08 Dec Dos duelistas singulares
El escritor mexicano Álvaro Enrigue ganó a principios de noviembre el 31º Premio Herralde de novela con la obra Muerte súbita. Se trata de una historia ambientada en el siglo XVI que cuenta con dos duelistas singulares que se enfrentan en un partido de tenis: el pintor italiano Caravaggio y el poeta español Quevedo. Tras el fallo, el escritor explicó en Barcelona que la novela sucede en un solo día, el 4 de octubre de 1599, a mediodía.
El ganador del Herralde trabajó la psicología de esos dos personajes y su dos maneras de ver el mundo: “Caravaggio, símbolo de la contrarreforma, tenía una idea muy moderna de la celebridad, de la fama, y en eso se parecía más a Warhol que a Miguel Ángel. Quevedo era una figura sólida como defensor de la hispanidad, del catolicismo, del imperio”.
Caravaggio, aseguró Enrigue, es “un joven artista lombardo que ha descubierto que la forma de cambiar el arte de su tiempo no es reformando el contenido de sus cuadros sino el método para pintarlos y con ello ha puesto la piedra de fundación del arte moderno”.
Su adversario es “un poeta español, tal vez demasiado inteligente y sensible para su propio bien” y ambos llevan vidas disipadas hasta la molicie. En resumen, “ambos están en la cancha para defender una idea del honor que ha dejado de tener sentido en un mundo repentinamente enorme, diverso e incomprensible”.
Muerte súbita se juega en tres sets, con cambio de cancha, en un mundo que por fin se había vuelto redondo como una pelota.
Para escribir Muerte súbita, que publicará Anagrama, Enrigue se retrotrae al primer registro documental de la palabra “tenis”, que sitúa en un edicto de excomunión del obispo Edmundus Lacy fechado en 1451. “Pensé que una palabra que aparece por primera vez en una excomunión merecía una novela”, consideró. Escrita en tercera persona por un narrador del siglo XXI, la novela ahonda en esos orígenes, que sirven a su autor para hablar del tránsito entre los siglos XVI y XVII. Además, en el texto el narrador contemporáneo habla como si fuera una investigación y de ahí se despliega la narración. “Llevamos casi un siglo apaleando a la novela y se ha demostrado que sigue siendo un género que permite gran libertad de escritura”, sostuvo.
TIEMPO ARGENTINO