04 Sep Terapia de rescate: experiencia inédita en una villa
Por Fabiola Czubaj
“¿¡Te casás, Silvana!?”, pregunta Vanesa, entre incrédula y sorprendida por la noticia que acaba de escuchar de una conversación ajena. La futura esposa lanza un “sí” que no parece satisfacer la curiosidad de su vecina de banco en la mesa de madera que todos comparten en el patio del Centro de Orientación de la villa 1-11-14 del Bajo Flores.
“¿Y con vestido blanco?”, insiste Vanesa con curiosidad sobre lo que parece un acontecimiento poco común en el barrio. “No, no me parece…”, dice Silvana casi convencida. Tiene 39 años y hace tres ni se le ocurría que algún día se casaría. Y menos aún que en tan poco tiempo iba a recuperarse del alcoholismo; recuperar a su hijo mayor, que vivía con el padre, y organizar una familia con seis hijos y su futuro esposo, Jesús, que se recuperó de la adicción al paco y ayuda a otros.
Ella fue la primera paciente del equipo de psicólogos del Centro de Orientación María Madre del Pueblo de la villa. La derivaron los sacerdotes de la parroquia, que hoy son los que mejor conocen el lugar. “Actúan como agentes de salud para nosotros, porque nos derivan a los pacientes y nos dicen cuáles son sus problemas más urgentes. Es una población vulnerable, a la que le va la vida en esos problemas, así que necesita cambios rápidos”, resume la doctora Patricia Ovejas de Santángelo, coordinadora general del centro de orientación, que depende de un programa de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El equipo aplica una técnica inédita que combina la logoterapia con el psicoanálisis adaptado a poblaciones vulnerables. Sus mayores exponentes locales, los doctores Claudio García Pintos y Héctor Fiorini, supervisan desde el Centro de Logoterapia y Análisis Existencial (CLAE) de la UCA el progreso que va obteniendo el equipo con esta intervención.
Aunque está destinada a los chicos de entre 4 y 14 años, es imposible no ocuparse del resto de la familia. Desde 2011, el equipo brindó 2425 prestaciones a 130 personas. “Que hay que multiplicar por cinco, porque el efecto alcanza a toda la familia”, comentó Ovejas de Santángelo.
El año pasado, 20 personas quedaron en lista de espera por la demanda que tiene el equipo de cinco psicólogas, asistidas por cuatro profesionales voluntarios y 33 estudiantes que se inscriben para las prácticas.
La adherencia al tratamiento es casi perfecta: del 95 por ciento. Las urgencias incluyen abandono, adicciones (sobre todo al paco y al alcohol), abusos, problemas judiciales, depresión, psicosis o ansiedad, conflictos familiares, falta de escolaridad, problemas de conducta, exposición a situaciones de riesgo e intento de suicidio, entre otras.
A cada paciente se le hace una evaluación para incorporarlo al centro o derivarlo al psiquiatra o el centro de salud. Cada sesión dura 30 minutos y la historia clínica incluye tests gráficos que se repiten cada seis meses. Las diferencias en los trazos y la organización de los dibujos no dejan de sorprender a los pacientes ni a los profesionales.
“Integramos la logoterapia, que nos permite trabajar con el sufrimiento, la búsqueda del sentido de la vida y con el ser humano como centro de su existencia, capaz de salir adelante, con el psicoanálisis adaptado a pacientes de sitios carenciados y hospitales, donde la terapia tiene que ser muy dinámica”, explica Ovejas de Santángelo, que tiene 17 años de experiencia de trabajo hospitalario. El psicoanálisis aporta las herramientas para detectar los “focos” o problemas que cada paciente necesita resolver o metas que desea alcanzar.
NADA AL AZAR
El equipo aclara que no es una combinación de técnicas improvisada, sino una investigación de ocho años con la que la coordinadora del centro se doctoró summa cum laude . El grupo está reunido en una pequeña habitación con techo de chapa, una de las dos de la construcción donde funciona el centro.
En pocos minutos comenzará a circular el mate. Sólo faltan los sacerdotes Gustavo Carrara, vicario episcopal para la pastoral en las villas; Hernán Morelli, y Nicolás Angellotti, que derivan a los pacientes. Ellos participarán el sábado en el 5° Congreso Latinoamericano de Logoterapia y Análisis Existencial para presentar un libro con los resultados de esta intervención asistencial (informes: personacentro.blogspot.com.ar ).
