Moebius: una editorial de nicho que rinde honor a los comics

Moebius: una editorial de nicho que rinde honor a los comics

Por Sebastián Hadida
El historietista francés Jean Giraud, recientemente fallecido, revolucionó el comic de ciencia ficción en los años ‘60 y ‘80. A miles de kilómetros, Martín Ramón, junto a Martín Casanova y Rodrigo Díaz, recuperó su pseudónimo, Moebius, para dar a luz un emprendimiento editorial dedicado al noveno arte con el que espera facturar, a fin de año, $ 1,3 millón. El negocio, que empezó en 2008 como una editorial de libros y revistas de historietas tras una inversión inicial de $ 100.000 (préstamo familiar), consolidó una estructura con dos tiendas de venta directa.
El germen del proyecto fue un curso de comics en la Escuela Argentina de Historietas donde Ramón conoció, hace 15 años, a quienes se convertirían en sus socios. Las dificultades de inserción laboral lo llevaron a desviarse del rumbo para navegar rutas alternativas. Se arrojó a un periplo vocacional, que incluyó desde recibirse como Director Técnico de Fútbol y entrenar un equipo en los Estados Unidos hasta estudiar el Traductorado Público.
Pero Ramón seguía soñando en forma de viñetas y, en Buenos Aires, propuso fundar una editorial para materializar su proyecto. En una oficina alquilada, montó el estudio y puso a rodar el negocio. En junio de 2009, tras un desembolso inicial de $ 10.000, abrió el primer local, en el barrio de Almagro.
Entonces, los libros de comics disputaban el lugar de los exhibidores con objetos de diseño e indumentaria, que también se comercializaban. Luego, la tienda definiría su perfil en función del nicho en el que se especializa.
Al año, Espacio Moebius incorporaría un café literario concesionado. En 2012, con una inversión de $ 25.000, abrió Moebius Liceo, la segunda tienda ubicada en la Galería Patio del Liceo, en el barrio de Recoleta. Se convirtió en una referencia para las presentaciones de libros del rubro y como galería para muestras de ilustradores.

El arte de imprimir libros
Con la puesta en marcha de las librerías, el negocio editorial quedó algo relegado. “Ahora le estamos metiendo más fuerza, con nuevos títulos. Estamos haciendo ediciones de autor, con ilustraciones en serigrafía”, comenta. Otra novedad es la venta de historietas originales -que tiene, como principal destinatario, a coleccionistas extranjeros- y de reproducciones firmadas.
La edición es lo que más dinero demanda, ya que, entre imprenta, maquetación, corrección y adelanto para el autor, cada título requiere entre $ 50.000 y $ 60.000. El secreto, dice, es la distribución, además de estar encima de las librerías para que tengan exhibición. “Si uno puede hacerse amigo de los encargados, mejor”, sugiere.
Sobre la impresión, para que el precio por unidad no se vaya por las nubes, ‘la tirada tiene que ser de, al menos, 2.000 ejemplares’ porque la entrada a máquina para impresiones en offset tradicional es lo más caro, mientras que el costo marginal por cada unidad adicional decrece a medida que incrementa la tirada. Las ediciones de Moebius tienen una tirada de hasta 3.000 unidades.
Casi todas las obras publicadas pertenecen a artistas, como Gustavo Sala y Carlos Nine. En general, los libros recopilan historietas ya publicadas en diarios y revistas y no requieren pago por página de trabajo, que correspondería a una obra por encargo. Los autores cobran un 10% por cada libro vendido y se les paga un adelanto conforme a la mitad de la tirada total del libro, en concepto de derechos de publicación hasta una segunda edición de la obra.
Cada seis meses, se hace una rendición y se le paga al autor lo que corresponde al nivel de ventas del producto. Moebius se queda con el 30% del valor por cada libro vendido, ya que las librerías perciben el 50%, mientras que al distribuidor le corresponde una comisión del 10%.
Al principio, la distribución estaba a cargo de ellos, pero decidieron dejarlo en manos de dos distribuidores. “Pero tenemos más venta directa que por distribución, cuando debería ser al revés”, reconoce.
Para dar respuesta a este problema, pensó en asociarse con otras editoriales de comics y designar, entre todas, un promotor responsable de recorrer las librerías, explicar las propuestas, verificar el stock y controlar la exhibición. Esta idea aún no maduró pero deja entrever que las editoriales no se ven entre ellas como competencia. “Tenemos que hacernos fuertes como sector y la única manera es hacerlo colectivamente”, declara.
Ramón planea ampliar la presencia. “Me gustaría tener la galería de arte separada de la librería o un espacio más grande”. A mediano plazo, espera tener más de 50 títulos editados y abrir locales en ciudades como París y Barcelona. “Tenemos el know-how y contactos que nos pueden ayudar”, remata.
EL CRONISTA