17 Jan Después de cuatro años, EE.UU. logra aplicar la reforma del sistema financiero
Por Martín Burbridge
Cuando ya ha transcurrido más de la mitad de la presidencia de Barack Obama en EEUU (termina su mandato en enero de 2017), el balance que hacen los analistas sobre el legado de su gobierno empieza a ser bastante mitigado. Dos de las tres grandes reformas propuestas por Obama tienen hoy su futuro comprometido: la reforma sanitaria, aprobada en 2010, comienza a hacer agua por los recortes y concesiones que ha tenido que hacer el gobierno para que no naufragara; mientras que la reforma migratoria sigue durmiendo en los cajones del Congreso y nadie sabe cuándo se llegará a un acuerdo entre demócratas y republicanos sobre este tema.
Por eso la noticia de que la reforma financiera lanzada en 2010 (conocida como Ley Dodd-Frank), de la cual por estos días fue aprobada la ley Volcker por parte de los organismos reguladores, y que representa su capítulo más resistido por los bancos, genera dudas entre los analistas respecto del real alcance que tendrá en los próximos años. Porque todo hace suponer que, como con las demás reformas, de a poco se vaya desinflando hasta convertirse en una versión bastante devaluada de la original.
Cuando se presentó la reforma en enero de 2010 (finalmente sería aprobada en sus líneas generales en el mes de julio), el Presidente Obama sostuvo que no se permitirá más a los bancos controlar, invertir o promocionar fondos de cobertura (hedge funds), fondos de capital privado o hacer trading por cuenta propia y no al servicio de sus clientes.
Para reforzar su proyecto de reforma, Obama decidió bautizarla con el nombre de uno de sus asesores económicos, Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal entre 1979 y 1987 (durante su gestión se logró controlar una tasa de inflación que se había desbocado), quien propuso hacer una transformación profunda del sistema financiero, la cual fue inmediatamente tildada de anticapitalista por Wall Street.
Es que para los bancos, el proyecto original presentado por Volcker contenía azufre disimulado entre sus considerandos. Al plantear la culpa de las entidades financieras en el estallido de la crisis subprime, el objetivo de esta reforma fue prohibir a la banca que llevara a cabo operaciones especulativas por cuenta propia, pero con dinero de sus clientes. Y también que los bancos tuvieran una exposición mayor al 3% en fondos de cobertura o fondos de capital privado. En definitiva, se trataba de endurecer el marco legislativo para poner un corsé a las operaciones especulativas que habían provocado (y amplificado) la crisis financiera.
De esta forma, el CEO de cada entidad bancaria deberá, anualmente, informar a los reguladores que el banco tiene en marcha procesos para establecer, mantener, hacer cumplir, revisar, probar y modificar el programa de cumplimiento, según la ley de reforma financiera aprobada, marcando la cancha de una manera mucho más estricta para todo el sector.
Esmerilar la regulación
Por supuesto, los bancos no se quedaron de brazos cruzados durante todo este tiempo, lo que les permitió postergar por más de cuatro años la aprobación de la ley Volcker y, mientras tanto, ir esmerilando su versión original hasta transformarla en un texto más benigno.
A pesar de que oficialmente muchos de los principales bancos (como Goldman Sachs o Merrill Lynch) ya habían cerrado hace un par de años atrás sus departamentos de propietary trading (lo que se conoce como negociación por cuenta propia), la realidad es que las entidades han seguido especulando de manera más discreta (con departamentos secretos desconocidos para el resto de los empleados), ya que el negocio es demasiado grande como para quedarse afuera.
Mientras tanto, la ley que acaban de aprobar las distintas agencias reguladoras (entre las que se encuentran la Fed, la SEC Securities and Exchange Commission y la CFTC Commodity Futures Trading Commission), contempla algunas excepciones que en la versión original no existían. El texto aprobado distingue entre la especulación de market making (que crea liquidez en los mercados) de la de cobertura (o hedging).
Según la legislación, esta última estaría autorizada porque sirve para que los bancos puedan intervenir en los mercados y así reducir la volatilidad en las cotizaciones de los productos financieros de sus clientes, o para protegerse de las variaciones excesivas en los precios. Pero la línea que separa ambos tipos de especulación resulta más que difusa.
Además, entre los analistas se corre el rumor de que la ley Volcker sólo sería aplicada a las entidades extranjeras que operen en territorio estadounidense. Y los tiempos de aplicación también conspirarían contra el espíritu de la nueva reglamentación: de acuerdo con Bart Chilton, comisionado de la CFTC, la ley Volcker no será aplicada hasta julio de 2015, lo que representa una eternidad en un entorno financiero en constante evolución. Estoy seguro que seguirá habiendo intentos para evitar cumplir esta regla y buscar excepciones, pero así funciona el mundo.
EL CRONISTA