El resto del equipo son todas mujeres. Están las licenciadas Belén de la Peña, Agustina Larrea, Florencia Halliburton y Andrea Eterovic Terceros, que es boliviana y aporta la comprensión de una cultura muy común en la villa. Se organizaron para recibir a LA NACION, pero no es fácil. Surgen vocecitas que dicen “¡hola!” y ellas salen a ver quién es. Cada tanto, por la puerta se asoma alguna cabecita, que desaparece enseguida. Al rato, las psicólogas volverán con los tímidos visitantes a buscar los juegos con los que “habilitan la palabra”, como dicen.
Explican que no hacen asistencialismo. Si llega un chico descalzo o con frío a la terapia, primero resuelven ese “obstáculo” para avanzar. En la sesión, el paciente tiene que focalizar qué quiere de su vida. “Cuando se escuchan historias de violación, abuso, hambre, tenemos que consolar y abastecer para luego trabajar lo más profundo -dice Ovejas de Santángelo-. Un chico con hambre se va a ir no sólo con algo en la panza, sino también con medias y abrigo.”
“(Pero eso) no significa que hacemos asistencialismo -agrega De la Peña-. Al paciente le queda claro que no es nuestra función calzarlo o alimentarlo. Se va sabiendo cómo tiene que conseguirlo.”
AMBIENTE HOSTIL
Afuera, en el patio compartido con la guardería y el jardín de infantes, está Silvana. Algunos de sus hijos van y vienen; son José (8 años), Celeste (15), Erica (16), Juan (9) y Emanuel (12). No está Maxi, de 11, con el que ella va a la primaria. Todos fueron pacientes del centro. “Me costó un montón salir adelante acá -recuerda-. Hay que tener mucha fuerza de voluntad porque mirás lo que está haciendo gente que conocés de siempre y sentís impotencia. Por ahí veo gente trabajadora que está pasando y estos chicos, en su locura, la atacan, la golpean. Hay muchos chicos adictos y mucha gente trabajadora que pelea para que sus hijos puedan salir adelante. Acá me preocupa el futuro de mis hijos.”
Ella quiere ir al secundario y trabajar en lo que pueda. Ya está buscando un lugar para mudarse. Cae la tarde y Silvana se despide, después de responderle a Vanesa que su vestido de novia no será blanco.
Llegan los sacerdotes y es una revolución. Todos los saludan. Ellos atienden todo a la vez. “Acá es así”, dice el padre Morelli. También se ocupan de la construcción de un colegio secundario, necesario para la salida laboral de los jóvenes. Para eso, están necesitando fondos y equipamiento, que se pueden ofrecer a carrara_gustavo@yahoo.com.
“La parroquia tiene una mirada integral de la vida -explica el padre Morelli-. Eso incluye el cuidado de la salud física, mental, espiritual y material, con la educación, la vivienda, la alimentación y el trabajo. Cuando surgió la propuesta del centro de orientación, nos gustó. Y la asistencia de la gente demuestra que les sirve.”
Un joven que pasa cerca con una chica del brazo lanza envalentonado: “¡Padre! Ella me dice que se quiere casar conmigo”. Como si nada, el sacerdote responde: “Bueno… que le pida permiso a tu esposa”. La respuesta no pasa inadvertida para los jóvenes, que siguen caminando mientras el muchacho improvisa los primeros acordes de la marcha nupcial..
UNA INICIATIVA QUE ALCANZA A TODA LA FAMILIA
El Centro de Orientación Psicológica de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores depende del programa Construyendo Juntos de la UCA, que financia el trabajo. El centro funciona desde mayo de 2011 con un centro de orientación psicopedagógica para un mejor seguimiento de los pacientes.
La terapia utilizada combina la logoterapia de Víctor Frankl y el psicoanálisis breve adaptado a poblaciones vulnerables de Héctor Fiorini. Aunque el trabajo en la villa está orientada a chicos de entre 4 y 14 años, el equipo de trabajo afirma que es un enfoque inédito para asistir en situaciones de emergencia.
El objetivo es aproximarse a un diagnóstico, identificar focos de conflicto e intervenir para hacer prevención primaria y secundaria. La idea de persona “libre y responsable” de la logoterapia facilita el trabajo con el sufrimiento y la búsqueda de sentido de la vida. La psicoterapia breve psicoanalítica refuerza la capacidad de identificar y superar un problema por vez.
El padre Gustavo Carrara coordina el equipo y supervisa la interacción del centro con otros proyectos de la parroquia, como el jardín de infantes Virgen de Itatí, el Hogar de Cristo o la sede del Ministerio de Justicia para atender problemas legales.
LA NACION