15 Dec Atilio Stampone
Por Manuel Adet
En mi caso el nombre de Atilio Stampone está relacionado con Caño 14, ese magistral templo del tango que desde principios de los años sesenta empezó a brindar sus selectos espectáculos en calle Uruguay, para luego trasladarse a Talcahuano donde funcionó hasta 1986 con la asistencia de un público exigente que noche a noche colmaba su platea. Stampone, junto con el crack de San Lorenzo, Rinaldo Martino, fue el dueño de este lugar donde transitaron las figuras más emblemáticas del tango, entre los que se destacaban Aníbal Troilo, Roberto Goyeneche, Rubén Juárez, el Sexteto Tango o mujeres de la talla artística de Virginia Luque o Alba Solís.
Stampone pudo ser el promotor de esta iniciativa cultural (Caño 14 fue algo más que un emprendimiento comercial) por ser para esos años una de las figuras más representativas del tango, un personaje que supo combinar con maestría las virtudes de las tradiciones con las audacias de la vanguardia. En efecto, para los años sesenta, Stampone exhibía una trayectoria excepcional que incluía haber integrado las orquestas de Juan Carlos Cobián, Pedro Maffia, Mariano Mores y, durante un par de años, la primera formación de Astor Piazzolla, observación que merece hacerse porque en 1955 fue convocado nuevamente por el maestro para integrar el Octeto Buenos Aires.
Antonio Atilio Stampone nació en el muy porteño barrio de San Cristóbal, el 1º de julio de 1926. Su padre se llamó Antonio y su madre Romana Zargone. Con el tango se relacionó desde muy pibe y su iniciador fue su hermano mayor, Giuseppe, conocido como el “Tano tanguero”, alguien que no sólo lo entusiasmó para que estudiara piano, sino que, siendo todavía un adolescente de pantalones cortos, lo sumó a una orquesta que seria una exageración decir que era profesional, pero sería un error subestimar la calidad musical de sus integrantes.
De todos modos, el inicio profesional de Atilio se da en 1941 con la orquesta de Roberto Dimas que actuaba en el Café Marzotto. La leyenda cuenta que una noche pasó por allí Pedro Maffia y quedó impactado por la calidad del joven pianista, motivo por el cual Stampone pasó del Marzotto al Tibidabo, previa autorización de su padre, quien le encareció a Maffia que no bien concluyeran las funciones artísticas, subieran al pibe al tranvía de la Línea 16 que lo dejaba a una cuadra de su casa, “porque es muy jovencito para frecuentar el ambiente del cabaret”.
Stampone no ha cumplido aún los veinte años y atesora una experiencia envidiable que incluye la participación en la orquesta de Roberto Rufino dirigida por el maestro Alberto Cámara. Y a los veinte años la inclusión en la primera orquesta de Astor Piazzolla donde se quedará desde 1946 a fines de 1948. En 1950, el gobierno nacional le otorga una beca exclusiva para estudiar música con el maestro Carlos Zecchi en el Conservatorio Santa Cecilia de Roma, privilegio que sabrá aprovechar a medias, porque al poco tiempo de estar en Italia se relaciona con los músicos Julián Plaza y Alfredo Marcucci, con quienes organiza una gira por el mundo que se prolongará durante dos años, experiencia que Stampone siempre juzgó más interesante -desde el estricto punto de vista del tango- que los estudios en el Santa Cecilia.
Para 1952, y con 26 años, Atilio está muy bien preparado para firmar su primera orquesta, algo que efectivamente hará en compañía del bandoneonista Leopoldo Federico, ocasión en el que van a grabar para el sello TK dos temas muy interesantes. “Criollita linda” y “Tierrita”. Cuando Federico es convocado por Radio Belgrano para dirigir la orquesta de la emisora, Stampone queda entonces a cargo exclusivo de la dirección, ocasión en la que grabará con la participación del cantor Carlos Petray, temas como “El Marne”, “Nueve puntos”, “Confesión” y “Afiches”.
Decía que en 1955 Stampone fue convocado por Piazzolla para integrar el “Octeto Buenos Aires”. Allí compartirá el escenario con los violines de Enrique Francini y Hugo Baralis; el violonchello de José Bragato; el contrabajo de Juan Vasallo y lo fueyes de Piazzolla y Pansera. El hombre nunca dejó de trabajar en estos años, pero tampoco nunca dejó de estudiar, de capacitarse en armonía, composición, contrapunto, fuga y dodecafonismo. Por supuesto que el tango siempre ha sido lo suyo, pero sus aficiones fueron la música clásica y el jazz. Su calidad como arreglador, músico y compositor proviene, entre otras cosas, de su capacidad para apropiarse de otros experimentos musicales e incorporarlos al tango. “Prefiero afanarles a los genios”, dijo una vez con motivo de una observación acerca de la influencia de Chopin o Bach en algunos de sus temas. En otra entrevista confesó que en Caño 14 a veces se retiraban con Goyeneche y Marafiotti a una de las dependencias interiores para disfrutar de Tony Bennett, Frank Sinatra, Bill Evans y Oscar Peterson.
Está claro que ese afán por el experimento, por sumar a las composiciones nuevas armonías y bases rítmicas y recursos obtenidos de otros géneros, motivó las críticas de otros músicos, siendo célebre la anécdota acerca de la discusión con Pichuco respecto de las innovaciones que introdujo al tango “Responso”, escrito en homenaje a Homero Manzi.
Instalado por la crítica como uno de los grandes músicos tangueros de su tiempo, Stampone grabó discos importantes, destacándose, entre otros, el primero, grabado en Nueva York para la firma Andrés Fidelity, en el que se pueden apreciar temas como “El Once” de Osvaldo Fresedo, “La rayuela” de Julio de Caro, “Cabulero” de Leopoldo Federico y “Sensiblero” de Julián Plaza. En su discografía merecen mencionarse títulos como “Mis maestros”, “Vivencias”, “Imágenes”, “Jaque mate”, y lo que los entendidos estiman como su obra cumbre: “Concepto”, grabado en 1970 y en el que está presente lo que un músico de su jerarquía entiende lo que es el tango según su visión vanguardista o su leal saber y entender. Integran la orquesta en este período Eduardo Walczak y Tito Besprovan en violines; Abraham Selenzon en viola; Enrique Lanoo en cello, Rubén Ruiz con guitarra; Omar Mustahgh en bajo y Osvaldo Montes con el bandoneón.
A Stampone pertenece la música de temas como “Afiches” de Homero Expósito, “Desencanto”, “Tapir”, dedicado al dirigente desarrollista, Rogelio Frigerio. “Viejo gringo”, un íntimo homenaje a su padre o “Mi amigo Cholo”. También son de su autoría las bandas musicales de películas como “La mano en la trampa” y “Un guapo del novecientos” dirigidas por Torres Nilsson y “La historia oficial”, que como todo el mundo sabe, mereció en 1985 la estatuilla del Oscar a la mejor película extranjera.
De los años ochenta en adelante los reconocimientos se suman. “Concertango”, con Julio Bocca y coreografía de Ana María Stepelman; en 1984 debut en el Teatro Colón y al año siguiente, presidente de Sadaic. En 2000 lo designan director de la Orquesta Nacional de Música Argentina, Juan de Dios Filiberto. Incansable, con más de ochenta años decide dar un curso de piano y tango para los jóvenes aficionados al dos por cuatro. Seguramente sus alumnos algo importante deben de haber aprendido al lado de quien trajinó más de sesenta años en los grandes escenarios del tango.
EL LITORAL