Una causa popular, histórica y justa

Una causa popular, histórica y justa

Por Sergio Di Nucci
Yo no me quiero morir sin que el Estado reconozca algún día el sentido por el cual murió mi hijo”, cuenta Francisco José Pestanha que le declaró la madre de un soldado muerto en Malvinas cuando se le acercó al concluir una conferencia que daba sobre FORJA, la agrupación que condujo Arturo Jauretche. Ese fue el momento, hace más de siete años, en que decidió investigar las causas, pero sobre todo las consecuencias que dejó el conflicto de Malvinas. O en palabras del propio Pestanha: “Ahí nació mi compromiso con la lucha por el reconocimiento de quienes pelearon en las islas.” Con una amplia trayectoria en la investigación sobre la corriente de Pensamiento Nacional, docente en la Universidad de Lanús, coordina el primer Observatorio Universitario dedicado a Malvinas, que dirige Julio Cardoso.
Pestanha dialogó con Tiempo Argentino sobre uno de los temas eternamente postergados o no resueltos en el debate nacional.
-¿Cómo explica las declaraciones de Cameron?
-Gran Bretaña está observando que tanto la Argentina como Latinoamérica han elevado sus umbrales de poder. Es decir, ellos contemplan hoy Estados en plena recuperación en el terreno de la política, de la economía y de la conciencia de unidad. Y además, leen claramente que esa recuperación nos está colocando en mejores posiciones para ejercer el reclamo respecto de Malvinas que hemos hecho y seguiremos haciendo. El crecimiento de Latinoamérica y la Argentina sumado a las constantes declaraciones de solidaridad plena respecto a la soberanía argentina, molesta al estabilishment inglés. El bloque latinoamericano se encuentra en un proceso de integración nunca visto y la causa de Malvinas aparece como un tema central. Los británicos son buenos lectores, leen muy bien este novedoso proceso. Más allá de que puedan existir problemas económicos internos en Gran Bretaña, la preocupación real por esta nueva posición latinoamericana se encuentra implícita en las manifestaciones de Cameron. Él ha reaccionado mal. ¿País colonial la Argentina? Ningún Estado latinoamericano ha tenido una tradición colonialista. Sí en cambio la tiene el sistema británico. Es una traslación que adquiere ribetes de ridiculez pero que responde a una preocupación real.
-El triunfo de Alfonsín supuso, para algunos, el giro hacia una Argentina desmalvinizada: un país que debía olvidar el conflicto y la reivindicaciones nacionalistas de las islas como pre-condición del ingreso a un mercado global, ajeno a fronteras nacionales, lo que logra cumplir el menemismo.
-Nos encontramos ante un proceso que se desarrolla desde hace décadas y que denominamos remalvinización. Luego de la derrota en 1982, los primeros que empiezan a implementar el dispositivo conocido como “desmalvinización” son los propios militares, quienes privaron a los soldados que volvieron de las islas de una recepción popular. La mayoría de los argentinos deseaba recibir a sus hijos y abrazarlos. El episodio de Puerto Madryn es un ejemplo. Pero los militares quisieron impedir el contacto de los soldados con la gente. La desmalvinización puso un manto de opacidad sobre la guerra, con el propósito de ir reconstituyendo la relación con los británicos. Sin embargo, el pueblo lentamente fue efectuando el reconocimiento de la lucha. Existe una innumerable cantidad de monumentos, nombres de calles, de recordatorios, nombres de clubes, de escuelas, adoratorios, etcétera. La causa Malvinas constituye el acontecimiento histórico más reconocido en el país. Mientras el poder se desmalvinizaba, el pueblo fue malvinizando con homenajes a los caídos. Es un fenómeno sociológico y cultural que hay que destacar y que merecería más concentración en los investigadores sociales. Es un reconocimiento de abajo hacia arriba e implica desarrollo y recuperación de la conciencia nacional.
-Hay quienes vieron en la tesis de la malvinización de la sociedad argentina el peligro de una deriva hacia un nacionalismo obsoleto, piedra angular del militarismo.
-Absurdo. Todo país construye su identidad a partir de procesos históricos comunes, símbolos, de experiencias y épicas. El pueblo argentino no puede ser una excepción, y no lo es. Sin embargo, en especial en el ámbito de nuestras élites, existe una tendencia a desconocer la calidad heroica de hombres como Julio Cao, de quien la presidenta leyó una carta dirigida a sus alumnos, del catamarqueño Nacho Bazán, de Poltronieri, de De la Colina, o Esteban Tries. El sentir y el pensar popular impulsa un proceso de incorporación de estos verdaderos héroes al relato histórico. Los nombres nuestros héroes en el interior son conocidos y comienzan a aparecer en textos y conmemoraciones. Es importante resaltar que el pueblo, sabia e intuitivamente, fue despegando las Malvinas de la dictadura cívico-militar que asoló al país, y además, comenzó a separar el agua del trigo, es decir, a quienes participaron en la represión. Lo importante es comprender que la lucha por las Malvinas precede al gobierno militar. Es una causa popular, histórica y justa, ya lo declaraba José Hernández en 1869. El gobierno de Cristina ha reconocido la calidad de héroes de esos hombres y constituye un acto de justicia plena. Eso es vital porque el dispositivo de la desmalvinización estuvo acompañado por una “victimización generalizada” de los veteranos. Lo interesante es que gran parte de los veteranos y familiares se negaron a esa victimización: victimizarlos implicaba privarlos del sentido por el que fueron a pelear. Entonces lucharon 30 años por el protagonismo que se les intentó negar. En los últimos años, han logrado ganar la batalla en el campo material merced a la asistencia del Estado. Faltaba la otra pata: el reconocimiento. Se trata de una batalla cultural.
TIEMPO ARGENTINO