12 Aug Final abierto, con repunte opositor
Por Mario Wainfeld
Hubo alto nivel de participación, como es regla. La jornada estuvo signada por el respeto y el civismo. La continuidad democrática y la credibilidad de los comicios son patrimonio de todos los argentinos, que nuevamente debe ser celebrada.
Las encuestas previas, que habían formateado las expectativas, se confirmaron en trazos gruesos. La variación, que se fue dando de modo distinto según las provincias, se sesgó a favor de diferentes expresiones opositoras, en detrimento del oficialismo. El Gobierno obtuvo menos votos de los calculados, en la mayoría de los distritos y en total general.
Esta nota se cierra en la medianoche del domingo, sin conocerse los guarismos totales de las 24 provincias, por eso menciona muy contados números. Serán analizados en los próximos días y se reseñan en otras páginas de esta edición. Se relevan los resultados más tajantes y las tendencias que no pueden tener alteraciones significativas.
Sumando, con tales limitaciones, lo conseguido por el Frente para la Victoria (FpV) y sus aliados de fierro estuvieron por debajo del 30 por ciento, que es un piso bajo para su historia y pretensiones.
El cálculo, hipotético aunque referido a un punto crucial, de las bancas que obtendría de repetir su desempeño dentro de dos meses, sugiere que subiendo un poco su acumulado de ayer, podría conservar quórum ajustado en ambas Cámaras del Congreso. Habrá que leerlo más fino hoy, con los datos totales.
Sigue siendo el partido más apoyado a nivel nacional.
Las PASO dejan afuera a quienes no alcanzan un piso electoral, relanzan y potencian a quienes ganan internas. Además, fungen como una muestra indubitable del humor ciudadano, que emitió una señal que el kirchnerismo debería develar sin derrotismos, como un acicate para la acción y sin sordera.
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Los festejos más entusiastas fueron opositores y se diseminaron en distintos escenarios. La dispersión de las presuntas alternativas al oficialismo continúa en pie. Ayer se fortificaron varias, de cara a la campaña más relevante. Podrán afrontarla con mayor mística. En general, los resultados embellecen a los ganadores.
Cinco diferentes vertientes opositoras se impusieron en los distritos más poblados, que aportan la mayor cantidad de bancas de diputados: Buenos Aires, Ciudad Autónoma (CABA), Córdoba, Santa Fe y Mendoza.
La figura central de la jornada fue el intendente de Tigre, Sergio Massa, prevaleció en Buenos Aires, ratificando los vaticinios de los sondeos y será centro de atención en los próximos meses.
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Massa confirmó los sondeos previos, superando al intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. La distancia entre ambos es rotunda, calibrada en porcentajes y en votos. Si el resultado se replicara en octubre, Massa sería titular de un importante bloque de diputados. Y, dada la diáspora opositora, conductor de uno de los partidos opositores más numerosos a nivel nacional. Un diez u once por ciento de los votos emitidos basta para eso, toda una definición sobre el mapa político actual.
Si Massa contiene el apoyo de los bonaerenses, está en capacidad de convertirse en uno de los referentes del peronismo no kirchnerista, que quedó muy machucado en 2011.
Será, ya lo es, el ahijado de los medios dominantes. Su centralidad, que consiguió en las urnas, será un hueso duro de roer para la lista de Insaurralde. La ilusión del kirchnerismo por revertir el resultado también se nutre en las encuestas previas: acortó el gap con Massa, acrecentó el conocimiento público, le queda camino para recorrer ahí.
Las listas de Margarita Stolbizer y Francisco de Narváez bregarán para minimizar la polarización entre el FpV y en FR: es un objetivo peliagudo.
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En la CABA se corroboraron los anticipos. La Coalición Unen sacó buen rédito de haber congregado fuerzas disímiles y haber apelado al mecanismo de las primarias. La diputada Elisa Carrió recobró el favor de los porteños, que le han dado muchas satisfacciones. El agregado de todos los precandidatos Unen es notable. ¿Sostendrán los votos “Lilita” y el diputado Fernando Solanas? Es un enigma por ahora, que tratarán de responder con buen ánimo.
El PRO se llevó un resultado bueno, no espectacular. Lo espera una “interna de la oposición” frente a “Lilita” quien le disputa un tramo similar del electorado. Hasta acá, el macrismo no fue casi cuestionado por nadie fuera del FpV. Lo que advendrá es otro cuadro, más trabajoso desde ya.
