19 Jan Brad Pitt: talento, madurez y belleza
Por Juan Manuel Strassburger
La historia dice que lo hizo desde abajo y tuvo que compaginar sus primeras audiciones con empleos de conductor, camarero, guardia nocturno e incluso disfrazado de pollo como reclamo de una cadena de comida rápida. Aunque tenía el clásico porte de “buen mozo”, se las arregló para conducir su carrera en a base dramas, acción, suspenso y ciencia ficción. Es decir: un porcentaje mucho mayor de escenas oscuras y problemáticas que felices y románticas.
Estamos hablando de Brad Pitt, por supuesto, el brillante actor de 12 Monos, Pecados capitales y Bastardos sin gloria que el 18 de diciembre pasado cumplió 50 años. Pero también el abnegado y paciente marido de Angelina Jolie, así como el cruel rompecorazones de Jennifer Aniston, Gwyneth Paltrow y siguen las firmas. “Primero tenés que perderlo todo para empezar a ganar algo”, suele decir el hombre cuando le preguntan por la clave del éxito y opta por desmarcarse rápidamente.
Criado como el mayor de tres hermanos en una familia estrictamente religiosa del medio oeste estadounidense, Pitt dejó sus estudios en la Universidad de Missouri para dedicarse a la interpretación actoral y arrancar con pequeños anuncios publicitarios. Tiempo después llegó la televisión, donde participó junto a Johnny Depp de la comedia prácticamente desconocida en la Argentina 21 Jump Street.
Su carrera grande arrancó, sin embargo, a principios de los ’90, cuando encarnó al ladrón seductor de Thelma & Louise (1991), papel que consiguió de rebote tras renunciar Billy Baldwin y lo catapultó a la fama. Luego, tras sus dos primeros thrillers (Kalifornia, de 1993; y Escape Salvaje, con guión original de Tarantino, ese mismo año), fue sólo cuestión de tiempo que Brad se convirtiera en un ícono de la pantalla. Y eso fue lo que sucedió con su primer papel grande: el de un vampiro culposo y dark en Entrevista con el vampiro, de 1994.
Esa película le permitió conseguir un nuevo estatus dentro la industria. Porque coincidió en pantalla con el ya consagrado Tom Cruise. Y le permitió obtener otro papel clave: el de aventurero romántico de Leyendas de pasión. Allí, Brad Pitt terminó de conquistar los corazones de las mujeres del mundo, y, al mismo tiempo, ganarse cierta reputación de buen actor. Una doble cualidad que lo acompañaría desde entonces hasta hoy.
Para ese momento ya hacía rato que su condición de sex-symbol había desbordado los límites “normales”. La excitación por Brad Pitt era mundial, extrema y reverencial: nadie se animaba a discutir sus dotes como actor, lo que automáticamente potenciaba aún más su sex-appeal.
No por nada, fue el primer actor en ser nombrado dos veces el hombre más atractivo del mundo por la revista People. Primero en 1995, al inicio de su carrera, y luego en el 2000, cuando se encontraba en pleno idilio de su matrimonio con Jennifer Aniston. Durante ese lapso encadenaría éxitos como Se7en (Pecados Capitales), Siete años en el Tibet y El Club de la pelea, donde acallaría definitivamente a quienes sólo veían en él a un actor admirado por su belleza y no por su evidente talento.
Así, con la entrada al nuevo milenio, Pitt ya empezó a ser considerado un gigante. Y lejos de dormirse en los laureles, redobló la apuesta: arrancó sus ya frecuentes colaboraciones con su amigo George Clooney (ejemplo: la saga Oceans) y se la jugó por la épica en Troya, que no logró cumplir las expectativas comerciales. Sus colegas, sin embargo, siempre lo reconocieron: “Sus métodos de trabajo son muy distintos a los míos, pero es un actor que sabe lo que hace, que en verdad trabaja en los rodajes”, contó, por ejemplo, Harrison Ford. Marc Forster, en tanto, director de su reciente película Guerra Mundial Z, también tuvo palabras elogiosas para el actor: “Es un intérprete extraordinario que sólo mejora con el paso del tiempo, de las películas, sabe capturar a su personajes perfectamente.”
Pero en la vida de Brad Pitt también habría lugar para el escándalo y la novela rosa. Su primer romance fue Juliette Lewis (su compañera en Kalifornia). Un vínculo que duró poco y le dio pasó a Gwyneth Paltrow, su colega en Seven. Con ella, estableció una relación un poco más profunda, pero la interrumpió para salir con la estrella de Friends, Jennifer Aniston, con quien acabó casándose en Malibú en el verano del año 2000, mientras decenas de paparazzi planeaban en helicóptero sobre la costa del Pacífico.
El matrimonio con la Rachel de Friends fue bien durante sus primeros años, pero llegó el rodaje de Sr. & Sra. Smith, donde conoció a Angelina Jolie, doce años más joven que él, pero en la misma sintonía espiritual y sexual. Entonces, las turbulencias se sucedieron. Tras unas primeras desmentidas, Brad tuvo que admitir que el affaire con la hija del legendario John Voight era cierto. Y no pasó mucho hasta que Aniston y Pitt presentaron el divorcio.
Y es que a Brad y Angelina los unía mucho más que la fama y un sueldo millonario. Él siempre había querido tener una familia numerosa y con Jolie lo logró: terminaron formando un súper familia de seis hijos, entre biológicos y adoptados, e ingresaron en un período de madurez en el cual participaron también de varias actividades solidarias.
De hecho, en 2006, ambos crearon su propio organismo de ayuda, la Fundación Jolie–Pitt, con la que llevaron adelante diversas actividades humanitarias alrededor del mundo. Una de sus más famosas, las recurrentes visitas a Nueva Orleans tras el desastre por el Huracán Katrina.
Los últimos años del actor lo encontraron asentado en su fama y en sus logros artísticos. Por un lado, con aplaudidos papeles como el de Bastardos sin gloria o Mátalos suavemente, y personajes atribulados personajes como el de Babel o El árbol de la vida. Sin embargo, su familia con Jolie sigue siendo su prioridad, un reconocimiento que la actriz agradeció la última primavera cuando se sometió a una mastectomía doble por miedo a desarrollar cáncer.
Ahora, mientras se recupera de un 2013 intenso (ver aparte), Brad Pitt seguramente ya esté preparando un 2014 igual de movido, con su doble impronta de leyenda viviente del cine y galán imperecedero de Hollywood. 50 años no es nada.
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