La mariposa de Nabokov

La mariposa de Nabokov

Por Silvia Hopenhayn
Hay palabras que se las lleva el viento. Otras vuelven convertidas en mariposas. Ayer lo comprendí al vuelo. Primero lo consideré un presagio y luego descubrí que era un recordatorio: una mariposa, extraviada del verano o adelantada de la primavera, se enredó en mi pelo. Al desprenderla, la observé como esperando una explicación del sorpresivo aterrizaje en mi cabeza. Su aleteo agónico me remitió a una muerte. La dispuse rápidamente sobre el tallo de una flor. “Hoy es 2 de julio”, pensé. “¿Qué hace una mariposa revoloteando por aquí?”
De inmediato se me apareció un nombre, una historia, una explicación literaria. Vladimir Nabokov. El autor de una de las mejores novelas del siglo XX, Lolita . Novela de amor, tragedia erótica, lección de estilo; la sutil confesión de un asesino que desde la cárcel revive por escrito la experiencia que lo condenó. Con mucha más pena que culpa. Así, el profesor Humbert Humbert (nombre doble, doble homenaje a Edgar Allan Poe) nos lleva de paseo por los Estados Unidos de la mano -bien apretada y querida- de su jovencita adorada. La novela comienza como un canto a la lengua, a través de una dulce disquisición sobre cómo pronunciar el nombre Lolita (la lectura en inglés de este primer párrafo es imprescindible para disfrutar del rasgo saltarín que Nabokov le otorga a la letra “t”). A su vez, es una novela sobre el descubrimiento de América en el siglo XX: elamerican dream , la tautología del consumo, la ley del deseo en los carteles publicitarios. “Si un letrero de un café proclamaba «bebidas heladas», Lolita se estremecía automáticamente, aunque todas las bebidas estaban heladas en todas partes. Ella era el destinatario de todos los anuncios: el consumidor ideal, el sujeto y objeto de cada letrero engañoso.”
Nabokov anticipa el consuelo del consumo. Lo que se obtiene para encubrir un vacío. Cuando Lolita se entera de la muerte de su madre, no aparece ninguna palabra de amor ni de sosiego. Sólo una lista de compras para aplacar su tristeza: “Le compré cuatro revistas de historietas, una caja de dulces, una caja de toallas higiénicas, dos tortas, un juego de manicura, un reloj de viaje con cuadrante luminoso, un anillo con un topacio verdadero, una raqueta de tenis, patines, zapatos blancos de tacones altos, goma de mascar, un impermeable transparente?” (y sigue). Luego viene el viaje. Lolita junto a Humbert Humbert en una suerte de road movie estremecedora, llena de recovecos, alusiones, verdades, humor, poesía y patetismo.
En sus Lecciones sobre literatura europea , Nabokov recuerda la famosa frase pronunciada por Flaubert: “Qué sabios seríamos si sólo conociéramos bien cinco o seis libros”. Lolita podría ser uno. También su afición de entomólogo puede ligarse a la literatura. Nabokov estuvo a cargo de la colección de mariposas de la Universidad de Harvard y llegó a descubrir un ejemplar único… ¿como Lolita?
LA NACION