04 Nov ¿Cuál es el perfil de un chico que realiza bullying sobre sus pares?
Por Carla Melicci
Cuesta tratar de preestablecer cuál es el perfil de un chico que produce bullying y más de entender el porqué. Es que este tipo de violencia, de acoso escolar, es tan variopinto como el que la ejecuta: puede manifestarse a través de diferentes formas de hostigamiento físico, verbal, psicológico, virtual.
“No hay un perfil determinado que se diga es así -asevera Flavia Sinigagliesi, coordinadora del Equipo Bullying Cero Argentina del Grupo Cidep-; sólo se sabe que es un chico que aprendió un modelo de éxito con la violencia.”
Los especialistas consultados por La Nación concuerdan en que todo niño hostigador posee una característica común: la falta de empatía. “Acosa de manera sistemática, es decir, que establece estrategias a corto y largo plazo. Puede actuar en grupo o liderar acciones para que otros ejecuten. No se mueven solos porque lo que necesitan de alguna forma es hacer valer un poder y eso se lo realza el resto del grupo”, explica María Luján Díaz, psicóloga del Equipo Diocesano de Niñez y Adolescencia (EDNA).
Desde Bullying sin Fronteras, Javier Miglino aporta tres características del hostigador: “Ejerce una situación de liderazgo de manera tal que lo que hace él produce imitación en los demás, encuentra a la víctima y por último no tiene ningún tipo de freno. Ahora si se llega a una instancia judicial en la que vienen los padres y los directivos, inmediatamente cuando el chico se entera de todo el daño que causó, no lo puede creer”.
Sin embargo, Díaz marca que “el chico es consciente de lo que hace. Es cierto que a menor edad hay menos conciencia en cuanto a las consecuencias y a armar una estrategia. Pero en niños de entre 6 y 8 años podemos hablar de que existe conocimiento de que pueden dañar al otro”.
Cabe señalar que la característica principal del bullying es que es sistemático. “Es un tipo de violencia silenciosa, donde una persona ejerce un poder desmedido sobre otra -llamado hostigador- y una que padece esa agresión que está, de alguna forma, imposibilitada de valerse por sí misma -el hostigado-“, explican desdel EDNA.
“El verdadero chico que hace bullying, va a saber qué es lo que le molesta al otro, porque justamente esa es una de las habilidades que tiene. El caso más complicado es en el cual la docente adhiere y le parece un chico divino, porque no lo ve. El niño realiza la acción justamente cuando no lo ven”, apunta Sinigagliesi.
Patrones de crianza
¿Cuánto influye el entorno social donde crece un niño y los mandatos culturales? “Hoy se sabe que si criás un nene con fortalezas empáticas, donde la empatía es un valor importante, es totalmente distinto al chico que está criado en una familia donde el modelo de éxito es pisando al otro”, sostienen desde el Equipo Bullying Cero Argentina. “Esto es multicausal: no podemos perder de vista que los chicos vienen de un contexto familiar donde se tiene que saber cuáles son las características de vinculación de esa familia. Los casos de bullying generalmente llegan por las víctimas y no por padres preocupados de que su hijo realice este tipo de acciones -remarca Díaz-. Hay que entender que existen patrones de crianza donde se fomenta esto: para muchos padres es más exitoso tener un hijo que se pueda defender, que sea activo, a sentir que su hijo no sabe protegerse ante una situación. Sí o sí refleja cómo son ellos en calidad de padres.”
Tanto en el lugar del hostigador como en el del hostigado, los especialistas sostienen que hay un déficit importante en la comunicación familiar. “Hay señales para darse cuenta cómo es el patrón de sociabilización del chico en ambos lados. En el niño víctima se puede decir que ha tenido un modelo de crianza, de mucha sobreprotección, muy emotivo, que tiene pocos recursos de poder transmitir lo que está viviendo, entonces se siente aislado”, alerta Díaz.
Miglino asevera: “El padre del chico acosador tiene que tener conciencia de que lo que está haciendo el chico no es un juego, no es una cosa divertida. Está, sin darse cuenta, creando una persona violenta, que se aprovecha del dolor del otro, porque el bullying es continuado y violento, no es simplemente una cargada o una pelea como hemos tenido todos”.
