El mejor vino argentino, según la mirada de un experto inglés

El mejor vino argentino, según la mirada de un experto inglés

Por Sebastián A. Ríos
Tim Atkin es la persona ideal a la que pedirle que recomiende un buen vino. No sólo es uno de los periodistas más influyentes del mundo en la materia -su firma está presente en revistas como Decanter o Imbibe-, sino que además ha visitado por lo menos unas 15 veces la Argentina en las últimas dos décadas. En su más reciente visita, recorrió 21 bodegas mendocinas y participó de catas a ciegas en las que degustó casi 200 vinos de todas las regiones del país.
Atkin asegura que lo que encontró esta vez lo sorprendió: la calidad de los blancos, excelentes pinot noir, y el sabor del terruño que comienza a brillar en manos de enólogos cada vez más ajenos a los dictados del mercado. “Encontré un montón de cambios desde la última vez que vine a la Argentina, hace dos años”, dice Atkin, sentado a una de las mesas del restaurante del palermitano Fierro Hotel, mientras hojea con fruición la carta de vinos.
“El tiempo no se mueve siempre a la misma velocidad: a veces las cosas pasan muy despacio y a veces muy rápido”, filosofa, para luego volver a tierra: “En estos dos años han pasado más cosas que en los quince previos, y hoy hay nuevas formas de hacer vinos en la Argentina.”
Para ilustrar sus palabras, Atkin pide dos copas de sauvignon blanc, más precisamente Altosur 2011, de Finca Sophenia. “La primera vez que vine, en 1992, jamás hubiese bebido un vino blanco, si fuese mi elección. Y, salvo un par de excepciones, tampoco lo hubiera hecho hace ocho años -dice, toma un sorbo y disfruta-. Pero ahora hay un montón de blancos interesantes, y no sólo chardonnay osauvignon blanc, sino también semillón o diferentes blends, todos de calidad.”
Cuaderno en mano, le pido que elija algunos blancos que lo hayan sorprendido. Atkin saca su anotador, revisa sus notas y elige el Salentein Single Vineyard Chardonnay 2011, el BenMarco Torrontés 2013 de Dominio del Plata y el Bacán Sauvignon Blanc Reserva 2012. Aclara que son sólo algunos de sus favoritos, hay muchos más, pero habrá que esperar al reporte sobre vinos argentinos que publicará en enero ( www.timatkin.com ).
“Lo segundo que me maravilló en este viaje fue el pinot noir. He probado excelentes pinot, particularmente de las zonas altas de Gualtallary o de la Finca San Pablo de Salentein [Mendoza], pero también de Patagonia. Hay cosas muy interesantes, pero creo que recién estamos viendo el comienzo del pinot noir en la Argentina.” ¿Qué recomienda? Esta vez el anotador sólo arroja al patagónico Manos Negra Red Soil Select Pinot Noir 2010, y Atkin baja a la cava del hotel para una sesión de fotos.

SALIR DEL ABURRIMIENTO
A su vuelta, aclara que si bien lo han maravillado los nuevos pinot noir de nuestro país, no cree que allí esté el futuro del vino argentino. Es en los blends tintos y en el malbec donde se encuentra, asegura, pero advierte: “Creo que la historia del malbec se estaba volviendo un poco aburrida, ya que está demasiado basada en los vinos más dulces, suaves y con madera, al estilo norteamericano. Y eso en parte es bueno -reconoce-. Estados Unidos es un gran mercado y los malbecs que siguen su estilo son muy buenos vinos comerciales. Pero pienso que para la próxima etapa, para convertirse en algo más excitante, el malbec tiene que comenzar a expresar el terruño.”
La buena noticia es que eso ya ha comenzado a suceder: “Hoy se pueden encontrar las diferencias entre un malbec de Luján de Cuyo y uno de Vistaflores, de Agrelo, Las Compuertas y de muchas otras zonas; una diferencia que se volverá mucho más aparente a medida que más personas traten de expresar la tierra”.
Al pedido de ejemplos, el anotador de Atkin aporta dos etiquetas: Trapiche Terroir Series Finca Ambrosía Malbec 2010, del Valle de Uco, y Casarena Lauren’s Single Vineyard Malbec 2011, de Agrelo.
Se ha hecho la hora de cenar, Atkin hojea la carta del restaurante y el eje de la conversación pasa ahora por las nuevas tendencias globales. “Hoy el mercado masivo es el azúcar: a la gente le gustan los vinos tintos dulces y cosas como el moscato. Pero el consumidor interesado, que no es experto pero que quiere saber más, sigue tendencias como el vino orgánico y el biodinámico; vinos con menos alcohol, menos madera, y los food wines: vinos que van con la comida, fáciles de beber.”
Para volcar sus palabras en la copa, Atkin pide una botella de Inéditos Bonarda Pura 2011, de la bodega Passionate Wine. “Sólo 11% de alcohol y es genial”, señala en la etiqueta, y concluye: “Creo que el vino argentino ha pegado un gran salto. Es una combinación de enólogos de mayor edad haciendo cosas realmente buenas, y una nueva generación, que es maravillosa. Creo que con menos influencia de los consultores internacionales, la nueva generación creerá en sus vinos y tendrá el coraje para hacer lo que quiera hacer, no lo que el mercado quiere beber”.
LA NACION