banda es el hecho de que varias de sus víctimas resultaron ser efectivos policiales o miembros de fuerzas de seguridad. Tarverdiyeva dijo en su momento que odiaba a la policía: “Inessa dijo que los policías eran asesinados con el objetivo de conseguir armas extra. A otros los mataban sólo por dinero”, comentó Markin.
“Hasta ahora se demostraron nueve muertes. Pero no puede descartarse que la familia tenga en su conciencia todavía más víctimas”, dijo a la agencia de noticias dpa Galina Gagalayeva, integrante de la comisión de investigación de Rostov del Don.
Si bien desde su detención, el 8 de septiembre, se ha ido demostrando su participación en varios casos violentos sin resolver, también se descubrió que en algunos hechos hubo inocentes que fueron acusados injustamente.
Tal es el caso de Aleksei Serenko, un joven que estuvo dos años preso por uno de los crímenes más violentos de la banda de Tarverdiyeva, el asesinato del coronel Dmitry Chudakov y su familia, en 2009.
Serenko fue relacionado con el caso por poseer un arma del mismo calibre con el que mataron a las víctimas. Incluso el joven denunció haber sido torturado por amigos policías de Chudakov.
Ese hecho dio cuenta de la perversión con que mataban Tarverdiyeva y su familia: Sasha, el hijo de siete años de Chudakov, recibió un tiro con un arma semiautomática, mientras que su hermana Veronika, de once, fue apuñalada 37 veces.
En otro crimen, torturaron a dos adolescentes sacándoles los ojos antes de matarlas.
El final de esta historia ocurrió el 8 de septiembre: la banda estaba intentando asaltar a un militar retirado en su casa de la zona de Aksai, cuando fueron sorprendidos por la policía. “¿Están aquí por nosotros?”, dijo Podkopayev antes de tirotearse con la policía e intentar escapar en una moto junto a Veronika, mientras que su mujer y su otra hija se entregaban sin oponer resistencia. El hombre abatió a un policía antes de caer muerto, su hijastra resultó herida y detenida.
“Soy una gangster por naturaleza”, sostuvo Inessa, quien es comparada por los medios rusos con la famosa criminal de la década del ’30, “Ma” Barker.
TIEMPO ARGENTINO