11 Oct La cuentista canadiense Alice Munro obtuvo el Premio Nobel de Literatura
La escritora canadiense Alice Munro, maestra del cuento contemporáneo y reconocida como una profunda indagadora del espíritu humano, ganó ayer el Premio Nobel de Literatura, a los 82 años.
Comparada a menudo con Anton Chejov por su calidez, profundidad y compasión, ha retratado una gran variedad de vidas y personalidades sin juzgar a sus personajes. A diferencia de la mayoría de los ganadores del Nobel, su trabajo es casi totalmente de relatos y cuentos, y Lives of Girls and Women ( La vida de las mujeres ) es su única novela. En la Argentina su obra es muy conocida y goza de mucho prestigio, especialmente entre las lectoras.
“Sabía que estaba entre los candidatos, pero nunca pensé que ganaría”, reveló la escritora por teléfono cuando The Canadian Press tomó contacto con ella en Victoria, Columbia Británica. Munro dijo a la cadena canadiense CBC que estaba “sorprendida y encantada” con la noticia, de la que supo por una llamada telefónica de su hija en plena madrugada. “Parece imposible. Parece algo tan maravilloso que no lo puedo describir, es más de lo que puedo decir”, dijo Munro.
Munro es la primera canadiense que recibe el premio, dotado con 1,2 millones de dólares, desde Saul Bellow, quien emigró a Estados Unidos cuando era niño y lo ganó en 1976. “Cuando comencé a escribir había una comunidad muy pequeña de escritores canadienses y el mundo casi no les ponía atención. Ahora los escritores canadienses son leídos, admirados y respetados en todo el mundo”, declaró Munro en un comunicado emitido por su editor, Alfred A. Knopf. Agregó que espera que este Nobel “fomente más interés en todos los escritores canadienses” y un “mayor reconocimiento al relato breve”.
Sus libros han vendido más de un millón de ejemplares tan sólo en Estados Unidos y han sido traducidos a media docena de idiomas, entre ellos el español. Sus cuentos pueden tener la profundidad de caracterización y narrativa de una novela en tan sólo 30 o 40 páginas.
Al anunciar el premio, la Academia Sueca la calificó como una “maestra del cuento contemporáneo”. El secretario permanente de la Academia, Peter Englund, que indicó que no pudo comunicarse con ella pero le dejó un mensaje en la contestadora telefónica, afirmó: “Ella ha tomado una forma de arte, el relato breve, que ha tendido a estar un poco a la sombra de la novela, y lo ha cultivado casi a la perfección”.
Munro es la decimotercera mujer que gana el Nobel de Literatura en los 112 años de historia del galardón. La escritora es reconocida por sus pares, desde Lorrie Moore y George Sauders hasta Margaret Atwood y Jonathan Franzen, y también es admirada por los críticos. Munro ha ganado numerosos premios, entre ellos el del Círculo Nacional de Críticos Literarios en 1998 por Love of a Good Woman ( El amor de una mujer generosa ) y tres veces el Governor General, el máximo galardón literario de su país.
El primer ministro canadiense, Stephen Harper, también felicitó a la escritora a través de Twitter “en nombre de todos los canadienses”. También la editorial de Munro, Penguin Random House, celebró el premio “con júbilo y gran orgullo”.
El premio seguramente pondrá un broche de oro a la carrera de Munro. En junio pasado afirmó al National Post de Canadá: “Probablemente no vaya a escribir más”.
La escritora tiene como uno de sus temas centrales las diferencias entre su juventud en la población conservadora de Wingham, al oeste de Toronto, y su vida después de la revolución social de la década de 1960. Alguna vez calificó a los años 60 como una época “maravillosa”. “Habiendo nacido en 1931, yo era un poco vieja, pero no demasiado vieja, y después de un par de años las mujeres como yo vestían minifalda y se lucían por ahí”, dijo en 2003.
Hija de un criador de zorros y profesor, recibió el nombre Alice Anne Laidlaw. Desde chica tenía gran inclinación literaria en un ambiente poco interesado en la literatura y ocultaba su ambición como una pasión prohibida. Munro recibió una beca para estudiar en la Universidad de Western Ontario, donde siguió la especialización de periodismo, y todavía no se había graduado cuando vendió un cuento a la radio CBC.
Abandonó la universidad para casarse con un compañero de estudios James Munro, con quien tuvo tres hijos, y se dedicó de lleno a las tareas domésticas. Apenas pasados los treinta se sentía tan deprimida que casi no podía escribir una oración. Todo cambió cuando abrió una librería con su marido, en 1963. Con estímulo renovado, recuperó su talento narrativo a la vez que se deterioró su matrimonio. Su primer libro de cuentos, Danza de las sombras felices , de 1968, ganó el premio Governor. Más adelante se casó con Gerald Fremlin, un geógrafo.
Algunos la han calificado como “la principal autora de América del Norte y tiendo a estar de acuerdo”, concluyó Englund.
LA NACION