22 Jan Las automotrices japonesas buscan seducir a los jóvenes
El imponente despliegue de tecnología del futuro del 43er. Tokio Motor Show, que se desarrolló en noviembre de 2013, puso la segunda marcha: de la exhibición a la prensa se pasó a la etapa en la que los periodistas pudieron “pisar” y testear los nuevos modelos de Honda, Toyota y otras marcas japonesas, para probar con sus propias manos y sentidos las novedades mundiales de la industria automotríz.
Un grupo de enviados especiales de la prensa, argentinos y de todo el mundo, participó en esta ciudad, a 300 kilómetros de Tokio, de la prueba de manejo de Toyota en su pista de pruebas de Nashiura, el remedo de cualquier autódromo, con boxes y línea de largada. Adrenalina pura. Hubo velocidad y motores que rugían. El concepto del “Waku Doki”, con el que la marca líder nipona pretende vincular el auto con sensaciones de pasión, emoción y placer por el auto y el manejo, le agregó así sentimientos a las primicias de Tokio.
Los periodistas fierreros aprovecharon la oportunidad. Toyota, empresa líder en vehículos híbridos, amigables con el medio ambiente, busca seducir a los clientes jóvenes que se alejan del auto. Por eso incorpora diseños emocionales con faros que evocan miradas penetrantes, sensuales y trompas rugientes. Esta es la moda en Japón.
Los resultados son un crecimiento en ventas en el último año. Los cronistas especializados se dejaron llevar por las emociones. Algunos dieron más vueltas que las permitidas en el circuito, sobrepasaron las velocidades máximas, probaron la dirección en zigzag, se olvidaron por algunos segundos del cinturón de seguridad o largaron con el freno de mano puesto por breves instantes. Gajes del enamoramiento mecánico. Además, conspiró la extraña ubicación del volante a la derecha y el hecho de no entender el idioma japonés. Los anfitriones, amables pero rígidos, simularon no notarlo.
Se pusieron a disposición cuatro modelos: el Toyota 86, deportivo (naftero, único que llegó a la Argentina); el Crown, el Aqua y el Sai. Estos tres últimos son híbridos (eléctricos y a combustible). Todos con caja automática, lo que ayudó a quienes no habituados a conducir del lado derecho se las ven en figurillas para cambiar las velocidades con la mano izquierda.
Conclusiones. Para la mayoría de la prensa especializada, el T86 es el ideal para manejo deportivo. Ágil, recuerda que manejar tiene que volver a ser divertido. Muy liviano, baja potencia, baja cilindrada y bajo centro de gravedad, lo que le da mucha estabilidad en curvas y evita que el auto role. Apto para derrapes controlados. Gasta 7,6 litros de combustible cada 100 kilómetros.
“En cambio, el Crown es puro confort, un living sobre ruedas”, señaló un periodista argentino. Se trata de un sedán de lujo, nacido hace 56 años, pero que evolucionó en confort y tamaño, y lidera ahora junto al Prius la gama de los eléctricos. La versión de lujo tiene mucha seguridad y estabilidad. No apunta a la reacción como el 86. Consume 4 litros cada 100 kilómetros por ser híbrido. Se los venden a los diplomáticos japoneses.
El Sai se caracteriza por un interior acogedor con una plancha central de mandos moderna e intuitiva: todo cerca de las manos. Incluye un sistema de televisión y navegador, y asientos eléctricos. Tiene algo más de agilidad para la ciudad y casi iguala en confort al Crown.
El Aqua es un mediano de cinco puertas moderno y de manejo ágil, buena adherencia en curvas de baja y media velocidad. Estos tres últimos modelos tienen nulas chances de llegar al país porque el Gobierno le puso el freno de mano a la importación de híbridos, al sacarle los incentivos impositivos. Al revés de la Unión Europea, que los subsidia.
El director de diseño de Toyota, Fukuichi SMO, señaló que esos autos, como otros 26 híbridos de la marca, incluido el Lexus, fueron diseñados con el nuevo criterio emocional. “La gente debe vibrar ante ese auto y decir «quiero este y no otro»”, dijo el experto. Ese es el espíritu Waku Doki. Enamorar a los jóvenes que sienten que el transporte público es mejor que la pasión de manejar su propio auto.
LA NACION