22 Aug Espionaje en la Web: más paranoia de los usuarios, pocos recaudos
Por Franco Varise
Más paranoia, pero no más recaudos. Ésta parece ser la reacción de los usuarios digitales argentinos -como la de los del resto del mundo- a los recientes escándalos de espionaje internacional que pusieron en evidencia que nuestras comunicaciones en la Web pueden ser objeto de miradas intrusas.
Así lo sostienen los expertos locales en informática, para quienes, más allá de los recaudos lógicos, no hay demasiado que hacer para evitar que nos espíen, y lo poco que puede hacerse, como encriptar los mails que enviamos, es arduo y dificultoso. Básicamente, concluyen, quien decida publicar un dato sensible en Internet deberá saber que se expone a que éste pueda ser capturado por alguien.
La seguridad de la información de los usuarios de las redes sociales y móviles , teléfonos inteligentes y tabletas volvió a ser cuestionada con el escándalo del espionaje a escala mundial revelado por Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos hoy refugiado en Moscú. Para los especialistas, sin embargo, hay que ser realistas; la vida común de las personas que utilizan la red de redes todos los días resulta muy poco interesante para las agencias internacionales de seguridad. Sin embargo, sin paranoia, pero con sentido común, hay datos que según los especialistas siempre es mejor preservar de esa nube digital cada vez más grande que rige nuestra vida social, cultural y laboral.
“Siempre hay que tomar recaudos; la gente común debe adoptarlos a la medida de sus intereses, pero, sobre todo, deben tomar precauciones aquellas personas que tienen algún tipo de vida pública”, expresa Beatriz Busaniche, integrante de la organización Vía Libre y especialista en temas de libertad y control de Internet. “Si como sociedad queremos estar seguros, todos deberíamos tender a cifrar nuestros correos electrónicos con programas como el GPG [de descarga gratuita]”, agregó Busaniche.
El software GPG transforma los mails, mediante la aplicación de una clave, en una sucesión de caracteres que sólo puede ser ordenada y recuperada por un destinatario legítimo con una clave. Pero este soft tiene muchas limitaciones, porque, por ejemplo, no se integra a los webmails del tipo Gmail , Outlook o Yahoo! El director de la consultora Carrier y Asociados, Enrique Carrier, considera que las precauciones de los usuarios no han crecido. “La gente se sigue comportando normalmente. Tal vez alguien con un poco más de paranoia haya tomado algún recaudo, pero, en verdad, de la gente común no hay mucho que espiar”, afirma. No obstante, señala que en otros aspectos de seguridad es importante estar atentos. “Lo más básico es proteger los contenidos de los teléfonos inteligentes con una contraseña, o un nivel de acceso que proteja los contenidos. También saber que las claves de ingreso a los sistemas que son muy básicas son más fáciles de quebrar y que en la medida en que se les agrega complejidad son más difíciles de vulnerar”, dice.
A la vez, el especialista no se muestra muy favorable a la utilización de programas de encriptación de mails u otros componentes de seguridad informática caseros. “Ocurre que en la medida en que se agregan niveles de seguridad, se les resta usabilidad a las herramientas. Son molestas y algunas de estas medidas son contraproducentes, porque uno termina anotando las claves para no olvidarlas, lo que las vuelve más fáciles de encontrar por intrusos”, explica.
Tras el affaire Snowden (que no es el primero ni el último, cabe añadir), la mayoría de los jóvenes norteamericanos, por ejemplo, no tomaron recaudos a la hora de interactuar digitalmente, según una encuesta publicada por el diario The New York Times. Se estima que en el resto del mundo el comportamiento ha sido el mismo. Otra encuesta del centro Pew indica que los jóvenes siguen dispuestos como siempre a publicar sus propias fotos en Internet, así como su ubicación y su número de teléfono. Según señala el estudio, sólo a medida que se acercan a la adultez estas personas se vuelven más celosas de sus secretos y proceden a podar los detalles de su vida online .
En las redes sociales argentinas suelen leerse muchas advertencias de los usuarios respecto de cuidar la privacidad, aunque a simple vista no son muy tenidas en cuenta. Incluso, luego de las denuncias de Snowden, algunos usuarios bromearon con el asunto. “Voy a subir todo mi currículum, así me lo detectan todas las empresas y agencias del mundo y me dan trabajo”, escribió Martín Suárez, al contrario de la marea precautoria.
“Cada vez más, las empresas de todo el mundo tratan de recopilar tanta información como sea posible de sus clientes. Por desgracia, con frecuencia esto no es apoyado por medidas suficientes para proteger la privacidad de los usuarios de Internet”, considera la consultora Kaspersky Lab.
La evolución de los contenidos digitales al concepto de “nube”, donde se agrupan o convergen todas las herramientas y contenidos personales de un usuario de Internet, resulta aún más permeable. Por ejemplo, hay buscadores como Google que obligan a registrarse en todos sus productos (YouTube, Gmail, etcétera) con datos propios, con lo cual cualquiera que quisiera puede conocer nuestros intereses con bastante detalle.
“Hay una tendencia creciente de las empresas y sistemas de seguridad a hurgar en las redes sociales en la medida en que se naturaliza el hecho de compartir cada vez más datos. Y los buscadores van hacia la convergencia de sus usuarios y productos para unificar y detectar las preferencias de cada persona”, explica Busaniche.
Otro de los puntos vulnerables son las llamadas por teléfonos móviles y los mensajes de texto. Según la compañía Claro, líder del mercado argentino en cantidad de líneas vendidas, en el país se realizan 47 millones de llamadas por día de un promedio de 114 segundos de duración y se envían 115 millones de mensajes de texto. A simple vista surge que buena parte de la vida de las personas está encerrada digitalmente.
Busaniche, que habla de mantener una mirada “panparanoica”, concluye: “Cualquier información sensible o íntima mejor no digitalizarla, y si está en un dispositivo móvil no salir con él o utilizar herramientas de bloqueo”.
Carrier va más allá. “Hay que entender que la seguridad máxima en Internet no existe. Tampoco en la vida real. Si te vas a reunir para hablar de temas sensibles, no sólo tenés que apagar el celular, sino también sacarle la batería, y si hay una heladera cerca, meterlo adentro -sugiere, a lo que agrega-: Lo que sea muy importante es mejor dejarlo dentro de la cabeza.”
LA NACION