Trader zen: de la furia de la mesa de dinero a las clases de meditación

Trader zen: de la furia de la mesa de dinero a las clases de meditación

Por Mariana Shaalo
En un primer acercamiento se hace difícil vincular a un trader de una mesa de dinero de un banco con la paz que brinda la meditación, la respiración consciente y el yoga. Cuando uno piensa en el competitivo ámbito de los bancos, lo primero que se viene a la cabeza son corridas, gritos y una corriente de adrenalina permanente. Escuchando a Ezequiel Starobinsky, operador de mesa de dinero de un importante banco internacional desde hace ocho años, las sospechas se confirman pero en él es posible encontrar pasión por las finanzas y una filosofía de vida que raya con la de un monje budista.
Starobinsky hace 14 años trabaja en el mismo banco y además es instructor de técnicas de respiración en el Arte de Vivir. Siempre supo a qué se quería dedicar e hizo todo el camino como un alumno aplicado: fue a la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, se licenció en Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo la mención de honor Magna Cum Laude e hizo un master en Economía en la Universidad del Cema. Sin embargo, la educación formal no lo había preparado para la crisis del campo del 2008 y el estrés que vivió diariamente en el banco terminó con un desmayo en el subte y una posterior internación en una clínica privada.
“Entré a la mesa y por no saber mantener la tranquilidad me desmayé en el 2008. Estaba con mucho estrés por la crisis del campo, me titilaba el ojo casi todo el tiempo, tenía mucha presión, pensaba en eso todo el día. La realidad me había robado la mente. Pasé la noche internado y finalmente me diagnosticaron una crisis de estrés a los 28 años”, cuenta sobre esos días.
Tras esta experiencia decidió realizar cambios en su vida y profundizar su búsqueda de herramientas para una vida mejor. “En general el de los bancos es un ámbito muy competitivo, no cualquiera llega y se puede mantener. Hay que tener mucha fuerza y empuje pero lo bueno es tenerlo con tranquilidad interior. Exteriormente ser muy dinámico y enérgico e interiormente estar en paz y con disfrute. Siempre fui muy enérgico y de mucho entusiasmo pero a costa de un estrés enorme”, explica.
“Hoy por hoy aprendí a mantener ese nivel de energía exterior con paz interior y es más genuina esa energía”, destaca
Lo que diferencia a Starobisky de otros ejecutivos y banqueros que encontraron la paz interior mediante el yoga y la meditación es que él no abandonó su puesto sino que supo encontrar la manera de seguir llevando adelante su trabajo diario sin tanto estrés.
“En otro momento habría dicho no me lo banco, por mi salud renuncio, pero eso hubiera sido una boludez porque me maté laburando siete años en back office para acceder a la mesa. Si al año el estrés me ganaba y me tenía que ir, era un loser. Me dije me quiero quedar en este puesto que me gusta, me divierte, es intelectualmente desafiante, me pagan bien pero tengo que aprender a manejarlo. Tenía que ganar la mayor conciencia posible para evitar perderla de vuelta‘, relata. “Al principio me costó conectar las dos partes. Cuando ves a un operador de mesa de dinero y un pibe que hace yoga, medita y encima después se hace instructor, decís ‘no tiene nada que ver, este pibe vive disociadamente‘. Con el tiempo y esto me llevó años, fui ganando conciencia de que está todo en la mirada y va más allá de lo que hagas exteriormente”,
“Cambias tu mirada y el mundo cambia. Hoy por hoy vivo siempre una misma cosa porque lo que importa es la relación con el mundo presente, tu capacidad de observar tus propios pensamientos y regular tu propia ansiedad y enojos”, agrega.
La singularidad de su proceso hizo que el año pasado Starobinsky publicara un libro que se titula “Los nuevos superhéroes: el arte de vivir en la jungla urbana”, donde comparte su experiencia y describe cómo la práctica de técnicas de respiración, yoga y meditación puede ayudar a que nuestro cuerpo libere toxinas y se llene de energía, la mente se calme y se enfoque, y estemos disponibles para actuar en lo que sea necesario.
“Muchas veces nos volvemos locos queriendo mejorar lo externo sin ocuparnos de lo interno y ahí vas frito. Porque de manera externa siempre vas a querer otra cosa. Uno consigue algo y es feliz por muy poco tiempo. Ya al ratito uno quiere otra cosa y no está mal pero hay que estar atento”.
“Esta bueno ser ambisicioso en el trabajo si te lleva a planear y buscar cosas pero el problema está cuando sí o sí querés algo. Aprendí que hay que soltar un poco el deseo, seguir ocupándose de generar las posibilidades laborales pero no preocuparse”, concluye.
EL CRONISTA