Una victoria que se festejó alto en el cielo

Una victoria que se festejó alto en el cielo

CANDY’S DAUGHTER (USA) Foto Archivo dupratphoto.com

Por Pablo F. Gallo
El jockey de Candy Ride, Claudio Armando Glades. La ya clásica chaquetilla del “Hijo del Viento”, la perteneciente a la caballeriza Ojos Claros (Río IV). Y la mirada celestial de Manuel Alonso empujando el sprint final de Candy’s Daughter (USA) para una victoria de enorme tinte emotivo en el Especial Vit Reina (1200 mts., $ 69.700), base del cálido y apacible jueves platense.
¿Cuánto significa “Candy” para la Familia Alonso, golpeada en el alma por la repentina desaparición física del “Avispa”, uno de los pilares de la farra corrida de amigos, turf y sueños? Por eso un flaco, sosteniendo de la brida a la pupila de Roberto López, se secaba las lágrimas con las mangas de su camisa. Por eso otro integrante de la barra, en el flanco lateral opuesto, miraba hacia el cielo y ofrendaba un triunfo que quedará grabado en los confines más profundos del sentimiento.
Glades reemplazó a Jorge Ricardo –viajó a Maroñas por el Ramírez”- en la silla de la zaina cincoañera, y la trajo 2ª moviendo, para no perderle pisada a la decidida vanguardista Ocean Crest (55½ kilos), que salió a marcar el rumbo con una fracción primaria de 24.43. La “top-weight” Emi Raina (61) accionaba 3ª por dentro, y más atrás se agrupaban Carta Persa (54), Maestra Dan (57½) y Xaichi (51).
Así volcaron el Codo de Tolosa, y al entrar al derecho (47.24), sólo la favorita Candy’s Daughter ($ 1.80) tenía recursos para capturar y quebrar a la puntera. Ello sucedió a falta de dos cuadras, cuando la descendiente de Candy Ride e Italian Riviera (USA), por Cozzene (USA), pasó de largo a Ocean Crest.
Lo demás sería anecdótico, mientras el “Avispa” revoloteaba el pesaje, las chapas decían 6 y 2 cuerpos sobre Ocean Crest y Emi Raina, y el Teletimer cantaba 1:11.13 para la arena normal, en el séptimo halago al cabo de 14 actuaciones para la vencedora, que cargó 59½ en su montura.
Claro que lloramos, viejo. Si esto es un retazo de la vida, la de un chico que partió muy temprano y ahora confunde su rostro en los nítidos contornos del perenne recuerdo de hace días, sonríe entre nubes iluminadas de cariño, y perfora los límites borrosos del olvido hasta imponerse por varios cuerpos en nuestro corazón.
Candy’s Daughter le dedicó su esfuerzo de esta tarde de verano a Manuel Alonso. Le regaló su lauro nítido en el atardecer diáfano, como si fuera una canción imperecedera de respetuoso y reverente ritmo; o una luz esperanzadora proyectada en resplandores infinitos, para arrancarle esa pequeña sonrisa humedecida a tantas toneladas de tristeza.
TODO A GANADOR