23 Feb Las provincias exhiben con orgullo sus flores
Por Osvaldo Helman
Debido a su vasta extensión y a la variedad de sus climas, en la República Argentina crece una enorme pluralidad de plantas y árboles autóctonos que se engalanan con hermosas flores, pero ninguno de ellos se desarrolla en la totalidad de su territorio.
Esto fue reconocido por la Comisión Nacional creada en 1941 para proponer a las máximas autoridades de la Nación, cuál era la flor que mayores méritos reunía para ser proclamada flor nacional argentina. La propuesta de dicha Comisión, integrada por nueve miembros representantes del quehacer nacional fue recogida por la nación (24/12/1942): “Conságrase como expresión floral de nuestro país a la flor de ceibo”.
En su dictamen, expresaba el presidente de aquella Comisión, Dr. Ricardo Helman, designado por el Ministerio de Agricultura: “No existe en la Argentina una flor que encierre características botánicas, fitogeográficas, artísticas o históricas que haya merecido la unanimidad de las opiniones para asignarle jerarquía de flor nacional, por lo que las predilecciones suelen nacer de inclinaciones sentimentales y simpatías locales o personales, como se ha puesto de manifiesto en encuestas y concursos”. Los integrantes de la Comisión se inclinaron por la flor de ceibo, que fue proclamada Flor Nacional Argentina.
La abundancia de plantas au¬tóctonas que crecen y florecen en el país es desmesurada. Sólo intentaremos y sin rigor científico, conformar un compendio con algunas de ellas. Para extenderlo, deberá apelarse a los trabajos de prestigiosos botánicos, entre otros a los de los ingenieros agrónomos Lorenzo R. Parodi y Milán Dimitri.
Comencemos por la zona Norte, aclarando que cuando se trata de una flor provincial reconocida oficialmente irá acompañada de la sigla FP. En la provincia de Jujuy, crece el Lapacho Rosado (FP) con flores de ese color. En el Chaco se rinde culto al “samohú”, que es la flor rosada del Palo Borracho, y en Formosa, a la flor amarilla del Jazmín del Norte o “jazmín mango”.
Más al Este, sobre todo en Co¬rrientes, flota sobre ríosylagosla flor del “Irupé”, conocida también como Victoria Regia. En Salta tenemos el Ceibo salteflo (Erythrina falcata) y en otras zonas, como Misiones, el Lapacho Negro (FP), con hermosas flores rosado-mo¬radas.
Siguiendo hacia el Sur, una flor de extremada belleza es la Flor de San Esteban (FP) o “Escudo de Amor”, orgullo de los santia-gueños, de pétalos amarillos que contrastan con largos estambres violáceos. En Tucumán es muy venerada La Estrella Federal o “Flor de Pascua”, mientras que en La Rioja luce el “Cardón” (FP), un cacto del género “cereus”, flor grande de pétalos blancos rodeando su androceo amarillo.
Y ya en la zona cuyana lucen el “Retamo” (FP) de San Juan y en Mendoza la “Jarilla”, conocida como “Flor del Chañar BREA”. Los púntanos ostentan una flor aérea, el “Clavel del aire” (FP) de San Luís, de color blanco, también llamada “Azahar del campo”. En La Pampa florece la “Margarita de Lihué Calel” (FP) o “Margarita de la Sierra” de color amarillo.
Ya en la Patagonia, sobre todo en la zona cordillerana de Chubut, luce la “mutisia” o “mu-ticia”, que también crece en Neuquén, donde es FP, con pintoresca corola anaranjada. En los climas fríos de Santa Cruz está muy difundido el “lupino” o “altramuz”, que es una inflorescencia en espiga de color azul violáceo y también blanco amarillento. Y no olvidemos a la flor del “Amancay”, en Bariloche; la “Pasionaria o Mburucuyá”, en extensas regiones argentinas, al igual que la Cortadera o “penacho de las pampas”; la “Salvia azul”, favorita de los picaflores, y la flor del “Jacaranda”, cuyo árbol, en noviembre engalana calles y paseos de Buenos Aires.
Muchas flores engendraron historias y leyendas, como la de “Anahí”, aquella princesa de indomable bravura guaraní. Defendiendo las tierras heredadas de sus mayores, fue tomada prisionera y condenada a morir en la hoguera. Iniciado el suplicio, su cuerpo se fue transformando en un árbol nunca contemplado hasta entonces en la Creación: era un ceibo en flor.
LA NACION