“Mi Sangre”, una vida marcada por brujas, muertes y un pacto diabólico

“Mi Sangre”, una vida marcada por brujas, muertes y un pacto diabólico

Por Juan Alonso
Allá en el barrio Boston de Medellín, donde se crió, dicen que ‘Mi sangre’ “tiene un pacto con el diablo para cerrar el cuerpo.” De esa forma, explican su ascenso y su caída. Desde muy joven, el jefe paramilitar narco Henry de Jesús López Londoño se hizo adicto a consultar magos y brujas con la obsesión de conocer su futuro. Era un adolescente cuando comenzó a sufrir una aversión especial hacia los gatos: creía que le restaban la energía necesaria para cumplir el sueño de convertirse en líder de la mafia de la cocaína en la región de Urabá, en la frontera norte de Colombia, paso obligado a Panamá.
Y el sueño, su sueño, se cumplió.
Claro que su carrera criminal jamás se basó en lo paranormal, sino en la construcción de poder sobre la base de un sistema corrupto y corruptor por medio del dinero proveniente de la venta de drogas y armas a gran escala, y los crímenes.
Era muy jovencito cuando comenzó bañando a los perros de raza de sus jefes en la Oficina de Envigado. También realizaba otras actividades como consignaciones de dinero, transporte de armamento y mujeres hermosas, que eran “las acompañantes” de los líderes del grupo. Su especial habilidad para negociar y sobornar a los miembros de la fuerzas públicas le ayudó a escalar rápidamente posiciones. Y se ganó el alias a base de hechos violentos relacionados con la jerga interna del cártel donde llegó muy pronto a ser uno de sus líderes indiscutidos.
El nexo que construyó con dos presos notables de la cárcel La Picota, en Bogotá, Daniel Rendón, alias “Don Mario”, y Dumar Guerrero, “Carecuchillo”, y con los hermanos Dairo y Juan de Dios Úsuga –también jefes de los Urabeños– lo convirtió en un personaje temido y respetado. Por medio de esas alianzas se estableció como el estratega militar de Envigado, en Medellín, desde donde masacró a balazos a los grupos y pandillas rivales.
Fuentes policiales mencionadas por medios de Bogotá, afirman que López Londoño es el principal proveedor de cocaína del temible cártel mexicano de Los Zetas. Y no sólo eso: aseguran que planeaba reunirse aquí con un miembro de esa poderosa organización internacional, cuando fue apresado por los agentes de la Secretaría de Inteligencia (SI), a principios de noviembre de 2012, en el restaurante Fetuccine Mario, en Pilar.
López Londoño andaba con siete pasaportes distintos de Argentina, Colombia, México, Ecuador y Paraguay. Tenía una causa abierta por narcotráfico en un juzgado del sur de Florida, en los Estados Unidos, y la DEA le siguió el rastro por Montevideo y Asunción, hasta que se radicó como presunto empresario con su esposa y su hijo aquí a fines de 2011.
“Mi Sangre” vivía en cinco casas de lujo de la zona norte del Gran Buenos Aires. Una de ellas, ubicada en el complejo Nordelta, en el partido de Tigre. Con la excusa de montar una empresa dedicada a la compra y venta de autos de alta gama –circulaba en Audi, BMW y camionetas 4×4 blindadas con diez custodios armados– y mantenía frecuentes reuniones en hoteles de Puerto Madero, chacras y countries bonaerenses. Hasta esos lugares lo monitoreó la SI, que escuchaba sus teléfonos, y había montado un sistema de monitoreo satelital, insertando chips en sus valijas y vehículos. De esa forma, en una estación de servicio, los agentes simularon ser playeros para concretar el plan que terminó con la buena estrella de uno de los narcos más buscados del mundo. Lo hicieron en un momento de distracción de sus guardias, mientras cargaban nafta en uno de sus autos de alta gama con los que se movía.

LA RUTA DEL DINERO
Pero el dato que despertó la alarma de las autoridades colombianos fue el dinero. La gran cantidad de dinero que movía “Mi Sangre”. Las autoridades colombianas aseguran que coordinaba los contactos con la mafia y el envío de miles de millones de pesos mensuales para sus socios de Los Urabeños. Era el financista y el cerebro exiliado de la banda. Vivía en una especie de ostracismo cinco estrellas.
Desde Bogotá, calculan que cada mes giraba unos 5000 millones de pesos colombianos a su ejército paramilitar de 2000 soldados. Así lo precisó el miércoles el general José Roberto León Riaño, director de la Policía de Colombia. “Han perdido al principal financiador”, dijo.
El  viceministro de Seguridad, Sergio Berni, negó que los narcotraficantes de grandes redes internacionales se “radiquen” en la Argentina, sino que “se van rotando permanentemente” con el objetivo de poder comercializar la droga en diferentes partes del mundo. “No es que viven y se radican acá, están un tiempo acá y se van a otro país. Se van rotando permanentemente. ‘Mi Sangre’ es un ex paramilitar que viene de la lucha armada de Colombia”, indicó el funcionario nacional.
“No estamos hablando de un ‘cuatro de copas’. Son especialistas en lucha armada, por lo tanto los elementos de inteligencia y contrainteligencia los tienen muy aceitados. Londoño pasó por varios países que nunca pudieron detenerlo”, agregó Berni. Poco antes de llegar aquí, “Mi Sangre” había intentado establecerse en Ecuador donde lo siguió la DEA.
TIEMPO ARGENTINO