Los precandidatos del FpV, Daniel Filmus y Juan Cabandié, congregaron alrededor de un 20 por ciento, mucho más que lo obtenido por Carlos Heller en 2009 aunque un piso bajo para las proyecciones anheladas por el kirchnerismo porteño.
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El radicalismo ganó holgadamente en Mendoza de la mano de Julio Cobos. Quedó, esperablemente, segundo en Córdoba. Sostuvo su bastión en Corrientes. Repuntó mucho en varias provincias, Catamarca entre otras.
Recuperó algo de terreno en general refrescando su condición de segunda fuerza a nivel nacional. Su flaqueza parece seguir siendo la zona metropolitana: pelea entre el tercer y cuarto puesto en “la provincia”. En la CABA, la interna de la Unen lo dejó muy mal parado.
La UCR integra coaliciones en muchos distritos, habrá que ver si eso le permite mantener en octubre la alta cantidad de bancas que procura revalidar. La resurrección de Cobos le agrega un esbozo de referente, algo de lo que carece a nivel nacional.
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El ex gobernador socialista Hermes Binner revalidó títulos en Santa Fe con amplia aprobación. La alianza que lo une al radicalismo (que ocupa un rol de aliado y no de socio pleno) le volvió a rendir frutos. Binner, que fue el segundo en las presidenciales de 2011, es un presidenciable potencial, a condición de articular con otros partidos. La primacía del socialismo se extingue más allá de las fronteras de Santa Fe.
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El peronismo “federal” era amplio favorito en la imbatible San Luis de los Rodríguez Saá y en Córdoba donde venció la lista encabezada por el ex gobernador Juan Schiaretti. El actual mandatario pejotista, José Manuel de la Sota, sostiene su vigencia local pero, como le pasa a Binner y a Mauricio Macri no trasciende mucho más allá.
Massa agrega un participante nuevo a un colectivo que venía desinflado. Arranca de cero, es más joven que sus potenciales antagonistas, lo aúpan los poderes fácticos. Esas ventajas comparativas para un dirigente de centroderecha no lo transforman en un líder aceptado por el conjunto, condición en general esquiva a los bonaerenses.
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El oficialismo logró su mejor porcentaje provincial merced a un aliado radical K: el gobernador de Santiago del Estero Gerardo Zamora, que pinta para sostener dos senadores para el oficialismo. En Tucumán, el gobernador José Alperovich marcó buena distancia. Otro tanto puede decirse de Entre Ríos, donde el gobernador Sergio Urribarri se jugó a fondo, incluso como senador suplente en la lista respectiva. Miguel Pichetto se distanció de sus adversarios radicales rionegrinos en la elección para senadores.
Son contados, de provincias de rango medio, los dirigentes kirchneristas que salieron muy bien parados, a la hora del recuento.
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Las PASO de dos años atrás sellaron el veredicto electoral. No está escrito que la historia se repetirá, porque las condiciones son diferentes. El precedente en una elección nacional es único y, todo lo indica, es aventurado traspolarlo mecánicamente a una compulsa legislativa en 24 provincias.
Claro que sería necio reducir a los resultados de ayer a un partido de pretemporada o a un ensayo general. La muestra ciudadana es muy amplia, bastante concordante en distintos distritos. Emitió señales políticas que los competidores (el gobierno en especial) deben descifrar para reorientar sus campañas e incluso su gestión.
En las elecciones generales se dirime la integración del Congreso, que puede lubricar o entorpecer la gobernabilidad hasta 2015. Es esencial (la primera prioridad del comicio, a los ojos del cronista) para el kirchnerismo. Ya se dijo, tiene perspectivas de lograr su objetivo.
La competencia electoral también es medición de legitimidades, esbozo de la reconfiguración del espacio opositor, eventual cantera de nuevos referentes. Las imágenes del domingo en esos rubros fueron más estimulantes para los adversarios del gobierno, aunque no le garantizaron la reválida en octubre. Y, mucho menos, le resolvieron el problema de su fragmentación y carencia de liderazgos unificadores.
Se abren dos meses y medio de labor ardua para dirigentes, elencos de campaña, candidatos y militantes.
Con el recuento de ese día, se medirá cabalmente el impacto de las PASO en el escenario general. Si se replicara el cuadro de ayer, el gobierno encararía otro tramo difícil de su saga. Ha superado otros, tal vez pueda evitarlo si mejora su desempeño. No es seguro, ni sencillo ni imposible.
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