09 Sep Los delfines, terapéuticos
Por Luis Aubele
El delfín es un animal asombroso: inteligente y sumamente afectuoso con los seres humanos, con una sonrisa contagiosa que tiene por naturaleza. No duerme nunca, porque sus dos hemisferios cerebrales se van alternando a la manera de un equipo. Mientras un hemisferio descansa durante dos o tres horas, el otro se queda en vigilia. Siempre está en estado consciente, no conoce el sueño”, explica Samanta Pistocchi, investigadora de terapias asistidas con delfines.
Meditador impredecible . “Y hay más motivos de asombro: la respiración del delfín es consciente, no es mecánica como la nuestra. Es voluntaria. El cerebro del delfín es más grande que el del hombre y más complejo en estructura. Se suele decir que el delfín vive en estado de meditación porque su cerebro trabaja siempre con ondas alfa, que son las que produce la meditación. Es uno de los animales que más se asemeja en nivel de perfección al ser humano”, agrega.
Terapéutico. Estas particularidades dieron lugar a que, a principios de los años 50, el médico estadounidense John Lilly descubriera las posibilidades del canto del delfín como medio terapéutico. La terapia asistida con delfines (TAD) es un capítulo de la zooterapia, o terapias asistidas con animales (TAA) como perros y caballos. Es aplicada a chicos autistas y también a pacientes con todo tipo de patologías y trastornos físicos y emocionales, ya sea síndrome de Down, parálisis cerebral, retardo mental, depresiones, fobias, adicciones, etcétera. También se trabaja con personas con cáncer y otras enfermedades comprometidas.
Ondas ultrasónicas. “El delfín tiene un sistema muy interesante a nivel cerebral, que emite ondas ultrasónicas y que usa para orientarse y sobrevivir. Esas ondas ultrasónicas pueden llegar a superar los 80.000 hertz; esto es una frecuencia muy alta. Y con ellas se trabajan en delfinoterapia como estimulación, a nivel del sistema nervioso y cerebral”, explica la investigadora.
Anestesia alfa. Los sonidos que emite el delfín hace que se sincronice con nuestro cerebro y, como consecuencia, disminuyen la presión arterial y el estrés. Por otra parte, mejora el sueño en calidad y cantidad, y regula la ansiedad y el apetito. En enfermos terminales ayuda a paliar el dolor, porque la onda alfa genera un estado de anestesia para el cuerpo. El electroencefalograma de un cerebro con anestesia tiene el mismo dibujo de ondas que un cerebro expuesto a las ondas del delfín.
Sinapsis. Se han logrado progresos importantes con chicos autistas a través de la estimulación sonora para lograr mayor sinapsis, es decir una mayor conexión entre las neuronas. Se complementa con psicoterapia, terapia musical, física, etcétera. Los tratamientos incluyen entre cinco y 15 sesiones de 15 minutos cada una.
Cariño. “Pero una parte fundamental del tratamiento, sobre todo con los chicos, es el vínculo con el animal. El delfín es naturalmente afectuoso y juguetón, y el contacto del niño enfermo con un ser vivo le permite romper el aislamiento del autismo. El delfín no es una máquina que emite sonidos, sino un ser vivo que trasmite cariño y activa la parte sensorial con juegos programados, según la patología.”
Ecolocalización. En su libro El mundo de los océanos , Jacques Cousteau comenta: “Por cada invención humana, existe un sistema equivalente en la naturaleza que supera ampliamente al del hombre en eficacia y posibilidades. Uno de ellos es el sonar animal o ecolocalización. Para obtener información sobre el ambiente, los delfines emiten sonidos cuya frecuencia puede determinar no sólo la distancia y el rumbo, sino también el tamaño, la forma, la textura y la densidad de los objetos. Son las únicas criaturas con un sistema nervioso capaz de desarrollar procesos superiores de pensamiento”.
LA NACION