En relación a los padres del chico acosado, desde Bullying sin Fronteras aconsejan escuchar siempre a su hijo sin juzgar, comunicarse con especialistas de confianza e incluso si se nota una situación de violencia, hacer la denuncia. “Es preferible atestar los tribunales argentinos con causas penales y no que en el camino un chico sea lastimado o se termine muriendo”, remarca Miglino.
¿Qué pasa en la escuela?
En cuanto al entorno escolar, la mayoría de los expertos asevera que la escuela no está preparada para afrontar la problemática. Tras que su hijo sufriera una amenaza de muerte, la mamá de Brain Tezzani (13 años) tuvo que pedir ayuda legal ante el continuo acoso que recibía el niño por parte de sus compañeros de la Escuela Técnica Nº 1 en el partido de Escobar, provincia de Buenos Aires.
“Notificamos a la escuela sobre la situación, que, como en el 99% de los casos, negó absolutamente todo, pero cuando uno notifica a los directivos ya queda el antecedente para una futura causa. Después se hizo una causa penal por amenazas debido a la situación que había vivido Brian. Si bien los autores son menores de edad, hay que investigar qué hay detrás, es decir, la instigación”, cuenta Miglino.
En EDNA comentan que desde que lanzaron la campaña nacional contra el bullying
junto con el Consejo Publicitario Argentino, continuamente reciben consultas a través de la página Web de padres cuyos hijos sufren bullying -y también de chicos que son testigos pasivos de acoso que no saben cómo manejar la situación-. Más del 80% de las familias que acudieron a las escuelas no han tenido una respuesta satisfactoria ante el problema y en muchos casos hasta negaron directamente la situación.
“Hace falta un compromiso más fuerte desde el área docente con relación a este tema -apunta Miglino-. Los docentes y directivos tienen que estar siempre en contacto con los chicos, sólo así podrán detectar qué niño hace bullying. Es el maestro el que tiene que poner el freno, no los chicos. Sin embargo es verdad que en los últimos años muchos maestros quedaron desarmados a la hora de poner una sanción y ahí empieza el problema, en la falta de límites.”
“Hay que trabajar mucho puertas adentros de la escuela, reflexionar sobre cómo se paran respecto de la violencia entre pares, la violencia institucional, generar un proyecto y sí o sí abrirlo a la comunidad. Los casos exitosos que supieron abordar este problema han trabajado en grupo: padres, docentes y alumnos”, reflexiona Díaz. Y añade: “Todo lo que no es aprendido en los núcleos familiares es común que recaiga en la escuela que debe formar a los niños como ciudadanos”.
Cuestión de todos
Desde Unicef, María José Ravalli remarca que, en general, “cuando hay una situación de acoso hay un entorno silencioso, ya sea escolar o familiar, que calla, que mira para otro lado o que no atiende el problema”.
“El bullying es un problema de chicos que lo resuelven los adultos. Pero es un problema de chicos, el que lo sufre es el chico, el adulto es el que tiene que dar la solución porque tiene más medios para hacerlo”, apunta Sinigagliesi. Y dice: “¿Qué hacer con el hostigador? Tenemos que trabajar siempre con el grupo, hacer que no se ría ante lo que hace el hostigador. Con el último con el que voy a trabajar es con el hostigador -porque a veces se puede hacerlo y otras no-. Es importante generar actividades donde él empiece a darse cuenta de que lo que hace produce sufrimiento en el otro y comenzar a darles modelos, donde el éxito no pase por pisar al compañero de clase”.
Finalmente, desde el EDNA aseveran que el trabajo tiene que ser integrado, no estigmatizar el problema en la figura del acosador. “Es nuestra responsabilidad social que acompañemos a este chico. Todos debemos tomar conciencia de la problemática, trabajar en la prevención, ver el tema de valores, la convivencia, la forma en que un docente se para delante de los alumnos, si es autoritario o no, si sabe manejar el clima emocional dentro del aula”, dice Díaz.
Y concluye: “Es fundamental tomar decisiones tanto para calmar al acosador -que no deja de ser un niño- como para el chico que sufre esto. Hoy por hoy minimizamos las consecuencias y realmente son a largo plazo, dejan vestigios muy fuertes”.
LA NACION