El precio de una vida

El precio de una vida

Por Fernando López
“Todos los films que he hecho se refieren al país en que he nacido y crecido”, dice Robert Redford, y esta vez apunta a tiempos turbulentos, aquellos de cuarenta años atrás, los del Black Power y la fuerte oposición a la Guerra de Vietnam, cuando The Weather Underground, un grupo de izquierda radical surgido de agrupaciones estudiantiles, pasó de organizar marchas, mítines y sit-ins contra la presencia de tropas norteamericanas en el sudeste asiático a acciones violentas, bombas en edificios públicos, atentados y robos, que alguna vez dejaron como saldo víctimas mortales.
Pero el actor de El golpe y Nuestros años felices no ha tenido el propósito de evocar aquella agitada época; en Causas y consecuencias , su noveno film como director, no habla de ayer sino de hoy. De cómo aquellas acciones del pasado determinaron la vida de los activistas de entonces.
“Yo tenía la misma edad que esos jóvenes que protestaban contra la Guerra de Vietnam. Pensaba que era una mala guerra, que nosotros no teníamos razón alguna para estar allá. Sin ser un militante, creía que la causa de los weathermen, como se los llamaba, era justa. Después, cuando comprobaron que no habían logrado ser oídos y se radicalizaron volcándose a la violencia y el terrorismo, sentí que era el principio del fin. Ahora tenía ganas de hacer un film sobre las consecuencias de las elecciones hechas en el comienzo de la vida y sobre el precio que debe pagarse por ellas durante el resto de la existencia”.
Es el caso de su personaje en The Company You Keep, tal el título original del film basado en la novela de Neil Gordon que Energía estrenará pasado mañana. Es Jim Grant, un abogado viudo que reside con su hija de 11 años en Albany y ha vivido con nombre falso durante décadas desde que todo el grupo debió dispersarse perseguido por el FBI y acusado, entre otros delitos, del homicidio de un guardia durante un asalto. “He sido Jim Grant mucho más de lo que he sido yo mismo”, dice en un momento el hombre. Él y sus compañeros ya han pasado los setenta cuando otra de las activistas radicales que han permanecido en la clandestinidad por decenios es descubierta y encarcelada. Y aquí entra otro de los temas -el periodismo- que apasionan a Redford, según confiesa.
Hay un joven redactor de un pequeño periódico de Albany (papel confiado a Shia La Beouf) que, guiado por su vocación, pero también en busca de éxito y fama, encara una tenaz investigación, desempolva los archivos del viejo caso y descubre el secreto del presunto Jim Grant. Y lo hace público. De un día para el otro, el respetado abogado se convierte en un fugitivo de la justicia. No le queda otro camino que huir, y mientras padece una doble persecución (la del cronista y la del FBI), emprende su propia búsqueda. Debe hallar a sus viejos compañeros: entre ellos hay alguien que puede atestiguar que él no participó del asalto que terminó con la muerte del policía y así salvar su nombre, sobre todo frente a su hija.

OTRO TIPO DE MERCENARIOS
Y con los antiguos compañeros -los veinteañeros de los tiempos del activismo andan ahora por los 70- irá apareciendo una generación de veteranas glorias hollywoodenses quizá poco conocidas por el público joven: además de Redford, que el próximo domingo cumplirá 77 años, están Julie Christie, 71; Nick Nolte, 71; Susan Sarandon, 66; Sam Elliott, 69; Richard Jenkins, 66, y Chris Cooper, 62. Una suerte de réplica de Los indestructibles de Stallone, pero en clave de drama y no de cine de acción, como bromeó la revista Time. Entre todos ellos, y en el papel del personaje que con sus avances marca el progreso del relato, está La Beouf, el empecinado sabueso que reactualiza y reconstruye el viejo caso que pronto atrapa la atención de todo el país.
“Es un periodista de hoy -ha subrayado Redford- implacable, brillante, extremadamente dotado para su oficio, pero también astuto. ¿Está detrás del caso para lograr notoriedad pública, para satisfacer su ego o porque realmente quiere llegar a la verdad? Creo que un poco de cada cosa. Obviamente me fascina el periodismo. Ha sido el tema central de varios de mis films. Puedo ocasionalmente echar una mirada crítica sobre él, pero me parece que desempeña un papel importantísimo y me resulta interesante observar cuánto ha cambiado en los últimos tiempos.”
El tema, por supuesto, le es bien familiar. Una de las películas más populares sobre el tema -Todos los hombres del presidente, sobre el caso Watergate- lo tuvo como protagonista al lado de Dustin Hoffman. “No era un film sobre Nixon, era sobre Woodward y Bernstein y sobre el trabajo de investigación que ellos hicieron y derivó en el escándalo de Watergate y la renuncia de Nixon.”
Igualmente, asegura que el periodismo ha cambiado drásticamente a causa de la democratización de la información: “Cualquiera puede subir información a la Red, cualquiera puede tuitear. De modo que cada vez es más difícil determinar dónde está la verdad. Las reglas que gobernaban el periodismo cuando yo era joven ya no existen, y creo que eso se ha debido a la feroz competencia por lograr la primicia. En esa carrera a veces parece que no hay tiempo para lograr el objetivo sin sacrificar la ética”.
Actor, director (ganó el Oscar por Gente como uno), fundador del Festival de Sundance (nacido, según dice, para que pudieran oírse las voces a las que un Hollywood sólo atento a las franquicias no les da oportunidad de manifestarse), Redford es también un respetado defensor del medio ambiente. Y asegura que mantiene el espíritu tan independiente como siempre. Tanto como para que ahora haya aceptado participar de un tanque como Capitán América y el soldado del invierno (ver nota aparte). “A esta altura de mi vida, tengo ganas de vivir nuevas experiencias”, se explica.
También será esa necesidad la que lo llevó a asumir el difícil compromiso de All is Lost, el film de J. C. Chandor (autor de El precio de la codicia), por cuyo desempeño como el navegante que tras el choque de su velero con un contenedor metálico lucha para sobrevivir solo en medio del océano Indico fue ovacionado en Cannes.
Y ya hay quien vislumbra un Oscar en su horizonte.
LA NACION