31 Aug Luxor: viaje al mundo antiguo
Por Santiago Igarzábal
Los motivos para planear y decidir cuál será el destino de un próximo viaje son innumerables y, siempre, muy personales; pero desde estas latitudes, en las que la historia pocas veces se expresa más allá de algunos pocos siglos, los lugares que invitan a conectarse con el más profundo pasado de la humanidad logran un particular atractivo. Entonces, poniendo la lupa sobre el mundo antiguo, Egipto aparece brillando con luz propia. El Cairo seguramente ameritará al menos un breve paseo, pero valdrá la pena no demorarse para tomar rumbo hacia la milenaria ciudad de Luxor.
Sin temor a exageraciones, Luxor (nombre que significa “Ciudad de los Palacios”) puede considerarse el museo al aire libre más grande del mundo. El número de monumentos y ruinas arqueológicas la convierten en una conglomeración de atractivos de tal magnitud que para recorrerlo debe dividirse en tres áreas: la ciudad de Luxor en el lado este del Nilo, Karnak más al norte, y Thebes, que los egipcios antiguos llamaron Waset, en la ribera oeste del río. Más allá de las recomendaciones turísticas, antiguamente se distinguían sólo las dos orillas, con la Ciudad de los Vivos al este, donde el sol nace; y la Ciudad de los Muertos en la orilla oeste, donde el sol se pone despidiéndose de la vida.
Paseos ineludibles
Hay tres calles que no pueden dejar de recorrerse: Sharia al-Mahatta, que pasa por delante de la pintoresca estación de trenes y desemboca en los jardines del templo de Luxor; la Corniche, una costanera que bordea al Nilo, y Sharia al-Karnak, que avanza hacia el norte desde el templo de Luxor al de Karnak, pasando por toda una serie de restaurantes, cafés y bazares donde pueden encontrarse los más variados y típicos recuerdos egipcios.
Desde un primer momento llama la atención ver que edificios tan disímiles como el Banco Nacional de Egipto, la sede sur de la Policía o la estación del ferrocarril muestran un estilo arquitectónico que se emparenta directamente con las construcciones de la época faraónica. No son edificios antiguos, pero sí forman parte de la fascinación por el antiguo Egipto que siguió al descubrimiento de la tumba de Tutankamon por el arqueólogo británico Howard Carter en 1922, en el Valle de los Faraones, cerca de la ciudad.
Sin duda, la primera visita que habrá que hacer es al Templo de Luxor, en pleno centro de la ciudad. Construido por Amenophis III hace casi 3500 años, fue progresivamente ampliado por Tutankamón, Ramsés II y hasta por Alejandro Magno, y fue un centro religioso de vital importancia ya que en él se celebraba la llegada del año nuevo, durante la cual el dios Amón-Ra (el Sol) fecundaba a la diosa Mut. Antes de entrar sorprende un gran pilar con la estatua de Ramsés II y un único obelisco que adorna la entrada principal; eran dos, pero uno de ellos fue el regalo del Sultán Mohamed Alí a Napoleón y hoy se encuentra a miles de kilómetros, en la Plaza de la Concordia de París. Al acceder al templo, prestando necesaria atención a las explicaciones del guía, se pasa a un patio rodeado por columnas que dan paso a la mezquita de Abu El-Haggag, y entre indescriptibles pilares y monumentos se continúa por el patio de Amenophis llegando finalmente hasta el denominado Santuario Sagrado.
Luego habrá que proseguir por la costanera disfrutando de un agradable paseo a lo largo de dos kilómetros hasta el Templo de Karnak, un conjunto edilicio desarrollado por varias dinastías. Pero antes de llegar hasta allí valdrá la pena pasar por la mezquita de El-Mekashkesh, que es la más antigua de la ciudad, y luego por el Museo de Luxor, donde se preservan los restos de las invaluables colecciones faraónicas descubiertas en la zona, incluyendo maravillas como la cautivadora estatua del faraón Akenatón y de Nefertiti, su mujer. Al fin, una avenida de piedra flanqueada por antiguas esfinges con cabeza de carnero y cuerpo de león dan la bienvenida a Karnak, que se alza como la milenaria fortaleza que dio lugar al mayor centro de adoración religiosa de la historia del país. Centenares de columnas colosales, relieves litográficos, patios y templos dedicados a los antiguos dioses se suceden hasta llegar al Lago Sagrado en que se sumergían los sumos sacerdotes. Vale la pena recorrer este lugar guiado por el espectáculo de luces y sonido que se desarrolla dos veces al día; la propuesta consiste en caminar entre las ruinas por un circuito marcado, a oscuras, que se va iluminando a medida que se avanza e invita a hacer paradas para escuchar la curiosa y larga historia de este monumental complejo.
Ciudad de tumbas
Llegará la hora de tomar alguna de las embarcaciones que se ofrecen sobre la costa del Nilo para dirigirse al lado oeste. Ese simple traslado tenía un significado especial para los egipcios, porque simbolizaba el cruce entre la vida y la muerte, entre la actividad de imponentes palacios y la quietud de majestuosas tumbas. Tras pisar la otra orilla los sitios interesantes para ver se despliegan entre el Valle de las Reinas y el Valle de los Reyes, donde fueron enterrados 64 faraones en tumbas excavadas en la roca con laberintos y corredores destinados a eludir la entrada de ladrones. Para realizar la visita no faltan guías de la oficina de turismo local, quienes recomiendan tomarse un día entero ya que es necesario suficiente tiempo para conocer este impresionante conjunto de construcciones y tumbas.
EL CRONISTA